Sud¨¢n del Sur: actuar ya para salvar vidas ahora, y tambi¨¦n ma?ana
La hambruna persiste en medio del conflicto. La siembra y las lluvias ofrecen una oportunidad
La muerte por inanici¨®n es terriblemente cruel. Acabamos de estar en Sud¨¢n del Sur, donde hemos visto que la hambruna afecta particularmente a ni?os peque?os, mujeres y ancianos. El hambre debilita tanto a las personas que ni siquiera pueden combatir la enfermedad m¨¢s tonta: un resfriado com¨²n puede convertirse en una sentencia de muerte. Eso es lo que est¨¢ pasando all¨ª ahora mismo.
Hemos conocido a mujeres y ni?os con los ojos hundidos que luchan para hacer frente al hambre severa en la parte norte, la m¨¢s afectada del pa¨ªs. En la zona de Ganyiel, conocimos a mujeres como Nyakon, que caminan por pantanos con el agua hasta la cintura y comen nen¨²fares para sobrevivir. Esos mismos pantanos les sirven a¨²n para refugiarse relativamente de los enfrentamientos, y pudimos ver a nuestros equipos trabajando juntos en primera l¨ªnea en esas zonas para salvar las vidas y los medios de vida de la gente.
Mientras entreg¨¢bamos kits de pesca y de cultivo de verduras para ayudar a las familias a eludir el hambre, un avi¨®n lanz¨® comida desde el aire para satisfacer las necesidades m¨¢s urgentes. Nuestros equipos est¨¢n llevando a cabo un trabajo extraordinariamente valiente en medio de un gran peligro y exponi¨¦ndose a un enorme riesgo personal para evitar que la gente muera por falta de alimento.
Tr¨¢gicamente, los civiles son los que m¨¢s sufren este conflicto. Se bloquea el acceso de los camiones de comida. Se queman casas y cosechas, se roba el ganado. Se han vaciado aldeas enteras y la producci¨®n de alimentos se ha reducido dr¨¢sticamente.
Para evitar una cat¨¢strofe tenemos que hacer m¨¢s, y lo tenemos que hacer ya
S¨®lo hay una soluci¨®n: la paz
Debe haber un di¨¢logo nacional m¨¢s fuerte y presi¨®n internacional continuada para alcanzar una soluci¨®n pol¨ªtica que ponga fin al conflicto o a¨²n m¨¢s personas se enfrentar¨¢n a la hambruna.
Esa, hambruna, es una palabra que no utilizamos a la ligera. Solo se puede declarar cuando se cumplen condiciones muy espec¨ªficas: cuando al menos el 20% de las familias de una zona se enfrenta a una escasez extrema de alimentos con capacidad limitada de hacerle frente; las tasas de malnutrici¨®n aguda superan el 30%, y la tasa de mortalidad diaria supera a dos adultos de cada 10.000 habitantes.
Salvar vidas y medios de vida
A trav¨¦s de nuestras organizaciones, la FAO y el PMA, cada mes cerca de dos millones de personas reciben ayuda alimentaria y nutricional para su vida. Salvar vidas hoy es un primer paso cr¨ªtico, pero debemos ir m¨¢s all¨¢ y mejorar la capacidad de las personas para que sean capaces de proveer alimentos para sus familias. Salvar los medios de vida es la mejor defensa que podemos dar a la gente contra el hambre, y se puede hacer mucho incluso en medio de un conflicto como este.
Una de las pocas razones para tener esperanza para Sud¨¢n del Sur es que la temporada de lluvias acaba de empezar. Se trata de la ¨¦poca del a?o en la que la que se cultiva la mayor parte de la comida del pa¨ªs, y supone la oportunidad de plantar verduras y alimentos b¨¢sicos de crecimiento r¨¢pido como el sorgo.
Parad¨®jicamente, en algunas zonas, las lluvias traen consigo una pausa en los enfrentamientos, ya que las carreteras se vuelven intransitables y las pistas de aterrizaje, inutilizables. Esto facilita la actividad agr¨ªcola, pero tambi¨¦n dificulta que los trabajadores humanitarios se puedan desplazar por la zona.
Estamos trabajando a contrarreloj contra las lluvias para lograr llevar alimentos de emergencia que salvan la vida a quien est¨¢ en situaci¨®n de necesidad desesperada antes de que las ¨¢reas de m¨¢s dif¨ªcil acceso se cierren, y para llevarles kits de pesca y de cultivo de cereales y semillas.
La gran mayor¨ªa de los habitantes de Sud¨¢n del Sur dependen de la agricultura y del pastoreo. Si podemos ayudarles a seguir cultivando su propia comida y a cuidar de sys animales, podr¨¢n defenderse de los peores estragos del hambre y la recuperaci¨®n ser¨¢ m¨¢s r¨¢pida y m¨¢s barata. La hambruna de Somalia en 2011 y otras crisis anteriores nos demuestran que se puede tardar hasta una d¨¦cada antes de que las familias que perdieron sus tierras, su ganado y otros activos productivos para su vida puedan volver a ser autosuficientes.
Si perdemos la temporada de siembra, a¨²n m¨¢s gente se ver¨¢ abocada al hambre. La oportunidad que las circunstancias ofrecen ahora mismo se escapa a medida que pasa el tiempo, y la llamada "temporada de escasez", que es cuando la gente sufre m¨¢s hambre, alcanzar¨¢ su m¨¢ximo en julio.
Actuar ahora, no despu¨¦s
Contamos con la experiencia necesaria para proporcionar alimentos salvavidas y apoyo a la agricultura y a la pesca, pero todas las partes del conflicto deben garantizar la seguridad de nuestros equipos humanitarios para que podamos hacerla llegar a la gente. Los l¨ªderes de Sud¨¢n del Sur deben continuar un di¨¢logo que lleve a la paz. El pa¨ªs es rico en tierra, en agua y en gente valiente. Con paz podr¨ªa ser un pa¨ªs de abundancia, pero sin paz no habr¨¢ seguridad alimentaria. "Estamos cansados de esta guerra", nos dijo Nyakouth, madre de nueve hijos. "Nos hemos quejado y parece que nadie nos escucha. Esperemos que Dios responda a nuestros rezos por la paz¡±.
La comunidad internacional est¨¢ atenta y ha redoblado sus contribuciones financieras para apoyar nuestro trabajo desde que se declar¨® la hambruna, pero sigue existiendo una enorme brecha entre las necesidades sobre el terreno y los compromisos y donaciones. Para evitar una cat¨¢strofe tenemos que hacer m¨¢s, y lo tenemos que hacer ya.
No podemos esperar. Los ni?os, las mujeres y los ancianos que est¨¢n sufriendo toda la carga de esta tragedia no pueden quedarse atr¨¢s.
Jos¨¦ Graziano Da Silva es director general de la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura).
David Beasley es director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA-WFP).
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