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LA CANCILLER alemana, el presidente franc¨¦s, el espa?ol y el primer ministro italiano se reunieron en Versalles para hacerse una foto. A ese palacio, por cierto, acudi¨® en su d¨ªa la chusma para sacar de ¨¦l a Mar¨ªa Antonieta y a Luis XVI y hacerles volver a la realidad. La realidad era Par¨ªs, donde las panader¨ªas estaban desabastecidas y los alimentos resultaban inaccesibles para las clases media y baja. Obligada por sus s¨²bditos, la pareja real abandon¨® el dulce retiro de caza y celebraciones nocturnas y se dirigi¨® a las Tuller¨ªas. Ah¨ª empez¨® todo. Aqu¨ª, sin embargo, no ha empezado nada, ni siquiera han empezado a cenar. Tampoco est¨¢n solos, como sugerir¨ªa el decorado. F¨ªjense en la multitud de informadores que aparecen en el espejo redondo de la pared de enfrente. Significa que fueron a Versalles para hacer creer al personal que el palacio y las flores del centro de la mesa eran la realidad.
Pero la realidad se hallaba a kil¨®metros de la foto con la que se pretend¨ªa escenificar una alianza inexistente. De hecho, Rajoy y Gentiloni (de espaldas al objetivo y quiz¨¢ a Europa) tendr¨ªan que haber comido aparte, y el men¨² del d¨ªa. El men¨² del d¨ªa es lo que se come en Espa?a desde hace a?os debido a las ¨®rdenes del norte. La imagen transmite la impresi¨®n de que no hay ricos ni pobres cuando la brecha entre unos y otros, en los pa¨ªses de origen de los mandatarios, no hace otra cosa que crecer. Bueno, al final, parece que cenaron, ignoramos si a dos velocidades, y que dieron una rueda de prensa en la que no dijeron nada. La cuenta nos la pasar¨¢n a usted y a m¨ª.
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