La trampa de Tuc¨ªdides
Ning¨²n pa¨ªs de peso entra en la Historia sin crear problemas; repartir de otra forma la tarta choca con la resistencia de los que ya est¨¢n sentados a la mesa. Trump quiere repetir la jugada de 1970, pero al rev¨¦s: apoyarse en Rusia para cercar a China
Estamos asistiendo a un doble fen¨®meno: el fin del dominio occidental en el mundo y el paso de un modelo geopol¨ªtico multilateral a otro multipolar. Los dos son de enorme importancia para nuestras vidas.
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En 1960, Europa, EE UU y Jap¨®n controlaban el 70% del PIB mundial y por eso mandaban. Hoy est¨¢n en torno al 55% y Asia tiene el 34%. El G-7, que en 1992 ten¨ªa el 68%, hoy solo tiene el 54% y por esa raz¨®n se ha inventado el G-20, que concentra el 85% del PIB del planeta. Es pura necesidad porque con el fin del dominio econ¨®mico llega tambi¨¦n el del dominio pol¨ªtico. Adem¨¢s, el mundo dominado por occidente se basaba en principios e instituciones que unos hoy no son compartidos y otras no son generalmente respaldadas. Nuestros valores responden una ¨¦tica judeo-cristiana modelada sobre la filosof¨ªa griega y el derecho romano, que con el Renacimiento colocaron al hombre en el centro del universo y con la Ilustraci¨®n pusieron la duda en el eje del debate racional. El resultado es el Estado de derecho, la democracia representativa, o los derechos humanos tal como los conocemos.
Otros pa¨ªses no comparten esos valores porque proceden de tradiciones culturales diferentes que hunden sus ra¨ªces en el islam o en la filosof¨ªa de Confucio y de los Legalistas chinos. La consecuencia es que las Naciones Unidas no aprobar¨ªan hoy por consenso la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos. Esos pa¨ªses tampoco se reconocen en las instituciones internacionales dise?adas por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y las tachan de poco transparentes y poco representativas. ?Por qu¨¦ en el Consejo de Seguridad de la ONU est¨¢ Francia como miembro permanente con derecho de veto y no est¨¢ India? E igual ocurre con el Banco Mundial y el FMI. Podemos intentar consensuar su reforma o los cambios se impondr¨¢n por la imperativo de la misma relaci¨®n de fuerzas y podr¨ªan no ser pac¨ªficos. Ning¨²n pa¨ªs de peso entra en el escenario de la Historia sin crear problemas, porque repartir de otra manera la tarta choca con la resistencia de los que ya est¨¢n sentados a la mesa, como muestra el ascenso de Prusia, que confirma la llamada Trampa de Tuc¨ªdides. Este historiador analiz¨® 16 casos de emergencia de nuevos poderes, doce de los cuales terminaron en guerras. Y hoy son varios los actores que entran en el gran teatro del mundo con ambici¨®n protagonista. Las olas son inevitables.
La democracia retrocede ante los autoritarismos iliberales, como muestra el caso de Venezuela
El mundo multilateral basado en el llamado ¡°consenso de Washington¡±, esto es, democracia liberal y econom¨ªa de mercado con el respaldo de la seguridad planetaria que daba EE UU, una combinaci¨®n que Francis Fukuyama consideraba imbatible, ha entrado en crisis por un exceso de desregulaci¨®n traducido en un crecimiento global compatible con una ineficaz distribuci¨®n de la riqueza y con la creaci¨®n de bolsas de pobreza. El resultado son desigualdades crecientes e intolerables que est¨¢n en la base de los populismos en los que busca refugio el miedo de las clases medias despose¨ªdas y f¨¢cilmente manipulables, dispuestas a creer en soluciones simples para problemas complejos y en que hay remedios locales a problemas globales. Sus propuestas abogan por el aislacionismo, el proteccionismo y la desconfianza ante el extranjero. Hoy el cosmopolitismo y las sociedades abiertas pierden terreno ante el empuje de nacionalismos primarios que pretenden revivir t¨®picos para¨ªsos perdidos. Tambi¨¦n retrocede la democracia ante el empuje de autoritarismos iliberales, como muestra estos d¨ªas el caso de Venezuela.
Obama lleg¨® a la presidencia con el compromiso de retirar las tropas de unas guerras que no pod¨ªa ganar y de reconstruir una econom¨ªa afectada por la peor crisis desde 1929. Coincid¨ªa con el 82% de sus compatriotas, que no creen que su pa¨ªs y el mundo sean m¨¢s seguros hoy que en 2001 y que desean emplear en casa los tres billones de d¨®lares que se han gastado en Afganist¨¢n e Iraq. Este repliegue ha producido un hueco que otros han rellenado porque la geopol¨ªtica, como la f¨ªsica, tiene horror al vac¨ªo, y la tendencia se ha acentuado con Donald Trump, cuyas ideas pol¨ªticas est¨¢n dominadas por proteccionismo y desconfianza de las alianzas y de las instituciones internacionales de gesti¨®n de crisis. As¨ª no se hace grande a Am¨¦rica, porque ese retraimiento es incompatible con mantener una influencia global. Con Trump se acelera el cambio hacia un sistema multipolar con tensi¨®n constante entre pa¨ªses y grupos de pa¨ªses, con proteccionismo creciente y con instituciones debilitadas de gesti¨®n de crisis. Ser¨¢ el s¨¢lvese quien pueda y los fuertes jugar¨¢n con ventaja. Uno de estos polos lo dirigir¨¢ Washington y otro Pek¨ªn. Y luego habr¨¢ otros polos menores en torno a Europa, Rusia, Jap¨®n, America Latina, ?frica y el Sudeste asi¨¢tico.
El problema es que los dos polos dominantes, Estados Unidos y China, podr¨ªan acabar enfrentados. Bannon, el radical ide¨®logo de cabecera de Trump, cree que la relaci¨®n de Washington con Mosc¨² puede ir a mejor mientras tender¨¢ a empeorar con Pek¨ªn, algo que no rechazan Robert Kaplan o Philip Gordon. Otra vez Tuc¨ªdides. Si eso llegara a ocurrir ser¨¢ muy importante saber de qu¨¦ lado se pondr¨ªa Rusia.
Con Trump se acelera el cambio hacia la tensi¨®n constante entre pa¨ªses y proteccionismo creciente
Putin se ha embarcado en una pol¨ªtica nacionalista que trata de recuperar el respeto e influencia internacional que un d¨ªa tuvo la URSS, cuya desaparici¨®n considera una tragedia. Y para ello ha dise?ado una pol¨ªtica exterior agresiva en Europa y en Oriente Pr¨®ximo que le ha costado sanciones de la comunidad internacional y que pesan gravemente sobre una econom¨ªa ya lastrada por el bajo precio del petr¨®leo, pero que le dan popularidad interna y refuerzan su nacionalismo. Por eso es importante no aislar m¨¢s a Rusia, incrementando su paranoia y su sensaci¨®n de cerco por parte de la OTAN, sin tampoco condonar sus acciones contrarias al derecho internacional. No es f¨¢cil, porque para EE UU Rusia es un problema estrat¨¦gico, pero para Europa es adem¨¢s un problema de vecindad agravado por una fuerte dependencia energ¨¦tica.
Cuando estall¨® la URSS se evit¨® una tragedia a la yugoslava pero no se logr¨® incorporar a Rusia como un factor positivo en la geopol¨ªtica del siglo XXI y ahora hay que intentarlo de nuevo porque si este mundo multipolar un d¨ªa estalla es importante el lado que escoja. La idea de algunos en Washington puede ser repetir, pero al contrario, la jugada que Nixon y Kissinger hicieron con ¨¦xito en los a?os setenta de aproximarse a China para cercar a Rusia, aprovechando los problemas que entonces exist¨ªan entre los dos colosos comunistas y aunque la situaci¨®n sea hoy muy diferente. De momento, Donald Trump y Xi Jinping se re¨²nen en Florida y quiz¨¢s se aclare algo el panorama. Ojal¨¢ no llegue la sangre al r¨ªo.
Jorge Dezcallar? es Embajador de Espa?a
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