Casas y almas de senegaleses en Madrid
El autor Nicol¨¢s Melini publica un libro sobre las vidas cotidianas de esta comunidad africana en la capital
En las calles de Madrid es normal cruzarse con africanos pr¨¢cticamente todos los d¨ªas, pero cu¨¢ntas veces uno se pregunta c¨®mo viven esas personas, cu¨¢les eran sus sue?os cuando emprendieron el viaje para llegar a Espa?a y en qu¨¦ se han quedado por el camino. Ahora tenemos la oportunidad de adentrarnos en las vidas de un colectivo concreto, el de los senegaleses, gracias a la experiencia personal de Nicol¨¢s Melini y su libro Africanos en Madrid, editado por Reino de Cordelia.
El escritor y cineasta canario nos abre las casas y almas de algunas de estas personas. Nos cuenta sus anhelos, sus indignaciones y rabias, su lucha por salir adelante, sus risas¡ Para profundizar un poco m¨¢s en esta obra hablamos con ¨¦l.
Pregunta. ?De d¨®nde surgen sus historias de los africanos que viven en Madrid?
Respuesta. Soy su familiar. Creo que eso lo resume todo. He hecho familia con ellos. Hay una serie de informaciones sobre ellos que yo la voy acumulando de primera mano y que es distinta del relato pol¨ªtico que transmiten los medios de comunicaci¨®n, que es, en cierta medida, el relato de los partidos pol¨ªticos. De hecho, hay un peque?o desfase entre ambos relatos que a veces puede ser hiriente o indignante, pero que tambi¨¦n puede ser divertido, jocoso, porque los africanos se r¨ªen de muchas cosas, de determinados pol¨ªticos negando que hay redadas racistas en las calles de Madrid, por ejemplo. O con respecto a los Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) donde mi perspectiva es la de que voy conociendo historias, como espa?ol que soy, canario residente en Madrid, pero desde el punto de vista de los africanos.
P. ?Y es esto lo que cuenta en tu libro?
R. S¨ª. Conozco personas que han estado o tienen amigos que est¨¢n en el CIE y a trav¨¦s de ellos puedo hacer una cr¨®nica, uniendo la de varios de ellos, que sea contada, m¨¢s o menos, desde el punto de vista de los personajes. Como lo que yo hago es literatura, no es periodismo, compongo personajes a partir de varios casos y de varias personas.
P. ?Por qu¨¦ el discurso pol¨ªtico es tan distinto de la realidad?
El Gobierno de Aznar fletaba aviones en Canarias llenos de africanos y los llevaba a ciudades como Madrid o Barcelona
R. Yo creo que es normal, no me parece que sea un disparate. La mayor¨ªa de los africanos no votan y, justo por eso, quedan bastante relegados en las decisiones pol¨ªticas. Por otro lado, los partidos pol¨ªticos hacen en gran medida lo que la ¨¦lite econ¨®mica quiere o necesita (gobiernan para todos, suelen decir). El pol¨ªtico es una especie de intermediario que dice lo que tiene que decir para que suceda lo que es necesario que suceda. Si hace falta mano de obra barata, se hace el relato que ese partido puede hacer, teniendo en cuenta el sentir y las ideas de sus votantes, para que la mano de obra barata llegue adonde se estima que hace falta. Por eso, me parece coherente que cuando en la segunda legislatura de Zapatero empiezan las redadas de africanos en Madrid para expulsarlos y mucha gente de los barrios sal¨ªa a las calles intentando impedirlas, intentando que la polic¨ªa no se llevase a los africanos, incluso con caceroladas, o haciendo patrullas nocturnas, vistiendo petos amarillos reflectantes para ser visibles, sin embargo, los medios de comunicaci¨®n nacionales, generalistas, no lo llevaron a portada.
P. ?Eso quiere decir que los medios de comunicaci¨®n son simples transmisores del discurso pol¨ªtico y no de la realidad que se vive en las calles?
Los africanos se part¨ªan de risa cuando escuchaban a Rubalcaba negar en el Congreso que hubiese redadas racistas
R. Cuando Aznar era presidente hay aspectos de su pol¨ªtica migratoria que sus votantes no pod¨ªan saber y no se les cont¨®. Cuando, en la ¨²ltima legislatura de Aznar estaba llegando tant¨ªsimo cayuco a Canarias, lo que hac¨ªa el Gobierno era fletar un avi¨®n en Canarias, llenarlo de africanos y llevarlos, sin que tuvieran la menor idea de a d¨®nde iban, a ciudades como Madrid o Barcelona. Era la ¨¦poca en que hac¨ªa falta mano de obra barata para la construcci¨®n, para el campo.
P. ?Y los ciudadanos no ten¨ªan noticias de esto?
R. El Gobierno no contaba eso, a Aznar no le interesaba que sus votantes lo supieran. Los africanos llegaban aqu¨ª, a Madrid, y, en la comisar¨ªa, el polic¨ªa de turno les dec¨ªa: ¡°Venga, ya te puedes ir¡±. ¡°?A d¨®nde, si no conozco a nadie, si no s¨¦ d¨®nde estoy, no tengo dinero, ni ropa?¡± ¡°Venga, ya est¨¢s en Europa, ?no quer¨ªas venir a Europa? Pues ya est¨¢s¡±. Y eso era lo que se hac¨ªa durante esa legislatura de Aznar.
P. ?Pero esta pol¨ªtica cambi¨® m¨¢s tarde?
R. Hubo la regularizaci¨®n de Zapatero. Y, despu¨¦s, cuando llega la crisis, Rubalcaba como ministro de Interior env¨ªa a la polic¨ªa a hacer redadas y eso no se cuenta tampoco en los medios. Alguien le hace la pregunta en el Congreso y ¨¦l lo niega rotundamente.
P. ?Qu¨¦ dicen los africanos que conoce de todo esto?
R. Los africanos, yo he estado con ellos en alguna ocasi¨®n en la que uno de ellos busc¨® el v¨ªdeo de Rubalcaba en el Congreso, se parten de la risa al escucharlo decir que no hay redadas, porque, durante mucho tiempo, ellos tuvieron que vivir escondidos. Muchos de ellos ten¨ªan que ir a trabajar escondi¨¦ndose y con mucho cuidado de no cruzar una esquina y que de pronto hubiese unos polic¨ªas y se lo llevasen.
P. ?El ministro minti¨®?
R. Estuvieron haciendo redadas en las puertas de los colegios. Cuando los padres llevaban a sus hijos. El ni?o pod¨ªa entrar al centro por la ma?ana y, por la tarde, cuando sal¨ªa, se encontraba con que lo iba a buscar otra persona porque su padre se encontraba recluido en el CIE, o su madre. Estas cosas no se han contado en este pa¨ªs con la presencia en los medios que creo que merecen, o por lo menos yo no lo he visto.
P. Dice que los africanos se r¨ªen de esto, ?pero aparte deben sentir rabia, indignaci¨®n?
R. En el libro, m¨¢s o menos, se cuenta el ¨¢nimo general. Hay un caso, por ejemplo, de un senegal¨¦s que lleva muchos a?os en Espa?a y tiene la nacionalidad espa?ola. Fue de los primeros que lleg¨® a Madrid en los 80. Un d¨ªa que iba por la calle Embajadores, ve que hab¨ªa polic¨ªas haciendo redadas, y lo que se le ocurre hacer, de pronto, es mirarlos fijamente y echar a correr. Los polic¨ªas lo ven y salen detr¨¢s de ¨¦l. Es un se?or que est¨¢ en forma, sube por una calle, baja por la otra, los polic¨ªas detr¨¢s. Los cansa y ya llega un momento en el que se para en lo alto de una cuesta y los espera, y cuando llegan junto a ¨¦l, reventados, gritando "documentaci¨®n, documentaci¨®n", el tipo saca el DNI: "?Si t¨² eres espa?ol, por qu¨¦ corr¨ªas?" Y ¨¦l les contesta: "?Por qu¨¦ me persegu¨ªais?" "No vuelvas a hacer esto nunca m¨¢s", le dijeron. El caso es que el tipo estuvo haciendo eso durante un tiempo y luego se lo contaba a los africanos y las risas eran monumentales porque, claro, significaba una liberaci¨®n ante lo que les estaba pasando.
P. ?Hay muchos casos como ese?
R. Lo mismo, otro personaje que trabaja en temas de telefon¨ªa, va de casa en casa, primero con Telef¨®nica y luego con otras empresas. Ahora est¨¢ implantando la fibra ¨®ptica y tiene que ir por muchos sitios de Madrid y cada vez que sale de un barrio le para la polic¨ªa, le hace ense?ar los papeles, le hace abrir el coche de la compa?¨ªa¡ Y ¨¦l les dice que hagan algo para pararle una sola vez al d¨ªa, una especie de pegatina en el coche, que no le paren cuatro veces al d¨ªa que as¨ª no puede trabajar. Le paran incluso en la Gran V¨ªa, con toda la calle bloqueada. ?l tambi¨¦n cuenta sus an¨¦cdotas a sus amigos, a familiares, a conocidos.
P. Seguramente no todos puedan hacer como estas dos personas.
R. Muchos son africanos que no pueden en absoluto protestar ni enfrentarse a la polic¨ªa como ¨¦l lo hace, porque no tienen papeles. ?l est¨¢ cansado, pero tiene los papeles y puede mostrar cierta dignidad ante el acoso policial. El que no tiene papeles no puede abrir la boca, no tiene otra que callarse y aguantar.
P. ?Hay muchos africanos que viven con miedo?
R. Hubo un momento en que Lavapi¨¦s se qued¨® vac¨ªo. Ahora los africanos han vuelto.
P. En una de las historias del libro habla de las parejas mixtas, ?qu¨¦ conclusiones saca de estas?
R. No, yo no saco conclusiones. M¨¢s bien dejo preguntas y muestro. Y no hablo de las parejas mixtas en general, sino de las parejas mixtas desiguales, establecidas entre mujeres espa?olas con hombres africanos m¨¢s j¨®venes. S¨ª es verdad que, llegado un momento, fui conociendo muchos casos y hay una serie de patrones que son propios del tipo de relaci¨®n que se establece entre estas mujeres y estos hombres. Hay una serie de condicionantes, por ejemplo, en la diferencia de edad, o en que ella tenga sus hijos grandes, no van a tener hijos con estas parejas africanas, y, por otro lado, ellas tienen una estabilidad econ¨®mica que ellos no poseen¡ Para ellos tener hijos es importante y con ellas no van a poder. Esas diferencias marcan mucho las relaciones. Por eso la pieza se titula La sart¨¦n, el mango. Qui¨¦n tiene la sart¨¦n, qui¨¦n el mango.
P. ?Por qu¨¦ de repente decide recoger todas estas historias en un libro?
R. Realmente no hubo una premeditaci¨®n de escribir un libro sobre africanos en Madrid, es un libro que se escribe de alguna manera solo, porque al estar yo relacionado con africanos desde hace m¨¢s de doce a?os, poco a poco, he ido acumulando informaci¨®n, experiencias. Es un libro desde la familiaridad, que ha surgido casi sin moverme de casa.
P. ?De d¨®nde proceden los diferentes cap¨ªtulos?
R. Algunas piezas las escrib¨ª por encargo. La primera, en 2005 para una antolog¨ªa en la que participaron muchos escritores espa?oles e hispanoamericanos (Inmenso estrecho I y II, de editorial Kailas), era el momento de las pateras y all¨ª hablamos sobre ello. Luego se han sucedido varios m¨¢s, uno de la C¨¢tedra Vargas Llosa sobre la figura de Amadou Ndoye, hispanista senegal¨¦s al que conoc¨ª bastante bien. En otra ocasi¨®n me encargaron, para otra antolog¨ªa, un cuento sobre el tema de la mutilaci¨®n genital femenina. Y yo tambi¨¦n iba escribiendo. En varios de mis libros, publicados y a¨²n in¨¦ditos, hay fragmentos en los que, inevitablemente, aparece el tema de los africanos, y me di cuenta de que merec¨ªa la pena reunir las piezas, sobre todo porque sueltas te pueden dar cosas, pero reuni¨¦ndolas y estructur¨¢ndolas era posible contar mucho m¨¢s. Son variadas, desde cap¨ªtulos de otros libros a cuentos espec¨ªficos, hay una conferencia, pero creo que da una idea significativa de c¨®mo es la vida de estos africanos en Madrid.
P. ?El libro re¨²ne distintos g¨¦neros?
R. El libro no funciona como compilaci¨®n, funciona como libro. En realidad, lo que domina es la cr¨®nica en distintos grados, hay cuentos desde los que son pr¨¢cticamente ficci¨®n hasta cuentos que son absoluta cr¨®nica. Pero llevan una l¨ªnea que los unifica. Luego a m¨ª me gusta tambi¨¦n que aparezca la propia vida, que aparezca la experiencia m¨¢s ¨ªntima y donde se mezcle un poco la ficci¨®n con la cr¨®nica y, tambi¨¦n, con mi experiencia personal. Hay momentos en los que el lector puede estar seguro de que eso es algo que cuento desde m¨ª y hay momentos en los que no puede estar del todo seguro de si yo me encuentro dentro del relato, o no. Y, sin embargo, hay otras cosas que son completamente ficci¨®n y que parecen realidad.
P. ?Cu¨¢l es el prop¨®sito de este libro?
R. El prop¨®sito es literario. Yo soy un escritor de literatura. Ten¨ªa acceso a esta realidad, no muchos escritores lo tienen, aunque empieza a haber ya escritores africanos entre nosotros, pero esta migraci¨®n todav¨ªa no ha sido contada y yo estaba en un lugar que era un poco privilegiado, el lugar en el que, cualquier d¨ªa, nos visitaban estos migrantes. Era inevitable que, sin proponerme escribir este libro, fuera escribiendo sobre esta realidad.
P. ?C¨®mo ve el futuro de los africanos en Madrid?
R. Ellos viven en t¨¦rminos de oportunidad. Lo que hizo la gran mayor¨ªa cuando lleg¨® la crisis fue seguir camino hacia Europa: Francia, Suiza... Lo que piensan es ad¨®nde voy. Muchos de ellos mantienen una relaci¨®n con familiares que se encuentran en su pa¨ªs que es casi de complejo de vaca lechera, el tel¨¦fono no deja de sonar y ellos no dejan de mandar dinero. Sostienen a los que no han venido, de forma medicinal y alimentaria. Esos africanos que vemos por la calle son el estado de bienestar de muchas personas. Muchos invierten en una casa en su pa¨ªs de origen, para regresar alg¨²n d¨ªa. Qui¨¦n sabe.
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