El Caribe, un para¨ªso violento
La regi¨®n tiene la tasa m¨¢s alta de cr¨ªmenes con agresiones, seg¨²n un informe del BID
El Caribe es un lugar de paradojas y contrastes. Mientras miles de turistas est¨¢n tom¨¢ndose una caipiri?a en su hotel de lujo, los habitantes de los barrios m¨¢s humildes padecen unas tasas de violencia disparadas. Los visitantes pueden estar tranquilos, la sangre no les salpicar¨¢. El crimen en la regi¨®n est¨¢ recluido a zonas y personas muy concretas, seg¨²n un estudio que acaba de publicar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado Recuperando el para¨ªso en el Caribe: combatiendo la violencia con datos.
El contraste est¨¢ tambi¨¦n en el tipo de criminalidad de la regi¨®n: los robos sin violencia a la propiedad son bajos, pero las agresiones y las amenazas registran las tasas m¨¢s altas del mundo. Y la presencia de armas de fuego es casi el doble que la media global, seg¨²n las encuestas comparadas en las que se ha basado el documento, para el cual han sido entrevistadas 3.000 personas de cuatro ciudades de Trinidad y Tobago, Bahamas, Barbados, Jamaica y Surinam. Gracias a ellas se ha encontrado otra realidad llamativa: las v¨ªctimas solo denuncian a la polic¨ªa la mitad de los delitos que sufren.
Heather Sutton, coordinadora del estudio, explica que la encuesta ha permitido sacar a la luz rasgos muy particulares de la violencia que sufre el Caribe, que hasta ahora no estaban tan claros. ¡°Hemos comprobado que hay tasas muy altas de agresiones y amenazas, pero que no se producen de una forma aleatoria. No ocurren en todos los lugares ni a todo el mundo. Estamos hablando de j¨®venes varones de entre 18 y 24 a?os, de los estratos sociales m¨¢s bajos, que viven en barrios abandonados. Estas son las principales v¨ªctimas. Y, en su mayor¨ªa, fueron atacados por gente de su propio vecindario, incluso de su casa; personas que conocen¡±, explica.
El estudio es un primer paso crucial para buscar soluciones a estos problemas. ¡°Hasta ahora hab¨ªa muy pocos datos fiables. Sin ellos no se puede hacer un diagn¨®stico adecuado. Podemos creer que pasa algo y aplicar soluciones que suponemos efectivas, pero si todo esto no se mide, a menudo descubrimos que nos estamos equivocando¡±, justifica Sutton.
Hay tasas muy altas de agresiones y amenazas, pero que no se producen de una forma aleatoria. No ocurren en todos los lugares ni a todo el mundo
Otra de las realidades que se han de tener en cuenta para atajar el problema es que se ha detectado una alta tolerancia a la violencia entre los ciudadanos. Hay conductas que no son sancionadas socialmente, lo que ayuda a crear el caldo de cultivo para las cifras que pone de manifiesto el estudio. El propio informe propone una bater¨ªa de actuaciones para poner coto a estas tasas disparadas de agresividad en la regi¨®n, que van desde programas sociales para las familias a mejorar la legislaci¨®n o capacitar debidamente a la polic¨ªa. La principal conclusi¨®n es que el problema amerita una respuesta contundente que vaya m¨¢s all¨¢ de la meramente policial. ¡°La clave es buscar equilibrio entre prevenci¨®n y control. No se trata de elegir entre uno u otro. Est¨¢ claro que el crimen organizado no se cambia con programas para j¨®venes, pero tampoco solamente con polic¨ªas y c¨¢rceles¡±, reflexiona la coordinadora del informe.
Sutton propone intervenciones enfocadas a quienes padecen mayor riesgo, en funci¨®n de las condiciones sociales y geogr¨¢ficas. ¡°Con estos datos ahora se deber¨ªan aplicar pol¨ªticas cuyo ¨¦xito est¨¢ probado, como identificar d¨®nde ocurre la violencia, el momento del d¨ªa y que la polic¨ªa act¨²e en consecuencia¡±, a?ade. No se trata, pues, de llenar las calles de agentes, sino de que estos act¨²en de forma m¨¢s estrat¨¦gica en un ¨¢rea en la que el personal de las fuerzas de seguridad no es escaso en relaci¨®n con los habitantes.
Aunque la violencia del Caribe presenta ciertas peculiaridades, se enmarca en un contexto conflictivo. ¡°En Latinoam¨¦rica no se han consolidado sociedades pac¨ªficas e inclusivas¡±, asegura Pablo Ruiz Hiebra, coordinador en la regi¨®n del ¨¢rea de gobernabilidad y paz del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Coincide en que el sistema punitivo no puede ser la ¨²nica respuesta a un problema que se cimienta en dos grandes obst¨¢culos: la desigualdad y la ausencia de una buena gobernabilidad. ¡°No hay soluciones a corto plazo, sino a muy largo, que propicien que el Estado permita un ingreso econ¨®mico m¨¢s equilibrado entre los ciudadanos, acceso a salud y educaci¨®n, de forma que la gente, ante la falta de alternativas, no busque su futuro en la violencia, en las maras¡±, reflexiona.
¡°El reto es grande¡±, apunta el informe: ¡°Pero el Caribe puede volver a ser un para¨ªso combatiendo la violencia de forma inteligente y estrat¨¦gica¡±.
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