Adem¨¢s de ganar, Macron tiene que triunfar
El nuevo presidente franc¨¦s rompe con el relato de la derrota
Obtener una victoria como la lograda por Macron deber¨ªa ser suficiente para pasar a la historia sin tener que hacer nada m¨¢s. Algo as¨ª como lo que signific¨® el triunfo de Obama en las presidenciales de 2008; la historia de EE UU y la trayectoria personal del propio Obama convert¨ªan la llegada a la Casa Blanca de un afroamericano en un acontecimiento hist¨®rico que, con toda justificaci¨®n y a pesar de las cr¨ªticas que recibi¨®, merec¨ªa el Nobel de la Paz. ¡°?Por no hacer nada?¡±, protestaron muchos. ?Llegar a la Casa Blanca viniendo de donde ven¨ªa les parec¨ªa poco?
Cosas muy parecidas se pueden decir de la victoria de Macron en Francia. Vivimos tiempos de abatimiento colectivo por la crisis de la democracia representativa, el odio a los partidos pol¨ªticos, la desafecci¨®n pol¨ªtica, el miedo a la insostenibilidad del Estado del bienestar, el fin del empleo y el terrorismo yihadista.
En ese mundo, los europe¨ªstas, los creyentes en las sociedades abiertas, en el sano reformismo, en las posibilidades de que la ciencia, la tecnolog¨ªa y la cooperaci¨®n internacional traigan un futuro mejor, andan lastimosos hacia el desastre, como perros del collar, atados al relato del fin de todo lo bueno y el triunfo de lo malo. Muchos hab¨ªan tirado la toalla y se hab¨ªan abandonado al pesimismo antropol¨®gico e institucional. Parec¨ªa que todo el mundo se hab¨ªa vuelto loco: los trabajadores votaban a la extrema derecha, las sociedades se encerraban en la xenofobia y se lanzaban en brazos del nacionalismo m¨¢s retr¨®grado. Brexit, Trump, Erdogan, Putin... un mundo que se desmoronaba.
Pero hete aqu¨ª que aparece una figura como Macron y rompe con los moldes, desborda las instituciones, salta por encima de los partidos y los viejos clich¨¦s. Y gana. Y lo hace no con propuestas demag¨®gicas ni promesas f¨¢ciles sino con una apelaci¨®n a principios y valores que muchos se resist¨ªan a enarbolar con la firmeza e ilusi¨®n que merecen: el europe¨ªsmo, el pragmatismo, el cosmopolitismo, el sano patriotismo, la creencia en el esfuerzo, el progreso y el valor de la raz¨®n, individual y colectiva. Y gana, incre¨ªblemente, gana.
Pero ?ojo! Ha hecho lo imposible, pero ya lo ha hecho. A partir de hoy mismo, su victoria pertenece al pasado. No puede permanecer ni un minuto m¨¢s en ella. Puede que no sea justo, pero ni la vida ni la pol¨ªtica lo son. Pronto descubrir¨¢, aunque como pol¨ªtico curtido a pesar de su edad seguro que ya lo sospecha, si es que no lo sabe, que su victoria ya est¨¢ amortizada y la p¨¢gina pasada.
Con todo lo dif¨ªcil que ha sido ganar, triunfar lo va a ser a¨²n m¨¢s. En esa Francia, rota en tantos sentidos, en esta Europa, anquilosada en tantos frentes, en este mundo, tan necesitado de impulsos sanos que no aparecen por ninguna parte. ?Se conjurar¨¢n todos esos factores para impedir que el que ha ganado triunfe? Esperemos que no. A Macron le tienen que salir bien las cosas. Por el bien de todos.
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