Se vende animal extinto por un euro
Marruecos es el epicentro mundial de la exportaci¨®n de f¨®siles, un sector sin regular, basado en la mano de obra barata y en el que conviven coleccionistas privados y cient¨ªficos
Benaqla Sadki es un hombre delgado, de manos rudas y sin apenas dientes. Dice que tiene 45 a?os, pero aparenta al menos diez m¨¢s. Este marroqu¨ª de la ciudad de Erfoud, al sureste del pa¨ªs, trabaja en un agujero de cinco metros que ha cavado a golpe de pico y pala. Saca los escombros escalando por las paredes con una agilidad pasmosa. Ha tardado un mes en abrir la fosa y a¨²n tendr¨¢ que seguir varios metros en horizontal antes de encontrar lo que busca. Trabaja as¨ª incluso en verano, con temperaturas que superan los cuarenta grados. ¡°Esto es lo que tengo que hacer para ganarme el pan¡±, dice en franc¨¦s.
Hace unos 450 millones de a?os, el desierto del S¨¢hara era el fondo del oc¨¦ano situado en torno al Polo Sur. Formaba parte del supercontinente de Gondwana. Las costas eran similares a las de la Ant¨¢rtida y en las aguas viv¨ªan trilobites, animales que desarrollaron ojos de cristal y exoesqueletos para protegerse de sus depredadores, orthoceras, cefal¨®podos parecidos a calamares con caparaz¨®n, y bivalvos similares a los actuales. Todos esos animales y muchos otros se extinguieron hace cientos de millones de a?os, pero sus cuerpos fosilizados siguen bajo tierra y se cuentan por millones.
¡°Gracias al comercio de f¨®siles se han definido en Marruecos cerca de un millar de especies nuevas de invertebrados paleozoicos¡±, explica Juan Carlos Guti¨¦rrez-Marco, investigador del CSIC, que viaja cada a?o en todoterreno a la zona desde Madrid
Sadki es uno de los cientos de buscadores de f¨®siles de esta zona des¨¦rtica del Anti-Atlas marroqu¨ª. Busca crinoides, animales marinos caracterizados por sus vistosos c¨¢lices y ped¨²nculos. El precio depende del tama?o de la pieza. ¡°Por una buena placa pueden darme 3.000 dirhams [unos 300 euros]¡±, se?ala. En ocasiones pasa hasta cuatro meses picando sin encontrar nada, asegura. Estos trabajadores son la mano de obra barata que sustenta el mercado de compra y venta de f¨®siles en Marruecos, uno de los principales exportadores a nivel mundial. En las tiendas de las poblaciones de Erfoud, Alnif o Rissani, se pueden comprar trilobites que caben en la palma de la mano por un euro (se venden por cajas de 200) y placas con varios de estos animales por m¨¢s de 1.000 euros. Hay hasta encimeras de cocina y lavabos hechos con piedra caliza llena de animales extintos. Una vez sacadas del pa¨ªs, las piezas m¨¢s valiosas se venden en Internet por decenas de miles de euros.
Toda esta actividad, que da de comer a muchas familias en la regi¨®n, no est¨¢ regulada. Gran parte de esta riqueza f¨®sil acaba en el extranjero, en la mayor¨ªa de casos sin pasar por el control de las autoridades.
En una de las entradas de Erfoud el sonido de las radiales es constante. En medio de nubes de polvo asfixiante hay de trabajadores con la cara y los ojos tapados por pa?uelos y gafas que cortan placas de f¨®siles para su posterior venta. Son el siguiente eslab¨®n de la cadena, los preparadores. Los m¨¢s cualificados usan tornos similares a los de un dentista y pulidores que escupen fina arena para separar los trilobites de la piedra hasta dejarlos casi totalmente separados sin da?ar las espinas defensivas de algunas especies. Adem¨¢s de los comercios abiertos al p¨²blico, algunos comerciantes tienen almacenes privados en los que ofrecen garras de dinosaurio por 250 euros, mand¨ªbulas de ballena extinta por 1.500 euros, o hachas de piedra talladas por humanos hace decenas de miles de a?os por 50 euros cada una. Una vez preparados para la venta, el precio de los f¨®siles en tienda es, por lo menos, el doble que el que se paga al picador, y a veces mucho m¨¢s.
Cient¨ªficos de varios pa¨ªses peregrinan a esta zona en busca de descubrimientos de alto impacto. Es una forma de hacer paleontolog¨ªa que empieza en tiendas o ferias de Europa o EE UU. Los investigadores preguntan a los vendedores por el origen de un f¨®sil de invertebrado o vertebrado interesante. El rastro les lleva a las muchas canteras del sureste de Marruecos. Si tienen suerte, los comerciantes locales les llevan hasta el sitio exacto de donde sali¨® una especie desconocida y los picadores les dejan excavar. Solo hay una condici¨®n, que les paguen por lo que encuentren.
¡°Gracias al comercio de f¨®siles se han definido en Marruecos cerca de un millar de especies nuevas de invertebrados paleozoicos¡±, explica Juan Carlos Guti¨¦rrez-Marco, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Cada a?o, este ge¨®logo hace un viaje de ida y vuelta en todoterreno desde Madrid a Marruecos para ver qu¨¦ animales nuevos se est¨¢n extrayendo, comprar alguna pieza interesante y realizar sus propias excavaciones en las zonas que a¨²n no est¨¢n explotadas. El investigador ha descrito tres nuevas especies y tiene otras siete en cartera.
Marruecos tiene amplios afloramientos del C¨¢mbrico, el Ordov¨ªcico, el Sil¨²rico y el Dev¨®nico, periodos geol¨®gicos que abarcan desde hace 540 millones de a?os a 350 millones de a?os. El hecho de que no haya capa de vegetaci¨®n que atravesar convierte a esta zona de Marruecos en uno de los mejores lugares del mundo para encontrar f¨®siles. ¡°Al ritmo actual de explotaci¨®n, las reservas tardar¨ªan siglos en agotarse¡±, asegura Guti¨¦rrez-Marcos.
Los comerciantes locales dejan excavar a los cient¨ªficos, si pagan
Uno de los hallazgos cient¨ªficos m¨¢s recientes en esta zona fue el anomalocaris gigante (Aegirocassis benmoulae), un artr¨®podo marino de unos dos metros de largo que era probablemente el animal m¨¢s grande del mundo hace unos 480 millones de a?os. Los cad¨¢veres de estos animales y otros de su ecosistema quedaron tan bien preservados en el sedimento que se fosilizaron los ¨®rganos y partes blandas, algo excepcional que solo es comparable con los famosos Esquistos de Burgess de Canad¨¢ y otros similares en China.
Mohamed Ben Moula, de 63 a?os, es un antiguo pastor de camellos reconvertido a buscador de f¨®siles. ?l hall¨® los primeros anomaloc¨¢ridos y se los vendi¨® a Brahim Tahiri, uno de los comerciantes de f¨®siles m¨¢s ricos de la zona. Tahiri se lo ense?¨® a Peter Van Roy, un investigador que ha trabajado para la Universidad de Yale (EE UU), quien, junto a otros colegas, estudi¨® y public¨® los detalles sobre esta nueva especie. Todos los f¨®siles descritos fueron excavados por Ben Moula. Entre 2009 y 2014, el Museo Peabody de Historia Natural de la Universidad de Yale compr¨® al marroqu¨ª toneladas de piedras con f¨®siles extra¨ªdas en sus canteras, un total de 10.000 espec¨ªmenes por el que desembolsaron unos 210.000 d¨®lares, explica Van Roy. El estudio m¨¢s importante sobre la nueva especie, firmado por Van Roy y Derek Briggs, veterano ge¨®logo de Yale y exdirector del Museo Peabody, se public¨® en la prestigiosa revista Nature, un podio para cualquier cient¨ªfico.
Van Roy destaca la labor de Ben Moula, pues sin su actividad comercial no ser¨ªan posibles descubrimientos como el suyo. Adem¨¢s el marroqu¨ª vende m¨¢s barato a los cient¨ªficos. ¡°Si miras estos precios y tienes en cuenta la cantidad de trabajo que se necesita para sacar toneladas de piedra, el precio de venta es una ganga¡±, reconoce Van Roy. Despu¨¦s de Yale, el Museo Real de Ontario (Canad¨¢) compr¨® este tipo de f¨®siles a los Ben Moula y en la actualidad la familia est¨¢ en proceso de vender m¨¢s material a museos europeos, dice Van Roy. El investigador reconoce las desigualdades entre los picadores que hacen el trabajo m¨¢s duro y los magnates como Brahim Tahiri. Este comerciante tiene una de las mayores tiendas de f¨®siles de Erfoud y dinero suficiente para viajar a EE UU a vender directamente a los coleccionistas con m¨¢s dinero. ¡°En las ferias de EE UU Tahiri llega a ganar medio mill¨®n de d¨®lares en una semana¡±, asegura Van Roy. Tahiri declin¨® ser entrevistado para este reportaje.
Hasnaa Chennaoui, ge¨®loga de la Universidad Hassan II de Casablanca, es secretaria general de la Asociaci¨®n para la Protecci¨®n del Patrimonio Geol¨®gico de Marruecos. Chenaui explica que la exportaci¨®n sin control de f¨®siles no es un caso aislado. El mes pasado una casa de subastas de Par¨ªs puso a la venta el esqueleto casi completo de un plesiosaurio marino de nueve metros por un precio inicial 350.000 euros. El f¨®sil, de 66 millones de a?os, proced¨ªa de las minas de Khouribga, en el sureste marroqu¨ª, sin que los expertos sepan c¨®mo pudo salir del pa¨ªs. La presi¨®n de la asociaci¨®n de Chenaui contribuy¨® a que el Gobierno marroqu¨ª interviniese para parar la venta, pero el f¨®sil a¨²n no ha vuelto al pa¨ªs, dice Chennaoui. ¡°Marruecos, con un patrimonio geol¨®gico tan rico, no tiene una regulaci¨®n espec¨ªfica para protegerlo¡± ni la ha tenido durante d¨¦cadas, explica. Esto hace que en la actualidad ¡°todo lo que se extrae sea exportado y no permanezca en el pa¨ªs¡±, asegura.
Su asociaci¨®n no apoya prohibir el comercio ni la exportaci¨®n de f¨®siles, especialmente porque muchas familias dependen del sector, pero s¨ª ha colaborado con el Gobierno para desarrollar una ley que regule los permisos de extracci¨®n y venta, d¨¦ derechos a los trabajadores, cree museos p¨²blicos que a su vez puedan generar turismo y desarrollo sostenible en la zona, promueva la formaci¨®n acad¨¦mica de la gente de la regi¨®n, y que impida la exportaci¨®n de los f¨®siles de mayor valor, se?ala la ge¨®loga. Seg¨²n Chennaoui, el desarrollo de esta regulaci¨®n, a cargo del Ministerio de Energ¨ªa, Minas, Agua y Medio Ambiente, se ha parado en los ¨²ltimos meses. ¡°Creo que les asust¨® el ruido medi¨¢tico con el caso del plesiosaurio y adem¨¢s recibieron presiones de los vendedores y comerciantes¡±, explica Chennaoui. Este peri¨®dico ha intentado recabar la versi¨®n del Gobierno marroqu¨ª sin ¨¦xito.
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