Mecahattan
Antes de que Mahoma predicara el islam, la Meca ya era para los paganos una ciudad santa, entre los cuales se encuentran lugares de vital importancia religiosa como, por ejemplo, la Kaaba.
A tan solo 80 kil¨®metros del Mar Rojo se encuentra la ciudad de La Meca, una de las principales ciudades de la regi¨®n del Hiyaz, en Arabia Saudita. Con una poblaci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n y medio de habitantes, La Meca recibe cerca de tres millones de peregrinos para realizar el Hajj -o el peregrinaje mayor- durante el duod¨¦cimo mes del calendario musulm¨¢n. Pero durante todo el a?o, tambi¨¦n se realiza la peregrinaci¨®n menor o Umrah, lo cual genera un total que alcanzar¨ªa los 13 millones de visitantes anuales.
A pesar de tener este gran volumen de peregrinos, la ciudad natal de Mahoma y el lugar m¨¢s sagrado del islam ya no es lo que se conoc¨ªa como un recinto de peregrinaci¨®n y culto, sino que m¨¢s bien, con el paso del tiempo, se est¨¢ convirtiendo en un gran parque tem¨¢tico lleno de centros comerciales, hoteles de lujo y centros de ocio. Paralelamente, un gran volumen de asentamientos humanos autoconstruidos situados en la periferia de la ciudad est¨¢n empezando a formalizarse haciendo visible, en conjunto, las desproporcionadas desigualdades urbanas que padecen la mayor¨ªa de las ciudades del mundo.
Con una inversi¨®n de m¨¢s de 3100 millones, uno de los proyectos m¨¢s recientes situado a tan solo dos kil¨®metros de la Gran Mezquita de Masjid al-Haram, ha sido la construcci¨®n del Hotel Abraj Kudai, considerado el m¨¢s grande del mundo. Se trata de un complejo de 12 torres que en conjunto tendr¨¢n 10.000 habitaciones, un centro comercial, m¨¢s de 50 restaurantes y cuatro helipuertos, adem¨¢s de contar con cinco plantas para la familia real saud¨ª.
Lamentablemente, edificios hist¨®ricos han sido demolidos para poder alzar estos hoteles de lujo y complejos tur¨ªsticos que no encajan, en absoluto, con el paisaje urbano del lugar. La esencia del viaje espiritual y peregrinaci¨®n, a simple vista, es imperceptible e inexistente.
Parece que el mensaje de la peregrinaci¨®n, el cual mantiene que ricos y pobres son iguales ante Dios, se est¨¢ desvaneciendo en la ciudad sagrada. Las autoridades saud¨ªes, sin embargo, alegan que lo primordial es cubrir las necesidades y comodidad de los peregrinos adinerados.
¡°Los rascacielos est¨¢n en todo el mundo, no solo aqu¨ª. Y alojar confortablemente a las personas es m¨¢s importante que conservar un monumento¡±, as¨ª lo mencion¨® el pr¨ªncipe Khaled al Faisal, emir de La Meca en una entrevista con la BBC para justificar la destrucci¨®n de una fortaleza otomana y construir en su solar otro edificio pol¨¦mico.
Otro de los proyectos realizados, y quiz¨¢, el que m¨¢s impactante a nivel visual, es la construcci¨®n del Hotel Makka Royal Clock Tower, tambi¨¦n conocido como las Torres Abraj Al-Bait. Este proyecto forma parte de un extenso programa de desarrollo que comenz¨® en la d¨¦cada de 1960 para ampliar la ciudad sagrada. Contiene la torre del reloj, similar al Big Ben, con la diferencia que ¨¦sta tiene 600 metros de altura (5 veces mayor que la torre inglesa).
Lo sorprendente de este hotel, es que se asoma a la Kaaba, el santuario que alberga la Piedra Negra, la reliquia del para¨ªso seg¨²n la tradici¨®n isl¨¢mica. Lo que es conocido como la ?casa de Dios?, donde lo divino toca lo terrenal, y hacia ella orientan su rezo los musulmanes de todo el mundo ubicando el oriente.
Esta edificaci¨®n, colocada junto a lo que se entiende como uno de los lugares m¨¢s sagrados del planeta, evidencia el grado de desproporci¨®n, disparidad (en todos los sentidos) y descontrol por parte de los ejecutores y entes responsables. Obviamente, los precios de este hotel solo son asequibles para unos pocos de los muchos que visitan diariamente la Meca.
Seg¨²n Irfan Al-Alawi, director de la Fundaci¨®n de Investigaciones sobre el Legado Isl¨¢mico, calcula que el 95 por ciento del patrimonio hist¨®rico de la ciudad, datado del siglo VII, ha sido demolido para alzar este tipo de construcciones de lujo.
La casa de Jadiya, la primera esposa de Mahoma, as¨ª como la Casa de Mawlid, donde se dice que naci¨® el profeta han sido demolidas. Los m¨¢s curioso, es que no ha habido casi voces cr¨ªticas al respecto de estas demoliciones y ahora los expertos est¨¢n escandalizados. De los quince barrios antiguos de la zona, quedan ¨²nicamente dos.
La casa donde vivi¨® Mahoma, emplazada en las afueras del per¨ªmetro sagrado, a¨²n se conserva. Pero, tal como asegura Ziauddin Sardar, consejero del Instituto Musulm¨¢n en Londres, los cl¨¦rigos m¨¢s radicales prefieren que se construya un aparcamiento.
?Y por qu¨¦? Simplemente porqu¨¦ los l¨ªderes religiosos conservadores no quieren que las casas ni tumbas asociadas al profeta sean lugares de oraci¨®n, ya que es equivalente a rezar a seres humanos, o sea, un sacrilegio.
Esta reconversi¨®n urban¨ªstica ha generado una gran burbuja inmobiliaria, donde hace 35 a?os un metro cuadrado se vend¨ªa a 3 d¨®lares y a d¨ªa de hoy, ya alcanzan los 22.000 d¨®lares en la periferia. En las cercan¨ªas de la Meca el precio por metro cuadrado de tierra puede alcanzar el medio mill¨®n de d¨®lares.
La Meca, ya no solo es destino de peregrinaje sino de bodas y convenciones, por la monumentalidad de sus edificaciones. Cada vez m¨¢s, el desarrollo urbano va ampli¨¢ndose continuando con las construcciones de grandes planes urban¨ªsticos, dando pie a grandes infraestructuras: carreteras, autopistas, metro, una l¨ªnea de AVE entre Medina y La Meca (construida por un consorcio espa?ol), etc.
El tr¨¢fico de peregrinos y visitantes es tan alto, que hay lista de espera para la obtenci¨®n de permisos ¨Cya que las infraestructuras se quedan cortas-. Muchos musulmanes ahorran toda su vida para poder visitar la Meca.
La cultura del peregrinaje, definitivamente, ha cambiado. Ya no es un rito transformador ni una experiencia espiritual. Es un ejercicio entre rituales y tiendas. Y todo esto porque las autoridades han buscado ganar beneficios con un parque tur¨ªstico que de dinero a la ciudad. Aunque, es demasiado tarde para frenarlo. Los sitios hist¨®ricos ser¨¢n destruidos y no habr¨¢ nada que proteger.
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