Rajoy tiene un plan (Marshall)
Poner la cooperaci¨®n al servicio del control migratorio es miope y peligroso
En la entrevista publicada por este diario el pasado domingo, Mariano Rajoy se mostraba inusitadamente rumboso: ¡°Tenemos que conseguir que los pa¨ªses africanos tengan un nivel de vida digno. Porque nos interesa y por razones humanitarias. ?Se acuerdan del Plan Marshall? Yo creo que es lo que tenemos que hacer. Y se est¨¢n empezando a hacer cosas. Federica Mogherini (¡) ha firmado acuerdos con Nigeria, con N¨ªger, con Etiop¨ªa. Lo he apoyado mucho porque es la postura en la que creo y la que llevamos practicando a nivel bilateral desde hace tiempo con varios pa¨ªses de ?frica. Si a nuestros vecinos les va bien, a nosotros tambi¨¦n nos ir¨¢ bien¡±.
Olviden por un momento que este campe¨®n de la filantrop¨ªa ha dejado su propia cooperaci¨®n espa?ola literalmente en el hueso. Ignoren que en los acuerdos bilaterales a los que se refiere, lo que ¡°nos interesa¡± ha prevalecido inmisericordemente frente las ¡°razones humanitarias¡±. Imaginen incluso que cuando habla de ¡°nuestros vecinos¡± no se refiere a los aut¨®cratas con los que Europa comparte pantal¨¢n, sino a la poblaci¨®n que los padece.
Hagan todo eso¡ y a¨²n as¨ª el Presidente Rajoy se equivoca groseramente.
Como recuerda con orgullo nuestro Ministerio del Interior en cuanto tiene ocasi¨®n, hace ya algunos a?os que Europa compr¨® un modelo migratorio made in Spain: securitizaci¨®n por la v¨ªa de la externalizaci¨®n. Con m¨¢s de 15.000 millones de euros comprometidos en Turqu¨ªa, Norte de ?frica y otras regiones en los pr¨®ximos cuatro a?os, la UE ha trasladado a sus electores la ilusi¨®n de que una inversi¨®n considerable en los pa¨ªses de origen va conseguir evaporar las inc¨®modas im¨¢genes con las que se desayunan cada ma?ana.
Esta l¨®gica es falsa por razones que podr¨ªa explicar un estudiante de segundo de econom¨ªa: en primer lugar, el desarrollo de ?frica es un proceso complejo que necesita mucho m¨¢s que calderilla. Sin ir m¨¢s lejos, el equivalente moderno del Plan Marshall que tanto gusta a Rajoy supondr¨ªa comprometer un volumen anual de recursos 48 veces m¨¢s grande del que ha prometido Europa.
En segundo lugar, los beneficios econ¨®micos y pol¨ªticos asociados a la emigraci¨®n excluyen cualquier colaboraci¨®n sincera de los gobiernos locales, aunque su disposici¨®n a embolsarse la pasta de Europa es muy real. Solo en remesas, los pa¨ªses de ?frica y Oriente Pr¨®ximo habr¨¢n recibido de sus di¨¢sporas 88.000 millones de euros en 2016.
En tercer lugar, y esto es lo m¨¢s importante, los africanos no han empezado a emigrar realmente al Norte porque la inmensa mayor¨ªa carece de los recursos financieros y educativos que requiere el proceso. Siendo muy optimistas con respecto a su eficacia, lo que conseguir¨ªa el arrebato solidario de los l¨ªderes europeos es precisamente acercar a m¨¢s j¨®venes africanos al punto de partida. Porque eso es lo que provoca el desarrollo en sus primeras fases (y bendito sea).
La buena noticia es que todo lo anterior importa muy poco, porque en este asunto Rajoy y sus colegas europeos juegan una partida diferente. Ese dinero est¨¢ ah¨ª para garantizar la complicidad migratoria de l¨ªderes cuyo historial democr¨¢tico escandalizar¨ªa al propio Mobutu. Detener los barcos (hundi¨¦ndolos, si es necesario), multar, abrir centros de detenci¨®n, torturar y aceptar devoluciones de individuos que tienen que ver con el pa¨ªs de retorno lo mismo que yo tengo con Islandia.
Repitamos todos: la ayuda (sobre todo la de juguete) no frena los flujos migratorios.
Lamentablemente, se ha convertido en una marca de agua de la pol¨ªtica moderna impedir que los hechos se crucen en el camino de un buen argumento electoral. Y este es de los mejores. Desde el patriota identitario hasta el izquierdista bienintencionado, todos caben en este discurso amplio y omnipresente que solo tiene un elemento en com¨²n: que no vengan.
?Qui¨¦n se opondr¨¢ a este mantra con alternativas cre¨ªbles? No las busquen por ahora en las grandes ONG y agencias de desarrollo. Hasta que se demuestre lo contrario, estas organizaciones siguen viendo las migraciones como una consecuencia del fracaso del desarrollo y no como un medio para alcanzarlo. Si no me creen, busquen entre las armas, la deuda, la desigualdad, el comercio, el cambio clim¨¢tico, los pandas, la evasi¨®n fiscal, el desperdicio de alimentos o (eso s¨ª) la protecci¨®n de los refugiados una sola campa?a sobre el derecho de todo ser humano a buscar la prosperidad fuera de su pa¨ªs de origen.
M¨¢s preocupante todav¨ªa es que muchas agencias p¨²blicas nacionales y ONG est¨¢n acudiendo al Fondo Fiduciario de la UE para financiar sus proyectos. Todas ellas saben que cualquier relaci¨®n entre un programa de resiliencia en las zonas rurales de N¨ªger y el retorno voluntario de un emigrante irregular es una mera fantas¨ªa impuesta por Holanda y otros halcones de la comunidad de donantes. Pero eso no les impide firmarlo porque hay un bien superior.
?Lo hay? Yo s¨¦ que es muy f¨¢cil escribir esto desde un sill¨®n en Madrid y que la decisi¨®n sobre un proyecto de este tipo hay que tomarla mirando a los ojos de quienes han visto c¨®mo la falta de lluvias destru¨ªa sus medios de vida. Pero debemos preguntarnos si aceptar estos fondos no supone bendecir el objetivo con el que han sido aprobados. El final de este camino de cobard¨ªa y miop¨ªa de los l¨ªderes europeos no es el cierre de un par¨¦ntesis en la deriva de la ayuda, sino la descomposici¨®n cr¨®nica de un modelo que fue concebido para salvar vidas y ofrecer oportunidades y que hoy podr¨ªa quedar al servicio de la gendarmer¨ªa. Y eso ser¨ªa sencillamente imperdonable.
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