Hip hop, poes¨ªa y grafiti contra la guerra en Sud¨¢n del Sur
J¨®venes sursudaneses recurren a las expresiones art¨ªsticas para movilizar a sus paisanos y promover una cultura de paz
En Sud¨¢n del Sur, los j¨®venes no lo tienen f¨¢cil. Con uno de cada tres ciudadanos desplazado por la guerra civil, 100.000 afectados por la hambruna y m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n dependiente de la ayuda para sobrevivir, la opci¨®n de quedarse pudiendo marchar es el primer acto de resistencia. Entre los que eligen permanecer est¨¢ el medio centenar de j¨®venes artistas sursudaneses detr¨¢s de la campa?a #BloodShedFree2017 (2017 libre de sangre derramada), lanzada este a?o en las calles de Sud¨¢n del Sur y en las redes sociales. En un pa¨ªs con un 72% de la poblaci¨®n menor de 30 a?os, esta iniciativa sin precedentes usa hip hop, poes¨ªa, teatro participativo y murales callejeros para hablar a la conciencia de los j¨®venes y orientarlos hacia el di¨¢logo en lugar de hacia la violencia. El nombre de estos artivistas es #Anataban, estoy cansado en ¨¢rabe.
¡°Estamos cansados. Cansados de guerra y de todo el sufrimiento que trae consigo. Cansados de estar sentados mientras nuestro pa¨ªs arde. Cansados de tener un pa¨ªs con enormes recursos naturales, pero una econom¨ªa colapsada. Estamos cansados de que nuestra preciosa diversidad cultural ¡ª64 etnias¡ª sea destruida por la animosidad tribal. Cansados de tener una poblaci¨®n que muere de hambre, aunque tengamos una tierra f¨¦rtil. Estamos cansados de ser utilizados para matarnos los unos a los otros para el beneficio de unos pocos¡±. As¨ª reza el manifiesto de #Anataban, esta plataforma ciudadana concebida en julio de 2016 en Naivasha (Kenia), donde se firm¨® el acuerdo que allanar¨ªa el camino a la independencia de Sud¨¢n del Sur en 2011 y pondr¨ªa fin a 40 a?os de guerra con Jartum.
La campa?a #BloodShedFree2017 llama a las partes en conflicto, a los l¨ªderes pol¨ªticos y a la comunidad internacional a poner coto a la guerra que enfrenta a los partidarios del presidente de etnia dinka, Salva Kiir, con los del exvicepresidente nuer Riek Machar desde diciembre de 2013 y que se ha cobrado decenas de miles vidas. Entre sus peticiones est¨¢ un alto al fuego permanente, frenar la violencia ¨¦tnica y atajar una inseguridad que ha convertido las carreteras en trampas letales. En un clima de represalias a periodistas y defensores de los derechos humanos, tambi¨¦n reclama libertad de expresi¨®n. Estos llamamientos no parecen nada nuevo, pero #Anataban no se queda aqu¨ª.
A diferencia de otras iniciativas, es 100% local y est¨¢ formada por j¨®venes y dirigida a los ciudadanos de a pie, que desde un punto de vista demogr¨¢fico, representan a siete de cada 10. A estos ¨²ltimos, les insta a pensar de forma cr¨ªtica y a asumir su responsabilidad individual en la resoluci¨®n del conflicto, pasando de considerarse v¨ªctimas pasivas a ciudadanos activos. ¡°Es esencial que seamos una organizaci¨®n sursudanesa: si los sursudaneses no resuelven sus disputas nadie lo har¨¢, porque son ellos quienes comprenden sus propios problemas. Creemos firmemente que somos los principales responsables de nuestro pa¨ªs, y ello es lo que tratamos de transmitir con la campa?a¡±, explica su coordinador y tambi¨¦n m¨²sico y cofundador de #Anataban, Manasseh Mathiang. El p¨²blico escucha a Mathiang. Escucha sus canciones y sopesa sus palabras porque, como ellos, ha perdido seres queridos durante la guerra y tiene familiares directamente afectados por la hambruna, parientes con los que ni tan siquiera puede comunicarse para saber c¨®mo est¨¢n.?
Cada sursudan¨¦s tiene un papel que jugar para sentar las bases de la paz. Este papel empieza en casa
Lenguaje sin barreras
#Anataban se dirige a los ciudadanos con im¨¢genes, sonidos y palabras que difunde por todos los medios posibles: con actualizaciones en las redes sociales, que alcanzan la di¨¢spora; con conciertos de rap y recitales de poes¨ªa al aire libre; creando las primeras pinturas callejeras de Juba, la capital, en muros cedidos por sus propietarios, y con obras de teatro participativo sobre problemas sociales como el rencor entre comunidades.
En el marco de la campa?a, el colectivo organiza cada semana eventos de formato abierto en Juba para que los j¨®venes puedan reunirse y expresar sus ideas sobre la coyuntura del pa¨ªs. Tambi¨¦n ha puesto en marcha el programa mensual Hakhana, nuestro en ¨¢rabe, ¨Cen referencia a nuestro pa¨ªs¡ª, que ense?a a los chicos y chicas a utilizar la expresi¨®n art¨ªstica para convertirse en agentes de paz en sus comunidades, seg¨²n detalla el cofundador de #Anataban, actor y productor de radio, Jacob Bul. Estas formas de comunicar el mensaje funcionan, y lo hacen porque conectan con la realidad del pa¨ªs y con sus tradiciones.
Sud¨¢n del Sur, del tama?o de Francia, tiene 64 tribus con sus respectivos idiomas. ¡°El arte nos permite comunicarnos con todos los grupos, aunque no hablemos su lengua¡±, explica el ilustrador y miembro de la plataforma Deng Forbes. Mathiang a?ade que a los sursudaneses les encanta recibir mensajes a trav¨¦s de canciones porque esta es la v¨ªa por la que transmiten las ense?anzas de sus ancestros desde hace generaciones.
El arte es el medio, y el objetivo, despertar a cada sursudan¨¦s para que adopte un papel activo ante los problemas de su pa¨ªs, desde el conflicto en el ¨¢mbito nacional hasta las matanzas ancestrales entre comunidades vinculadas al robo de ganado y a la competencia por el agua y los pastos. La labor de #Anataban pasa por romper tab¨²es y mostrarle al ciudadano com¨²n, de forma muy concreta, qu¨¦ tiene que ver ¨¦l con las causas y las posibles soluciones a los conflictos.
Pasar a la acci¨®n
El mensaje n¨²mero uno: pedir y otorgar el perd¨®n. ¡°En la canci¨®n Malesh, lo siento en ¨¢rabe, pedimos disculpas por todo el da?o que nos hemos infligido unos a otros y por haber faltado al respeto a nuestro pa¨ªs¡±, relata Mathiang. Un t¨¦rmino como lo siento, tan manido en otros contextos, est¨¢ cargado de significado y subversi¨®n en Sud¨¢n del Sur. ¡°La cultura de pedir disculpas y de perdonar est¨¢ muy poco arraigada. Numerosas comunidades, por ejemplo, no tienen ninguna palabra en su idioma para decir lo siento. Como mucho, pueden decir no lo har¨¦ m¨¢s¡±.
Esta doble dificultad conlleva una acumulaci¨®n de problemas no resueltos y est¨¢ en la base de las matanzas por venganza, que a menudo contin¨²an in aeternum porque la culpa no se extingue, ni tan siquiera, con el culpable. ¡°Si logramos aceptar los agravios que hemos cometido unos contra otros, ser¨¢ el principio de la reconciliaci¨®n, y esto es un gran paso¡±. Este es un primer ejemplo de lo que significa asumir la responsabilidad individual en el destino del pa¨ªs, en su opini¨®n.
"Numerosas comunidades no tienen ninguna palabra en su idioma para decir lo siento", dice el cofundador de #Anataban
El mensaje n¨²mero dos: solucionar los desacuerdos de forma pac¨ªfica. Uno de los prop¨®sitos de Forbes, como miembro de #Anataban, es lograr que los j¨®venes "comprendan la importancia de convivir sin matarse unos a otros por cuestiones que se pueden solucionar alrededor de una mesa¡±. Para el ilustrador, Sud¨¢n del Sur es como una gran familia: siempre habr¨¢ desacuerdos, pero lo importante es c¨®mo se diriman. Por ello, una de las estrategias de la plataforma es escenificar una disputa entre parientes y darle un final tr¨¢gico. Cuando preguntan al p¨²blico si era inevitable tanto sufrimiento, suelen salir a colaci¨®n las desavenencias reales en la comunidad. Con ellas, surge la oportunidad de debatir si se podr¨ªan enfocar de un modo m¨¢s constructivo.
El tercer mensaje clave es la tolerancia. ¡°Es vital que las personas comprendan la belleza de nuestra diversidad cultural y ling¨¹¨ªstica en lugar de sentirse amenazados por ella, porque aqu¨ª es donde fallamos. Circulan muchos estereotipos negativos sobre las diversas tribus y ello promueve los ataques dirigidos¡±, subraya Forbes. Esta idea lleva directamente al ¨²ltimo gran mensaje: cada sursudan¨¦s tiene un papel que jugar para sentar las bases de la paz. Este papel empieza en casa. ¡°A menudo, criamos a nuestros hijos en la cultura del odio hacia otras comunidades, y a medida que crecen, la rabia se convierte en un problema", relata el cofundador Bul. "?Eres padre o madre? Habla con tus hijos y con tus familiares. ?Eres maestro? Ense?a a tus alumnos a respetar la diferencia. De otro modo, ?qu¨¦ futuro tendr¨¢ este pa¨ªs?¡±, se pregunta Bul.
Aunque este trabajo concierne a todos los ciudadanos, #Anataban cree que los j¨®venes tienen un rol especial del que no han cobrado conciencia. Tal y como se?ala Forbes, son ellos quienes est¨¢n librando esta guerra y por lo tanto les corresponde a ellos deponer f¨ªsicamente las armas, no a los pol¨ªticos. ¡°Los j¨®venes pueden negarse a empu?ar un arma y a matar a sus propios hermanos s¨®lo porque un pol¨ªtico disiente de otro en una oficina¡±, dice. Ello supone adoptar un pensamiento cr¨ªtico. ¡°Si me dan un fusil y me incitan a pelear, tengo algunas preguntas que hacer: ?Por qu¨¦ luchamos? ?Contra qui¨¦n luchamos? Si no recibo una respuesta satisfactoria, y no la hay, no pienso combatir¡±, reflexiona.
#Anataban wonderful song by Lengs Alfred describing the effect the war has on families, https://t.co/9CICckVyuO
— Manasseh Mathiang (@manassehfanan) June 2, 2017
Transmitir estos mensajes no es sencillo. Hay que salvar obst¨¢culos f¨ªsicos e inseguridad y asumir el riesgo que conllevan las actuaciones. ¡°A veces sentimos miedo, pero si dejamos que nos hunda jam¨¢s lograremos ning¨²n cambio, o sea, que debemos ser valientes¡±, apunta Bul. Otro reto es persuadir a personas traumatizadas por el conflicto y manipuladas para seguir en pie de guerra. Por ello, #Anataban no s¨®lo se propone llevar su campa?a fuera de Juba este a?o ¨Cya ha realizado actividades en Yei¡ª, sino tambi¨¦n a campos de desplazados internos y de refugiados. Su primer encuentro ha sido con j¨®venes del campo de Kakuma en Kenia este marzo, seg¨²n informa Mathiang. ¡°Estos chicos han vivido cosas terribles; han visto y saben cosas horribles. Involucrarlos y devolverles la esperanza es crucial porque su sufrimiento significa que pueden estar entre los m¨¢s activos en la b¨²squeda de soluciones. Nadie quiere ser refugiado¡±. Los artistas del colectivo, en su mayor¨ªa nacidos durante la segunda guerra contra Jartum, entre 1983 y 2005, lo dicen por experiencia.
Sue?o sursudan¨¦s
Los miembros de #Anataban perseveran a pesar de los retos y de que Sud¨¢n del Sur est¨¢ sumido en una de las mayores crisis humanitarias, de derechos humanos y de seguridad ciudadana del mundo. Todos coinciden en que les impulsa el amor por su pa¨ªs y el reconocimiento por parte de los ciudadanos, que se les animan a seguir porque les han devuelto la esperanza y un prop¨®sito vital. En el centro de su motivaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ su propio sufrimiento: el de ni?os que jugaban con miedo a las balas y se vieron forzados a crecer en un pa¨ªs que no es el suyo, y el de j¨®venes que no quieren que sus hijos se pasen la vida huyendo.
La familia de Forbes huy¨® a Kenia a trav¨¦s de Etiop¨ªa cuando ¨¦l era un ni?o de preescolar. ¡°Fue duro. Ten¨ªamos que andar campo a trav¨¦s bajo la lluvia y no ten¨ªamos donde cobijarnos. A veces dorm¨ªamos en el agua¡±. Un d¨ªa pregunt¨® a su madre por qu¨¦ luchaban y ella respondi¨® que para liberarle a ¨¦l y al resto de j¨®venes de la opresi¨®n. ¡°La esperanza de vivir en mi propia cultura y dejar de ser un ciudadano de segunda me acompa?¨® hasta la independencia. En 2013, encontr¨¦ trabajo en Juba y sent¨ª que mi sue?o sursudan¨¦s se hac¨ªa realidad, pero al cabo de dos meses estall¨® el conflicto y volvimos a empezar de cero¡±, recuerda.
Los rangos de #Anataban incluyen desde epidemi¨®logas hasta cantantes de ¨¦xito, pasando por participantes en programas de j¨®venes l¨ªderes africanos. Chicas y chicos que podr¨ªan tirar la toalla y marchar, pero que est¨¢n hartos de correr. Tan hartos que eligen quedarse, convencidos de que su pa¨ªs es su responsabilidad. ¡°No importa en qu¨¦ infierno estemos. Ten¨ªa que volver a mi hogar y trabajar para que sea un pa¨ªs bonito; bonito como el resto de los pa¨ªses¡±, concluye Bul.
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