La fiebre con los rankings

Al final del siglo XX, respondiendo a la presi¨®n sociopol¨ªtica y medi¨¢tica, se inicia la elaboraci¨®n de rankings internacionales de Universidades por parte de grupos y organismos, a menudo privados, comparando una supuesta valoraci¨®n de su calidad, agregando los datos de un conjunto limitado de indicadores de naturaleza diversa, relativos a cada instituci¨®n, seleccionados por sus autores, siempre por razones de mensurabilidad.

En este siglo, se han multiplicado los rankings, con diversidad en cuanto a indicadores seleccionados y ¨¢mbitos de incidencia. Aunque la referencia m¨¢s reconocida son los rankings internacionales que pretenden hablar de la calidad global institucional. Entre los m¨¢s famosos en este sentido, podemos citar como ejemplos el Shanghai, el Times Higher Education, y el Quacqarelli-Symonds.

Esta fiebre por los rankings ha disminuido y absorbido en parte los procesos deevaluaci¨®n institucional promovidos por los sistemas universitarios a finales del siglo pasado, para asegurar la calidad institucional global y potenciar la planificaci¨®n de su mejora. Por ello, es obligado preguntarse si los rankings est¨¢n teniendo utilidad en el logro de dicho objetivo.

El diagn¨®stico parcial de los rankings es poco ¨²til para planificar la mejora institucional global. Sin embargo, el mayor problema no es ¨¦ste, sino su utilizaci¨®n incorrecta, pues hay un gran riesgo de que el deseo obsesivo de mejorar la posici¨®n en los rankings limite la preocupaci¨®n y el intento de mejora a sus indicadores, desatendiendo la mejora del resto de aspectos relevantes, por supuesto muy numerosos y a menudo no mensurables, que condicionan y definen la globalidad de la calidad institucional universitaria. Este problema est¨¢ rebajando la necesaria atenci¨®n de algunas ¨¢reas acad¨¦micas como, por ejemplo, las Ciencias Sociales, las Artes y las Humanidades, y de tareas universitarias claves como, por ejemplo, facetas relevantes de la docencia y el desarrollo y mejora del entorno social.

Pero es que en el propio terreno de la investigaci¨®n y la productividad investigadora, m¨¢ximo ¨¢mbito de medici¨®n de los rankings, y en la productividad acad¨¦mica en general, se est¨¢ produciendo desatenci¨®n de tem¨¢ticas y ¨¢mbitos de trabajo relevantes, cuya publicaci¨®n no encaja f¨¢cilmente en el tipo de publicaciones que contabilizan los rankings. Por lo tanto, ni siquiera en el ¨¢mbito de la investigaci¨®n, los rankings est¨¢n suponiendo un mecanismo para una mejora global de la misma, pues su an¨¢lisis se limita a determinadas ¨¢reas, facetas y aproximaciones, generando menos atenci¨®n a otras tambi¨¦n importantes.

Otro tema preocupante son las decisiones pensando exclusivamente en la mejora de las puntuaciones en los rankings, al margen de si ello mejora la calidad de la propia instituci¨®n. Un ejemplo en este sentido, recogido por la literatura de evaluaci¨®n de los rankings, son las decisiones de algunos sistemas y universidades con el tema de la internacionalizaci¨®n, muy valorada por algunos rankings, favoreciendo procesos que aumentan las puntuaciones en dicho sentido, pero que no aseguran la mejora institucional. En concreto, en algunos sistemas e instituciones se fomenta el aumento de estudiantes extranjeros simplemente incentivando su matr¨ªcula con ayudas econ¨®micas y en otros se aumenta el registro de profesores extranjeros para que aparezcan en trabajos sin que tengan presencia f¨ªsica en la universidad correspondiente. En este terreno, como en todos, los n¨²meros solos cuentan poco, pues hay que estudiar su significado y valor en el contexto.

Un ejemplo reciente de este problem¨¢tico enfoque en nuestro sistema universitario podr¨ªa ser el controvertido nuevo sistema de m¨¦ritos propuesto para la acreditaci¨®n de titulares y catedr¨¢ticos universitarios, donde da la impresi¨®n de que m¨¢s que en el fortalecimiento de la calidad global del profesorado universitario, se incide preferentemente en los m¨¦ritos de aportaci¨®n positiva a los rankings.

L¨®gicamente, los rankings, adem¨¢s de ser una herramienta de marketing para la captaci¨®n de estudiantes y determinados contratos, est¨¢n fortaleciendo algunas facetas de la actividad universitaria, pero lo descrito anteriormente nos indica que no son un mecanismo para la mejora global de la educaci¨®n superior en el mundo y de sus instituciones responsables, pues est¨¢n potenciando cierta p¨¦rdida de inter¨¦s por algunos ¨¢mbitos relevantes de su calidad.

Por lo anterior, resulta obligado desear que la fiebre por los rankings de las Universidades desemboque en una interpretaci¨®n cient¨ªficamente correcta de sus significados, que se contextualicen adecuadamente y que no se perjudique a facetas importantes de la calidad universitaria. Esperamos que los responsables pol¨ªticos y acad¨¦micos terminen siendo conscientes de este problema y act¨²en en consecuencia con decisiones orientadas a la mejora global de la calidad de sus universidades y no solamente de aquellos aspectos que inciden en su posici¨®n relativa en los rankings.

Tom¨¢s Escudero Escorza es catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza y presidente de la Asociaci¨®n Interuniversitaria de Investigaci¨®n Pedag¨®gica (Aidipe).??