Bienvenidos a la era de la ¡®nanofama¡¯, donde nadie conoce a nadie
La idea de celebridad alcanz¨® m¨ªnimos hist¨®ricos con los ¡®realities¡¯. Justo cuando cre¨ªamos que todos terminar¨ªamos siendo populares, el mundo cambi¨® de idea
George Michael decidi¨® en 1990 dejar de hacer promoci¨®n de sus discos. Nada de entrevistas. Nada de v¨ªdeos. ¡°No creo que pueda soportar otros diez o 15 a?os de exposici¨®n medi¨¢tica¡±, declaraba el recientemente fallecido m¨²sico. ¡°Creo que esa es la mayor tragedia de la fama¡±. El rotativo estadounidense Los Angeles Times se hizo eco de la decisi¨®n, Frank Sinatra ley¨® el art¨ªculo y decidi¨® escribir una carta al peri¨®dico que arrancaba as¨ª: ¡°Venga, George. Rel¨¢jate. Fluye. Desempolva esas alas tuyas, vuela hasta la luna y si¨¦ntete agradecido de llevar esa carga con la que todos hemos tenido que lidiar esas noches de concierto en las que dorm¨ªamos en autobuses y ayud¨¢bamos al conductor a desmontar los instrumentos¡±.
¡°Ser periodista de espect¨¢culos hoy significa escribir sobre lo que sucedi¨® en las redes sociales 12 horas despu¨¦s de que eso tuviera lugar¡± Dean Piper, antiguo columnista del ¡®Sunday Mirror'
Sinatra se mofaba de Michael, porque coincid¨ªa con George en que la fama es un accidente, pero ¨¦l adem¨¢s era consciente de un dato clave para entender ese accidente: el que lo sufre jam¨¢s se recupera. Como siempre hab¨ªa sucedido e iba a seguir sucediendo d¨¦cadas despu¨¦s, la vieja generaci¨®n de celebridades trataba a la nueva con desprecio y paternalismo.
A finales de la pasada d¨¦cada, se public¨® en Cyberpsychology, un medio cient¨ªfico estadounidense, un estudio sobre las aspiraciones de los ni?os yanquis entre 1997 y 2007. Al inicio del trabajo, la respuesta sobre los valores en los que cre¨ªan los chavales de 11 a?os dec¨ªa que prevalec¨ªa el sentimiento de comunidad, seguido de la benevolencia. Al final, ya en pleno siglo XXI, el primero era la fama.
Lo de sentirse parte de algo hab¨ªa ca¨ªdo hasta el puesto 11?. La benevolencia aparec¨ªa en el 15?. Era ya 2007 y ser c¨¦lebre era algo que se pod¨ªa perder, porque ya no era un accidente asociado al ¨¦xito, sino algo buscado conscientemente. Incluso desde el fracaso. De un modo u otro hab¨ªa que encontrar la forma para que la mayor¨ªa de personas sintiese que era famosa. Gran Hermano sali¨® regular, pero Instagram est¨¢ siendo un verdadero ¨¦xito. La fama era algo que el a?o pasado deseaban el 54 % de los adolescentes brit¨¢nicos. Y en la tele no caben todos.
¡°La celebridad es algo que se ha ido reduciendo a c¨ªrculos cada vez m¨¢s peque?os a medida que se han democratizado las herramientas a trav¨¦s de las cuales se fabrica esa fama. Estas ya no est¨¢n en manos de grandes conglomerados medi¨¢ticos, sino que pueden ser manejadas por cualquiera¡±, apunta James Bennett, de la Universidad de Londres y editor de Celebrity Studies Journal, medio que trata con la realidad de la fama. Frank Sinatra y George Michael, aunque cada uno entendiera la fama de forma distinta, eran dos caras de la misma moneda. Artistas reconocidos y celebrados por su talento con cuya existencia estaban familiarizados abuelos, padres e hijos.
La televisi¨®n era el medio que todos atend¨ªan. Exist¨ªan cuatro, cinco cadenas. Era muy probable que m¨¢s de la mitad del tiempo que alguien pasaba frente al televisor lo gastara viendo cosas sobre las que no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s. ¡°El primer cambio tuvo lugar cuando el esquema de grandes cadenas de televisi¨®n dio paso a la era de las 500 emisoras a trav¨¦s del cable. Luego, sucedi¨® algo parecido en Internet. De Myspace o Facebook, que ejerc¨ªan el mismo rol que las viejas emisoras de televisi¨®n, se pas¨® a una plataforma para cada perfil de intereses y se volvi¨® a abrir la prospecci¨®n de la fama. Con cada movimiento de este tipo se han creado no solo nuevos perfiles de celebridad, sino nuevos clientes para cada perfil. Por ejemplo, Vine tiene m¨¢s de 200 estrellas propias, cada una con m¨¢s de un mill¨®n de seguidores. Fuera de ese mill¨®n, casi nadie sabe qui¨¦nes son¡±, informa Brad Kim, editor de Know Your Meme, una base de datos de contenido viral.
No hay que confundir estos famosos con los fen¨®menos virales de hace unos a?os. Entre esos casos pod¨ªa incluirse, por ejemplo, el de Cory Kennedy, celebrado ¨¦xito de cr¨ªtica y p¨²blico online en 2006, cuando fue coronada como la It Girl de Internet. Meses despu¨¦s termin¨® internada por sus padres en un psiqui¨¢trico y hoy es un vago recuerdo generacional. Ella forma parte de lo que se ha llamado microfama, que es aquella propulsada por las redes con gran potencia durante un breve periodo de tiempo y que luego desaparece sin hacer apenas ruido.
Lo que estamos viendo hoy con estrellas de Instagram, como Cameron Dallas, de Youtube (Alex Mandel), o de Snapchat (Shaun McBride), se llama nanofama: gente muy conocida a trav¨¦s de una plataforma por su talento para empatizar con los usuarios de la misma, pero pr¨¢cticamente desconocida m¨¢s all¨¢ de esos confines. ¡°Ser periodista de espect¨¢culos hoy en d¨ªa significa escribir sobre lo que sucedi¨® en las redes sociales 12 horas despu¨¦s de que eso tuviera lugar¡±, apunta Dean Piper, antiguo columnista especializado en famosos del Sunday Mirror.
A finales del pasado mes de febrero, L¡¯Or¨¦al lanzaba una nueva campa?a publicitaria. Se supon¨ªa que la protagonizaban 13 celebridades, pero el rotativo brit¨¢nico Daily Mail manifest¨® serias dudas al respecto. ¡°?Cu¨¢ntas de estas superestrellas reconoce usted? Cheryl Cole y Helen Mirren destacan, pero ?qui¨¦nes son los dem¨¢s?¡±, titulaban.
Luego proced¨ªan a presentar al resto de protagonistas de esta campa?a solidaria. De Chez Trust destacaban sus 240.000 seguidores en redes y que solo come pollo. De Marcus Butler, que cuenta con cinco millones de seguidores y que le gusta grabarse cantando tras haber inhalado helio. ¡°La brecha generacional que se ha abierto es bestial¡±, informa ?lvaro Garc¨ªa Bermejo, director de Cuore. ¡°A¨²n no sabemos muy bien c¨®mo va a salir esto. Muchos a¨²n flipamos cuando nuestros hijos nos muestran youtubers que tienen millones de seguidores y cuyo nombre jam¨¢s reconoceremos. La diferencia entre esta generaci¨®n de famosos y la anterior, la de los concursantes de reality, es que de estos sabemos a¨²n poco¡±.
Hablamos con ?lvaro el d¨ªa que en la portada de su medio apareci¨® Dulceida, matrona de los instagrammers nacionales (1,6 millones de seguidores). ?No teme que sus lectores se pregunten si esa chica es famosa? ¡°En la foto sale ella con una teta al aire que se ha salido de su sitio de forma espont¨¢nea. Una teta es una teta. Y eso ha sido, es y ser¨¢ siempre de inter¨¦s¡±. Vivimos en la era de la fama nada accidental y muy fragmentada, pero cuando se sale un pecho, volvemos de cabeza al lugar del que todo esto procede: la universal curiosidad por saber qu¨¦ hacen los dem¨¢s.
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