C¨®mo ayudar¨ªas a los refugiados con 17.000 millones
Invertir todo ese dinero en el control de las fronteras no es la soluci¨®n
Hace unas semanas sal¨ªa a la luz un v¨ªdeo con el que se prueba que la polic¨ªa costera italiana ignor¨® sistem¨¢ticamente avisos de socorro de embarcaciones de migrantes dentro del marco de su competencia costera.
Esto coincide con las constantes acusaciones por parte del director de Frontex: las organizaciones de socorro en el Mediterr¨¢neo est¨¢n ayudando a los traficantes de personas.
En realidad es muy sencillo, ya lo dijo claramente la secretaria de Estado brit¨¢nica Joyce Anelay en 2014 cuando el gobierno ingl¨¦s anunci¨® que no participar¨¢ en la financiaci¨®n de las labores de rescate del Mediterr¨¢neo: hay que dejar que se ahoguen, salvarlos tiene efecto llamada.
Cuando, durante la cumbre de Malta el pasado diciembre, se firm¨® el acuerdo de 200 millones de euros entre la Uni¨®n Europea y Libia, para que esta ¨²ltima reforzara el control de sus costas, aparecieron en sus aguas un par pateras hundidas con decenas de muertos.
Sin duda, pura coincidencia.
Libia es un pa¨ªs sin gobierno que, seg¨²n los informes oficiales de la Embajada de Alemania en N¨ªger, est¨¢ asesinando a refugiados en los campos financiados con dinero de la UE.
El jueves pasado la guardia costera italiana rescat¨® una embarcaci¨®n con 801 personas a bordo, la mayor¨ªa sirias, muchos de ellos ni?os.
No es casualidad, es el resultado directo de los acuerdos firmados entre Europa y Turqu¨ªa, un pa¨ªs en el que, por desgracia, no se sabe qu¨¦ est¨¢ haciendo con los refugiados ni con nuestro dinero.
Los campos los pagamos nosotros. No consta ning¨²n informe detallado de c¨®mo se est¨¢ usando ese dinero y desde luego resulta sospechoso (y es inadmisible) que existan varios campos de refugiados en los que nadie, ni los auditores de la UE, han podido poner un pie jam¨¢s.
En los campos a los que s¨ª han podido acceder autoridades y periodistas se cometen atropellos que est¨¢n siendo denunciados por m¨²ltiples organizaciones. Lo m¨¢s grave, es que ah¨ª las personas est¨¢n siendo privadas de libertad, como si fueran delincuentes.
En medio de todas estas pol¨ªticas deshumanizadas, surgen insumisos que no se resignan a cumplir leyes que atentan contra los derechos humanos, empezando por el derecho a la libertad de movimiento recogido en el art¨ªculo 13 de esa declaraci¨®n que maltratamos sin tregua.
La insumisi¨®n se paga cara. Hace una semana anunciaban que el tribunal de Niza pide unas penas de c¨¢rcel para cuatro jubilados que ayudaron a un grupo de refugiados a atravesar los Alpes en pleno invierno.
Los acusados alegan razones humanitarias, las autoridades tr¨¢fico de personas, aun a sabiendas de que nadie se lucr¨® con la acci¨®n.
Imagino la determinaci¨®n de esta gente ayudando a los refugiados y no puedo evitar pensar en las las personas que ayudaban a cruzar la frontera norte espa?ola en plena Guerra Civil. La historia se repite y no lo queremos recordar.
En todo este batiburrillo cada vez son m¨¢s las voces que se alzan pidiendo una acogida regularizada urgente.
El prestigioso centro de estudios brit¨¢nico ODI acaba de publicar un documento explicando c¨®mo Europa ha gastado m¨¢s de 17.000 millones de euros en el control de fronteras, sin que esto haya tenido un efecto notable.
En el a?o 2016 hubo un total de 890.000 peticiones de asilo en la UE, sin embargo solo hay registradas 330.000 llegadas, eso quiere decir que m¨¢s de medio mill¨®n de personas llegaron por rutas no oficiales. Seguramente tra¨ªdos por la mafia y sufriendo condiciones inhumanas.
La pregunta es sencilla y dolorosa.
?Qu¨¦ se podr¨ªa hacer con 17.000 millones de euros para asegurar la entrada y la integraci¨®n de refugiados y migrantes?
A m¨ª, al igual que a ustedes, se me ocurren miles de ideas. Lo curioso, lo triste, lo pat¨¦tico es que al gobierno de la Uni¨®n solo se le ocurre invertir el dinero en estados fallidos, muros y campos que vulneran sistem¨¢ticamente los principios ¨¦ticos y humanos promulgados con orgullo por la propia UE.
Este Art¨ªculo ha contado con la colaboraci¨®n del periodista Alberto Agurruza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.