Seis relatos de las que se atrevieron
La novela de Luc¨ªa Asu¨¦ Mbom¨ªo cuenta las consecuencias de romper con los tab¨²es a trav¨¦s de las historias de mujeres blancas casadas con guineoecuatorianos en Espa?a

Son seis relatos de mujeres blancas que se casaron con hombres guineoecuatorianos en los ¨²ltimos a?os de la colonia espa?ola. Luc¨ªa Asu¨¦ Mbom¨ªo Rubio, periodista y reportera en Televisi¨®n Espa?ola, publica su primer libro: Las que se atrevieron, una novela corta en la que cuenta las consecuencias de romper con los tab¨²es a trav¨¦s de las historias de mujeres
"Imprescindible" es el adjetivo que ha utilizado Marta Sof¨ªa L¨®pez, fil¨®loga experta en literatura postcolonial, para describir este texto que alumbra la comprensi¨®n de las grandes transformaciones sociales, pasadas y presentes, en Espa?a y en el resto de Europa. Recientemente, Mbom¨ªo present¨® su libro en la Galer¨ªa Mamah Africa de Madrid y junto con la editorial Sial Pigmalion ha firmado ejemplares durantes varios d¨ªas en la Feria del Libro de Madrid. Nos cuenta del libro y de su experiencia como hija de matrimonio de mujer blanca y hombre negro.
Pregunta. ?C¨®mo recuerdas la Espa?a de los 80?
Respuesta. Dependiendo de a qu¨¦ nos estemos refiriendo. Si hablamos de la percepci¨®n de las personas afrodescendientes, te dir¨¦ que ¨¦ramos pocas. Recuerdo que en algunos sitios nos se?alaban por la calle y que, en mi barrio, si ve¨ªan a alguna, la mandaban a mi casa, dando por hecho que ten¨ªamos alg¨²n v¨ªnculo. Casi siempre acertaban, por cierto. El hecho de que fu¨¦ramos pocos se tradujo en una soledad bastante grande en todos mis c¨ªrculos, salvo el familiar. Era la ¨²nica en el colegio, en el instituto, en la escuela de idiomas, en la de m¨²sica... Crec¨ª muy hu¨¦rfana de referentes, en ese sentido.
P. ?Y en otros ¨¢mbitos?
R. Si hablamos en t¨¦rminos m¨¢s generales, te dir¨¦ que se consum¨ªa mucho menos. Era la ¨¦poca de los pantalones con parches, las trencas crecederas, los comercios de barrio¡ Recuerdo, tambi¨¦n, las jeringuillas en los parques, a los heavies (que ya casi no hay) o que el grueso de las madres de mis compa?eros del cole no trabajaban y la m¨ªa s¨ª. As¨ª que, a diferencia de la mayor¨ªa, a m¨ª me llevaba mi padre que, al ser maestro, compart¨ªa mis horarios.
P. ?C¨®mo ha sido tu infancia en el colegio, o en tu barrio?
Sab¨ªan qui¨¦nes eran mis padres, a qu¨¦ se dedicaban y d¨®nde viv¨ªamos.
R. En mi barrio, nos conoc¨ªa todo el mundo y nos apreciaban, de modo que no hac¨ªa falta explicar nada a ese respecto, sobre mi familia, quiero decir. Uso una an¨¦cdota habitualmente que muestra a la perfecci¨®n lo que supuso para m¨ª crecer en Alcorc¨®n [municipio de la periferia de Madrid], habiendo tan pocas familias como la m¨ªa: un d¨ªa me perd¨ª, ten¨ªa cuatro a?os y unos chicos me dijeron: "?T¨² eres la hija del profe negro! ?te llevamos a tu casa?". Vamos, que sab¨ªan qui¨¦nes eran mis padres, a qu¨¦ se dedicaban y d¨®nde viv¨ªamos.
P. ?Qu¨¦ otras an¨¦cdotas recuerdas por las cuales tuvieras que dar explicaciones con respecto a tu color de piel y al de tu madre o padre?
Me han llamado Webster, conguitos, Arnold, Cola Cao, Baltasar, negrita, negra, negra de mierda, chocolatito...
R. En cuanto a m¨ª o a mi hermano, hemos sido Webster, conguitos, Arnold, Cola Cao, Baltasar, negrita, negra, negra de mierda, chocolatito... ?hasta me han llamado Seedorf! Tambi¨¦n me han preguntado muchas cosas sobre ?frica -?Ah¨ª se vive en ¨¢rboles? ?Hay sillas y mesas como aqu¨ª? ?Se pasa hambre?- entendiendo el continente como un pa¨ªs y dando por hecho que yo deb¨ªa saber algo de ah¨ª aun cuando jam¨¢s hab¨ªa estado. Pero vamos, esto no es algo excepcional. Los ni?os y ni?as racializados, a menudo se han visto obligados a vivir experiencias y a responder cuestiones de mayores, con la madurez, las dosis de pedagog¨ªa y el estoicismo de un adulto. No quedaba otra.
P. ?Cu¨¢l ha sido el motivo por el que decidiste reunir estos testimonios?
R. Porque me apetec¨ªa homenajear a las mujeres que se saltaron las normas de su tiempo.
P. ?Qu¨¦ testimonio de los que relatas te ha impactado m¨¢s y por qu¨¦?
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R. Todos de hecho, porque comparten aspectos en com¨²n: sorpresa y curiosidad social, familias contrariadas, rebeld¨ªa...
P. ?Por qu¨¦ son contadas estas historias desde el plano de la mujer, en este caso mujeres blancas espa?olas y no desde ellos?
Eran ellas las que se met¨ªan en un l¨ªo
R. Porque eran ellas las que se met¨ªan en un l¨ªo. Ellos viv¨ªan ya alejados de sus familias, con lo cual, el impacto de sus uniones no era igual. Adem¨¢s eran hombres por tanto no se les infer¨ªa una minor¨ªa de edad de f¨¢brica. Ellas eran mujeres, en una ¨¦poca en la que tu padre o tus hermanos mayores decid¨ªan lo que deb¨ªas hacer hasta que te casabas, a partir de ese momento, era tu marido el que se encargaba de pensar por ti. Ellas pensaron y obraron por s¨ª mismas a sabiendas de que, en el mejor de los casos, solo hablar¨ªan mal de ellas, en el peor, y sucedi¨®, sus padres les negar¨ªan la palabra.
P. ?Es el de ellas el ¨²nico punto de vista del libro?
R. No, no solo se habla desde su punto en vista. Es un libro que nace de una serie de entrevistas a esas mujeres pero, a partir de ah¨ª y bas¨¢ndome en lo que me cuentan, pongo voz a algunos de los personajes que citan en su narraci¨®n, ya sean hijas, hermanas o madres. Es m¨¢s, el cap¨ªtulo inicial se titula Mis padres y soy yo la que habla de ellos. Pretende ser un mensaje, el inicio de un di¨¢logo, no pretende ser la asunci¨®n de su voz. Es el comienzo de una conversaci¨®n con mi madre con esas madres blancas que nos quieren con locura pero que no saben lo que es ser negro en un pa¨ªs como Espa?a, que no pueden ponerse en nuestra piel. Sufren cuando se enteran de algunas cosas, pero les ocultamos otras tantas.
P. ?Realmente las madres no saben lo que sufren sus hijos?
Debe ser terrible que a tu hijo le peguen, que le pidan la documentaci¨®n de manera agresiva o la infinidad de cosas que nos pueden pasar por ser negros
R. Hay mucha inocencia por parte de algunas madres, luego la realidad les golpea y les duele el doble porque, s¨ª, debe ser terrible que a tu hijo le peguen, que le pidan la documentaci¨®n de manera agresiva o la infinidad de cosas que nos pueden pasar por ser negros, cuando para ellas somos Juan, Pedro o Sara, de igual modo que ellos para nosotras son pap¨¢ y mam¨¢, no un blanco y un negra o una pareja mixta, como les designa la sociedad. Adem¨¢s a?adir¨ªa que no s¨¦ por qu¨¦ iba a tener m¨¢s sentido que contara la historia de un hombre negro guineoecuatoriano, que la de una mujer espa?ola blanca, cuando he nacido y crecido aqu¨ª rodeada de personas como mi madre.
P. ?Crees que ahora este tipo de relaciones que se denominan como multiculturales o birraciales son tratadas diferente por la sociedad?
R. No lo s¨¦, creo que los prejuicios se han refinado. Antes pod¨ªa haber una imagen generalizada acerca de negrilandia (que dejaba fuera a los que ven¨ªan de Estados Unidos, claro. Ellos ten¨ªan m¨¢s categor¨ªa). Ahora, hay m¨¢s diversidad y la sociedad interioriza prejuicios asociados a comunidades concretas: los guineanos son esto, los ecuatorianos lo otro, los senegaleses lo de m¨¢s all¨¢... Lo que contin¨²a sucediendo es que hay una racializaci¨®n de la nacionalidad, dejando fuera a muchas personas e incompatibilizando opciones posibles y existentes.
P. ?Y todo esto en qu¨¦ se traduce?
R. En que en muchas familias sigue habiendo miedo a que sus hijos tengan parejas racializadas, porque ya se sabe que no es igual que tengan amigos que lo sean, que imaginar nietos as¨ª. Recuerdo una vecina y amiga de infancia que estuvo saliendo con un chico de Rep¨²blica Dominicana, la madre le dej¨® de hablar, el padre le preguntaba qu¨¦ podr¨ªa ofrecerle ese chico, ?ten¨ªan 19 a?os!, y cuando ella les llam¨® racistas respondieron que no lo eran y que, prueba de ello, es que ¡°Luc¨ªa ha subido mil veces a casa¡±. Al final mi (ex) amiga lo dej¨® con ¨¦l. Mi primer novio me coment¨® con cierta satisfacci¨®n que le hab¨ªa dicho a su madre ¡°que estaba con una chica mestiza pero que iba a la universidad¡±. Curioso, puesto que ¨¦l no iba a la universidad.
P. En el pr¨®logo Marta Sof¨ªa L¨®pez habla del miedo en esa ¨¦poca de las mujeres y, por tanto, sus familias, a poner en peligro la pureza racial ?es por esto el titulo del libro?
R. Yo creo que era un poco de eso y otro poco por el qu¨¦ dir¨¢n, por salirse de la norma.
P. ?Eso de mantener la pureza racial est¨¢ presente en las familias occidentales en la actualidad?
R. Tal y como te comentaba antes, de forma consciente o inconsciente, s¨ª.
P. Por aquellos entonces, la base estadounidense de Torrej¨®n estaba en activo, y hubo personal negro que se cas¨® con mujeres espa?olas. ?Estas historias pudieron ser similares o solo te quieres centrar en las mujeres casadas con hombres africanos o guineoecuatorianos?
Es la historia de mi madre, mis t¨ªas, amigas m¨ªas y de mi familia
R. Hablo de mujeres que estuvieron con guineoecuatorianos porque es la historia de mi madre, mis t¨ªas, amigas m¨ªas y de mi familia. Hablo de lo que m¨¢s conozco. Por otro lado, si bien es cierto que hab¨ªa m¨¢s hombres negros con experiencia migratoria en Espa?a en los 60, lo que m¨¢s hab¨ªa, salvo en ¨¢reas concretas como Torrej¨®n o Rota, eran guineoecuatorianos, puesto que su hoy pa¨ªs, antes era colonia (y lleg¨® a ser provincia) espa?ola.
P. ?Las mujeres que est¨¢n hoy en d¨ªa casadas con hombres negros o africanos, encontrar¨ªan algo en com¨²n con las que se atrevieron hace ya casi 40 a?os?
R. No me cabe ninguna duda. Que haya m¨¢s personas de or¨ªgenes diversos en el pa¨ªs no significa que se haya trabajado de forma consciente en reconocerlas y visibilizarlas. No hablo de integrar porque a m¨ª no hace falta que me integren, estoy en mi casa.
P. ?Como ves la sociedad hoy en d¨ªa con respecto al imaginario del hombre africano?
R. ?chale un ojo a los medios de comunicaci¨®n espa?oles ?qu¨¦ ves? Lo mismo que ves t¨² lo ve el resto de la sociedad. Salvo excepciones, los estereotipos son una constante: pateras, guerras, hambre, falos sobredimensionados, poder¨ªo f¨ªsico en deportes, salvajismo, exotismo... Esto se traducen en hipersexualizaci¨®n, paternalismo, superioridad, en resumen, racismo.
Sara Mart¨ªn L¨®pez es gestora cultural y fot¨®grafa.
El blog Africa No es Un Pais no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.
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