Buenos Aires
Desde aqu¨ª no escucho el crujido que anuncia que tantas cosas se est¨¢n viniendo abajo
Me ha recibido un oto?o espl¨¦ndido. D¨ªas radiantes, luminosos, y una temperatura amable, casi c¨®mplice. En La Rural, la Feria del Libro es una fiesta de encuentros con amigos y lectores. He venido a trabajar y sin embargo tengo la sensaci¨®n de estar de vacaciones, porque los d¨ªas se alargan, las citas se multiplican y el cansancio no aparece. No existe cambio de planes capaz de arruinar mi humor, ni siquiera el horario me est¨¢ afectando. Desde que llegu¨¦ duermo de un tir¨®n y me lo explico recordando que esta ciudad y yo somos viejos amantes. El flechazo que me deslumbr¨® cuando la conoc¨ª ha madurado conmigo, la despiadada seducci¨®n de la primera vez ha desembocado en un amor maduro, tranquilo, pero no por eso menos placentero. Como vi hace muchos a?os todo lo que hay que ver, paseo por sus calles sin la urgencia del turista, me dejo llevar por su voluntad y disfruto de cada rinc¨®n sin hacerme preguntas. Qu¨¦ bien, pienso solamente, qu¨¦ gusto, y de repente, me acuerdo de mi tel¨¦fono m¨®vil porque hace muchas horas que no lo veo. Se habr¨¢ descargado, pronostico, pero no, cuando lo saco del bolso le queda mucha bater¨ªa. Y entonces lo entiendo, comprendo mi bienestar, esta inesperada alegr¨ªa. Porque desde que llegu¨¦ no he sabido nada de la Operaci¨®n Lezo, de la familia Pujol, de la P¨²nica, de la G¨¹rtel, del fiscal Anticorrupci¨®n, de la Audiencia Nacional, de la c¨¢rcel de Soto del Real. La pestilencia de Espa?a no es lo suficientemente poderosa como para cruzar el oc¨¦ano, desde aqu¨ª no escucho el crujido que anuncia que tantas cosas se est¨¢n viniendo abajo. Por eso respiro tan bien, por eso camino con los pies ligeros. Pronto volver¨¦ a casa, pero en estos d¨ªas horribles, Buenos Aires me ha dado un nuevo motivo para amarla. No lo olvidar¨¦.
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