Con las misioneras del dolor
Al centro de la Madre Teresa en Calcuta acuden cientos de enfermos a pasar sus ¨²ltimos d¨ªas y de voluntarios internacionales deseosos de ayudar. La canonizaci¨®n de la fundadora levant¨® pol¨¦mica

Tres hileras de enfermos se funden bajo el calor que soporta una de las mayores urbes del planeta. Apenas pueden moverse de sus camillas. Esperan sus curas diarias con resignaci¨®n. Estamos en Calcuta, al este de la India, con cinco millones de personas y una temperatura media de 27 grados cent¨ªgrados que llega a los 43 en determinados meses. Aqu¨ª, el centro de Misioneras de la Caridad fundado por la Madre Teresa resiste el paso de los a?os sirviendo a aquellos que van a abandonar irremediablemente la vida. De nombre Kalighat y abierto en 1952, fue el inicio de un icono del catolicismo que gan¨® el Premio Nobel de la Paz hace cuatro d¨¦cadas y acaba de ser canonizado. Sus actividades, no obstante, han estado cargadas de pol¨¦mica: algunos las alaban como un ejercicio de amor incondicional al ser humano; otros las tachan, precisamente, de inhumanas.
Situado muy cerca del Barrio Rojo, famoso nicho de prostituci¨®n al sur de la ciudad, el centro de Misioneras se ha erigido como la meca del voluntariado internacional. Miles de personas eligen el lugar como espacio donde tender una mano a los m¨¢s necesitados. Dentro de ¨¦l, el dolor se palia con fe. Cuando no existe tratamiento, el paciente est¨¢ llamado a atravesar un recorrido m¨ªstico que descubra la presencia de lo supraterrenal en su interior. La aflicci¨®n ser¨¢ su ¨²nico remedio. As¨ª lo determin¨® la Madre Teresa, creadora de este hogar y llamada originalmente Agnes Gonxha Bojaxhiu (Skopje, Macedonia, 1910- Calcuta, India, 1997).
¡°El sufrimiento en s¨ª mismo no tiene ning¨²n sentido, pero cuando permito que sea Cristo quien sufra en m¨ª, cuando Cristo me permite compartir su pasi¨®n, entonces tiene un significado tremendo. Es el mayor regalo que Dios puede darle a un alma¡±, rezaba la religiosa. Su biograf¨ªa se ciment¨® en la creaci¨®n de m¨¢s de 50 centros de Misioneras de la Caridad por el mundo. El principal, el ya citado de Calcuta (obtuvo la nacionalidad india), fue su mascar¨®n de proa. Aquel con el que ayudar a ¡°los m¨¢s pobres de los pobres¡±, objetivo de su orden, se hizo m¨¢s flagrante. Aquel en el que se funden las hileras de camillas.
Algunos alaban las actividades del Centro como un ejercicio de amor incondicional al ser humano; otros las tachan, de inhumanas
Gracias a ¨¦l (y a su labor en general) consigui¨® el Premio Nobel de la Paz en 1979 y se reflej¨® al mundo la devoci¨®n con la que esta ¡°santa de las alcantarillas¡± ejerc¨ªa su trabajo. Dos milagros de curaci¨®n, adem¨¢s, abrieron la puerta a la reciente canonizaci¨®n por parte del Papa Francisco, el pasado mes de septiembre. Entonces, Bikash Ranjan Bhattacharya, alcalde de Calcuta entre 2005 y 2010, clam¨® ¡ªseg¨²n lo recogido en un art¨ªculo de EFE¡ª contra su figura. ¡°Todo el proceso es irracional, nada cient¨ªfico. Eso de los milagros es una tonter¨ªa¡±, dijo a prop¨®sito de su hueco entre el santoral. Tambi¨¦n critic¨® la imagen negativa que hab¨ªa dado de la ciudad, caracterizada por ¡°sitios de mendigos y leprosos¡± cuando ¡°si le preguntas a la gente normal, apenas representa su legado¡±.
Su congregaci¨®n, formada por centenares de devotas, s¨ª que sigue en pie. Lo atestigua la serie de im¨¢genes que acompa?a este art¨ªculo y lo rememoran los voluntarios que pasan por all¨ª a diario. Una de ellas, la inglesa Verity Worthington, cuenta en la p¨¢gina web del centro como esta experiencia ¡°empuja a la humildad¡± y ¡°devuelve mucho m¨¢s de lo que das¡±. ¡°Kalighat es, sobre todo, un lugar muy especial. Es tranquilo. Es un lugar donde se encuentran las l¨¢grimas de los moribundos y de los que se buscan, un lugar donde se ven Oriente y Occidente, donde las fronteras se rompen¡±, describe. ¡°Me sent¨ªa humilde en presencia de la se?ora que me dio las gracias por ayudarle a comer; humilde delante de esta se?ora que se acurruc¨® en un rinc¨®n de la cama, sollozando, que me dej¨® sentarme con ella; humilde delante de la mujer que sufr¨ªa de unas quemaduras que la atormentaban y le hac¨ªan la vida diaria una agon¨ªa insoportable, pero que levant¨® las manos en se?al de gratitud para el doctor¡±.
¡°Las misioneras acogen a toda aquella persona sin medios que est¨¢ enferma, abandonada, en fase terminal, discapacitado, y le dan cobijo, alimento, curas, etc¨¦tera¡±, apunta Alejandro Coma Tatay, de 51 a?os. Este voluntario espa?ol, que pas¨® all¨ª dos meses en 2009, relata as¨ª la rutina de sus jornadas: ¡°A las siete de la ma?ana nos reun¨ªamos todos los voluntarios con las internas. Desayun¨¢bamos, se hac¨ªa un rezo y de ah¨ª nos ¨ªbamos cada uno a nuestro centro de trabajo, que pod¨ªa ser el de Prem-Dam o el de Daya-Dan. Yo trabajaba en los dos. Cambiaba a otro por la tarde. Los horarios eran de ocho a 12 y media y de tres a seis¡±. Los servicios prestados solo inclu¨ªan el desayuno. Lo dem¨¢s corr¨ªa a su cargo, incluso la vivienda, en una calle c¨¦ntrica que alberga la mayor¨ªa de hostales econ¨®micos.
El centro de la Madre Teresa se ha convertido en lo que algunos definen como ¡°moridero¡±. Y los reproches no se han hecho esperar
Su experiencia junto a otros 50 voluntarios y 15 trabajadoras, le supuso ¡°ser mejor persona¡± y sentirse ¡°mucho m¨¢s fuerte¡±. ¡°Lo recomendar¨ªa yendo bien preparado emocionalmente y dispuesto a adaptarse a aquellas circunstancias¡±, concede, reconociendo no saber que haya voces en contra y laureando la funci¨®n que tiene el centro ¡°al que espera volver¡±. Estas valoraciones tambi¨¦n se dirigieron en su d¨ªa a la Madre Teresa, de quien destacaron su dedicaci¨®n infatigable, continua, sin descanso.
Nadie dejaba de lado el empe?o por acompa?ar a los inquilinos de su ¡°casa¡± todos los d¨ªas, sin tregua. El peregrinaje a estos lugares se hac¨ªa desde cualquier punto de la India, un pa¨ªs de 1.300 millones de personas con uno de los mayores ¨ªndices de pobreza extrema en el mundo, seg¨²n datos del Banco Mundial: aunque su Producto Interior Bruto (PIB) sea de 1.500 billones de d¨®lares (1.410 de euros) y mantenga un crecimiento del 5% desde 2011, el 21,2% de la poblaci¨®n vive con menos de un euro al d¨ªa. El acceso a necesidades b¨¢sicas, como el agua, es inexistente en muchos de sus suburbios.
Entre estas coordenadas, el centro de la Madre Teresa se ha convertido en lo que algunos definen como ¡°moridero¡±. Y los reproches no se han hecho esperar. Hemley Gonz¨¢lez, antiguo voluntario estadounidense de origen cubano que despu¨¦s cre¨® la ONG Caridad Responsable en Calcuta, declar¨® a EFE que se qued¨® ¡°horrorizado¡± por los m¨¦todos de las misioneras, por su ¡°falta de higiene sanitaria¡±, ¡°baja o nula calidad de las medicinas¡± y la ¡°falta de capacitaci¨®n¡± en el manejo de enfermos. ¡°Hay una sistem¨¢tica violaci¨®n de los derechos humanos y un esc¨¢ndalo financiero monumental", zanj¨®. Pero fue el quiz¨¢ mayor oponente a su obra, el escritor ingl¨¦s ya fallecido Christopher Hitchens, el que narr¨® con mayor precisi¨®n estas actividades. Lo hizo en el documental ¡®?ngel del infierno¡¯, de 1994, y en el libro ¡®La postura del misionero. La Madre Teresa en la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica¡¯, publicado un a?o despu¨¦s. Una de las conclusiones era esta: el centro era un lugar en el que el tratamiento m¨¦dico era rudimentario o inexistente y, ¡°cuando ella cay¨® enferma, vol¨® en primera clase a una cl¨ªnica privada de California¡±. Nada, asegura, de postrarse en cualquiera de los catres que se funden bajo el sol de Calcuta.
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