De vendedora callejera en Kinshasa a reconocida actriz de cine
V¨¦ronique Tshanda, premiada por su interpretaci¨®n en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria
La novel int¨¦rprete congole?a V¨¦ro Tshanda Beya Mputu se ha alzado con el premio a mejor actriz en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, celebrado este mes en la isla. Encandil¨® al jurado con su interpretaci¨®n en la pel¨ªcula F¨¦licit¨¦, cuarta obra del director francosenegal¨¦s Alain Gomis (Par¨ªs, 1972), una cinta que narra las desventuras de una madre soltera en Kinshasa y que ha conseguido ser la ¨²nica africana en el programa de la Berlinale de este a?o, donde logr¨® el premio del jurado, y alzarse con el Etal¨®n de oro de Fespaco. La actriz comparti¨® podio en la capital grancanaria con las pel¨ªculas Bitter Money (Wang Bing, 2016) y K¨¦kszak¨¢ll¨² (Gast¨®n Solnicki, 2016), el actor Adam Horovitz (Golden Exits) o la actriz Charo Santos-Cocio, que obtuvo menci¨®n especial por su trabajo en The woman who left (Lav D¨ªaz, 2016).
V¨¦ro Tshanda Beya posa, sonriente, en Casa ?frica, junto a una instalaci¨®n de la nigeriana Otobong Nkanga que denuncia la destrucci¨®n de la tierra africana a causa del expolio de sus minerales y riquezas. Parece m¨¢s abarcable tras bajarse de los tacones del estreno de la noche anterior, en unos sencillos vaqueros, arropada en una rebeca, sin joyas ni maquillaje y con el pelo natural y corto aureol¨¢ndole la sonrisa.
Vendedora callejera hasta hace unos meses, V¨¦ro es, sobre todo, una mujer que sonr¨ªe. Ora con timidez ora abiertamente. En este momento concreto, con una c¨¢mara apunt¨¢ndole, resulta misteriosa, como una especie de Ava Gardner negra: recuerda a una condesa descalza que acabe de autopropulsarse hasta aqu¨ª desde las calles de Kinshasa. Su misi¨®n es pasear su desparpajo y su ternura sin filtros por una alfrombra roja. Vive una especie de cuento de hadas y todav¨ªa no sabe que le espera un premio al final de esa alfombra.
Sin experiencia previa en teatro o cine, V¨¦ro carga sobre sus anchos hombros el peso de un largometraje agobiante, que trepida en unas calles que nunca duermen ni dan respiro y del que nos quedan, grabadas a fuego en la memoria, las expresiones de angustia o alegr¨ªa de su cara. Y sin experiencia previa en el mundo de la m¨²sica, V¨¦ro tambi¨¦n canta al ritmo de Kasa? Allstars, cuyos sonidos son la raz¨®n confesa de Alain Gomis para la elecci¨®n de Kinshasa como escenario de esta pel¨ªcula.
"Fui a un casting en Kinshasa, en mi ciudad, en el Congo", declar¨® V¨¦ro en la rueda de prensa de presentaci¨®n de la pel¨ªcula. "Una amiga que es actriz me llam¨® para decirme que hab¨ªa un proceso de selecci¨®n para una pel¨ªcula. Me present¨¦ e hice la prueba m¨¢s de siete veces", dijo
De la calle a la pantalla
Hay poca informaci¨®n sobre V¨¦ro Tshanda Beya en los medios y su historia se repite en pocos p¨¢rrafos, de manera sucinta: procede de la provincia de Kasa?, en el centro de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, una zona donde la violencia pol¨ªtica se ha normalizado desde hace unos ocho meses y en la que la ONU habla de m¨¢s de 400 muertos desde agosto del a?o pasado.
V¨¦ro vive en Kinshasa, Kin, como le gusta denominar a la megal¨®polis que acoge m¨¢s de 10 millones de almas. All¨ª trabajaba como vendedora callejera de ropa, formando parte de la econom¨ªa informal de un pa¨ªs desmesurado y de una capital igualmente desmesurada, extrema, ¨²nica. "La pel¨ªcula est¨¢ hecha para los habitantes del Congo, de Kinshasa precisamente", remarc¨® en la rueda de prensa. "Refleja la ciudad", consider¨®.
Tiene 31 a?os y como su personaje, es una madre soltera que se busca la vida en una jungla urbana especialmente dura. "Hice estudios de comercio y despu¨¦s estuve en lo informal, en el comercio callejero", cont¨®. Tambi¨¦n explic¨® que lo ¨²nico que la vinculaba con el cine era su amor por las pel¨ªculas y las telenovelas. "Como no sab¨ªa demasiado sobre el medio, me cost¨® adaptarme", reconoci¨® la ahora actriz. "En las pruebas hab¨ªa mucha gente, gente profesional, de la televisi¨®n, gente conocida. Yo llegu¨¦ as¨ª y Alain buscaba un ideal. Pero no s¨¦ si a m¨ª o a otra persona. Fue eliminando a gente hasta que se qued¨® conmigo", a?adi¨®.
Se dice que Alain Gomis prefer¨ªa una F¨¦licit¨¦ m¨¢s joven, pero la espontaneidad y el carisma de V¨¦ro cambiaron el final de la historia. "Hice mi primera prueba y despu¨¦s de tres meses, como no me llamaron, pens¨¦ que desgraciadamente hab¨ªa fracasado", rememor¨® la int¨¦rprete. "Me volvieron a avisar tras esos tres meses e hice de nuevo la prueba. Despu¨¦s otra vez a los dos meses. Me llamaron y me llamaron hasta que lleg¨® el momento en que me dijeron que era a m¨ª a quien escog¨ªan", record¨®.
A partir de aqu¨ª empez¨® la conversi¨®n, en apenas unas semanas, de vendedora callejera a actriz y a su personaje, una cantante de bar llamada F¨¦licit¨¦. "No soy cantante, pero aprend¨ª a hacerlo", precis¨® V¨¦ro entre risas, antes de filosofar: "En la vida est¨¢n el momento y el talento. No s¨¦ si es mi momento o mi don, pero s¨ª creo que el comercio no era lo m¨ªo".
La m¨²sica, otro personaje
V¨¦ro Tshanda Beya confes¨® que el gui¨®n de F¨¦licit¨¦ le lleg¨® al coraz¨®n, la conmovi¨®. "Es una historia que hace da?o", dijo y afirm¨® que, para estar a la altura de ese gui¨®n, trabaj¨® furiosamente durante semanas. "Casi no dorm¨ªa, trabajaba y trabajaba", record¨®.
Durante noches en blanco y largas jornadas, V¨¦ro se empe?¨® en aprender sus di¨¢logos y en meterse en la piel de F¨¦licit¨¦, adem¨¢s de bordar seis temas musicales en lingala, tras pasar apenas dos semanas encerrada en su habitaci¨®n con una profesora de canto.
"Me duele que no sepan lo que dicen las canciones. La m¨²sica acompa?a a la pel¨ªcula. Transmite un mensaje. Cada vez, con cada suceso, hay una m¨²sica que le acompa?a. Las canciones son m¨¢s fuertes que lo que ven. Si comprendieran su mensaje, sabr¨ªan que la m¨²sica es m¨¢s fuerte que las escenas", apostill¨® y habl¨® de algunas de sus canciones, como aquella en la que una orgullosa F¨¦licit¨¦ pide ayuda sin pedirla expl¨ªcitamente para poder pagar el tratamiento de su hijo. U otra en la que, totalmente desesperada, quiere morir, "ir al otro lado" y no quedarse en este mundo con su hijo amputado. O la de su redenci¨®n, en la que encuentra la fuerza para continuar, el orgullo de seguir viva y las ganas de amar.
Naufragio
La historia de F¨¦licit¨¦ es tremendamente dura: la narraci¨®n de un naufragio individual y colectivo, de millones de almas, en un pa¨ªs en descomposici¨®n, donde s¨®lo el dinero (y no siempre) salva.?
Verdadera madre coraje, F¨¦licit¨¦ cuida sola de su hijo adolescente. Un d¨ªa aciago, una moto atropella al muchacho en la calle y la vida de F¨¦licit¨¦ se vira. Ingresado en un hospital, hace falta dinero para pagar sus cuidados, su estancia en el centro sanitario. La madre coraje de Kin est¨¢ contra las cuerdas. Al igual que gran parte de una sociedad acosada por el desempleo, la miseria, la inestabilidad pol¨ªtica y la guerra. Un pa¨ªs condenado en su mayor¨ªa a una vida en escombros con una sanidad en ruinas, unos servicios al ciudadano inexistentes y una educaci¨®n que tambi¨¦n se desmorona. Parad¨®jicamente, sobre uno de los suelos m¨¢s ricos y f¨¦rtiles del planeta.
"Es un problema de ?frica, no s¨®lo de Kinshasa", se?al¨® V¨¦ro, dejando la sonrisa aparcada por un momento. "No quiero generalizar, aunque sea algo que pasa por todo el continente. Lo social no est¨¢ demasiado desarrollado, no es como en Europa. Hay una parte de la que se encarga el estado, pero en Congo cuando te pones enfermo, t¨² te tienes que encargar de ti mismo. Si no tienes dinero, no puedes tener cuidados". Y enumer¨® las dificultades cotidianas del congole?o medio: hace falta dinero para comer, hace falta dinero para vestirse, hace falta dinero para los cuidados m¨¦dicos, hace falta dinero hasta para respirar. "Si no tienes dinero, est¨¢s jodido", concluy¨® con firmeza V¨¦ro Tshanda Beya, de nuevo sonriendo.
Adem¨¢s de cantar y ejercer de madre coraje, F¨¦licit¨¦ es una mujer trabajadora, orgullosa y fuerte, en la que V¨¦ro siente que se encarnan muchas mujeres del continente, luchadoras y tenaces como ella misma. "La historia de F¨¦licit¨¦ es la historia de las mujeres en todo el mundo, pero sobre todo en Congo y precisamente en Kinshasa. Ah¨ª hay mujeres que son independientes y dignas, mujeres que no mendigan ni hacen cualquier cosa por dinero. Hay gente que se burla de las africanas, pero hay muchas que son dignas, que se respetan a s¨ª mismas", se?al¨® y rindi¨® homenaje a esas mujeres que, sin apoyos, se buscan la vida cada d¨ªa para mantener sanas y unidas a sus familias y proteger a sus hijos. Dijo que la batalla constante las hace duras. "Todo eso hace fuertes a las mujeres", concluy¨®.?
V¨¦ro, que acudi¨® de invitada al festival gracias a la colaboraci¨®n de Casa ?frica, y F¨¦licit¨¦ tendr¨¢n su alfombra roja tambi¨¦n en Kin La Bella, antes de final de a?o. La Cenicienta que canta en lingala surcar¨¢ de nuevo las calles que la conocieron en d¨ªas peores y que entonces recibir¨¢n a una estrella, cargada de premios y resplandeciente.
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