Los otros para¨ªsos de Rep¨²blica Dominicana
Una cr¨®nica sobre la desigualdad de vivienda y vida en un pa¨ªs de referencia para el turismo en El Caribe, que oculta y no soluciona la pobreza de m¨¢s de un tercio de su poblaci¨®n
Una campa?a de Oxfam y Casa Ya (colectivo que agrupa a diversas organizaciones de Rep¨²blica Dominicana) denuncian la precariedad de vivienda en este pa¨ªs caribe?o y llaman la atenci¨®n sobre una realidad a la vista penosa; un reto para su Gobierno ante la consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030. Esta es la segunda parte de una serie de reportajes: el personaje (Yaquel¨ªn) y el v¨ªdeo (ya publicados), la cr¨®nica (este) y una galer¨ªa de voces tras la iniciativa (en breve). He aqu¨ª un recorrido por diversos asentamientos de desplazados y pobres alrededor de la capital dominicana.
Ernesto Aquino lee atentamente la Biblia sobre el mostrador de su colmado, situado en la calle Trinitaria (en verdad, una pendiente escalonada de cabras), del barrio de Sim¨®n Bol¨ªvar, bien cercano en su aspecto a otros como los de La Ci¨¦naga, Los Guandules o Guachupita... Y sonr¨ªe y no se queja, dice. S¨®lo informa de que no vende demasiado y que, con ayuda de Dios (el cat¨®lico), espera clientela. Quiz¨¢ le funcione. No en vano por todo Santo Domingo se pueden leer por muros y vallas pintadas esperanzadoras: ¡°Ya Cristo viene¡±, ¡°Si Dios est¨¢ conmigo, qui¨¦n contra m¨ª¡±, ¡°El infierno es real, Cristo te salva¡±... Anuncios de las distintas iglesias que crecen como setas en un pa¨ªs que, desde 1930 a 2015, ha sido afectado por 70 fen¨®menos naturales. Un lugar bien fr¨¢gil.
Miramos alrededor. ?C¨®mo podr¨ªa el se?or Aquino vender en una tienda semi vac¨ªa y entre pobres de solemnidad en esta zona de favelas? Pelda?os m¨¢s abajo, asoma la cabeza de Anabel Ram¨ªrez, de 21 a?os, portando a su hermosa beb¨¦. Ambas nada tienen que no sea tiempo est¨¦ril, un cuartucho de seis metros cuadrados o un paisaje espectacular de palmeras y barcas api?adas all¨¢ abajo, en la orilla de una zona llamada Los Tres Brazos, all¨ª donde se abrazan las aguas color excremento de los r¨ªos Ozama e Isabela. Ella no aprecia ni lo uno ni lo otro.
A lo lejos, se pierde, al caer el sol, la silueta de la yolera Yaquel¨ªn, una mujer muy activa de 50 a?os bien largos que, acabada la jornada y para despedirnos, se apoya en la puerta de su caba?a construida a pedacitos de chapa, uralita y madera. Unos 37 lleva en esta zona, yendo y viniendo con su barca, la yola, entre las dos orillas m¨¢s paup¨¦rrimas que imaginarse una pueda. Las aguas del r¨ªo Ozama van a desembocar aqu¨ª en los puertos de San Diego y SansSouci ¡ªcon proyecto tur¨ªstico privado incluido, de lujo y de cruceros; en desarrollo desde hace ya lustros¡ª, en Santo Domingo, la capital de aire colonial de este pa¨ªs del Caribe (de unos 11 millones de habitantes), situado en la isla de La Espa?ola. Un pa¨ªs hiperconocido por ser tur¨ªstico, id¨ªlico, paradis¨ªaco. Muy querido. Un 16% del PIB del pa¨ªs en 2014, seg¨²n el Banco Mundial, procedi¨® del turismo; 5.6 millones de llegadas de no residentes se produjeron por v¨ªa a¨¦rea en 2015: el m¨¢s alto de cualquier destino del Caribe. Pero nuestro viaje por la Rep¨²blica Dominicana de la mano de la ONG Oxfam tiene poco o casi nada de todo eso.
Anduvimos, primero, con Yaquel¨ªn, rodeada de los suyos y de sus vecinos de las ca?adas; una ribera que agrupa a m¨¢s de cien mil personas y es propiedad, dicen, ¡°hasta donde alcanza la vista¡± de una familia bien conocida y rica ac¨¢, los Vicini, italianos crecidos al calor de los ingenios del az¨²car. Basta un viaje en yola para comprobar: pobres por aqu¨ª, pobres por all¨¢... Chamizos imposibles descolg¨¢ndose hacia el agua como despojos expulsados del propio casco urbano... Hasta donde alcanza la vista. "Existe un 32% de pobreza general en el pa¨ªs; un 7% de pobreza extrema", hab¨ªa apuntado ya Jenny Torres, coordinadora de pol¨ªticas p¨²blicas de la ONG Ciudad Alternativa, al mostrarnos el recorrido previsto por los asentamientos en las cercan¨ªas de Santo Domingo, San Crist¨®bal y Consuelo. "Vivimos en un pa¨ªs que se llama Punta Cana", ironiza ella sobre esta realidad tan desconocida fuera.
¡°Las zonas tur¨ªsticas son espacios cerrados, el viajero no ve ni va m¨¢s all¨¢. Sucede, por ejemplo, en Boca Chica, que es el sexto municipio m¨¢s pobre del pa¨ªs y donde abunda la prostituci¨®n incluso de menores; o en lugares id¨ªlicos donde se alzan vallas para que no se vean lo que existe al otro lado¡±, contar¨¢ luego Rosy Torres, consultora independiente de Oxfam. Ella realiz¨® en 2015 el trabajo de campo de una investigaci¨®n por todos los albergues (asentamientos) de desplazados y conoce bien sus contornos y a sus moradores. Damnificados en Rep¨²blica Dominicana. Duraderamente provisional se titula el informe, escrito por Jenny Torres.
Ambas son algunas de las personas que ponen voz a este desastre que definen como "La NO pol¨ªtica de vivienda" o ¡°Crisis habitacional¡±: la inversi¨®n prevista en vivienda social para 2017 en el pa¨ªs es del 0,03% del PIB. Y siguen: ¡°Rep¨²blica Dominicana ha ido creciendo, es verdad, pero el desempe?o social no se corresponde con lo crecido¡±. Algo que tambi¨¦n apunta el Banco Mundial: "La Rep¨²blica Dominicana ha disfrutado de una de las tasas de crecimiento m¨¢s altas en Am¨¦rica Latina y el Caribe en los ¨²ltimos 25 a?os...acelerado nuevamente desde el 2014, a un 7% anual... Sin embargo, a pesar del notable desempe?o econ¨®mico, el crecimiento no ha sido tan inclusivo como en el resto de la regi¨®n; uno de cada tres dominicanos permanece por debajo de la l¨ªnea de pobreza".
Chamizos, chabolas, albergues, bateyes (zonas donde habitan trabajadores de la ca?a, muchos haitianos) sin agua, ni luz, ni inodoros se convierten, as¨ª, en nuestro destino diario. No s¨®lo es en la ribera del Ozama. Son tambi¨¦n asentamientos como Los Barracones, Alfa 4, La Marina, George¡ Con poblaci¨®n desplazada interna o externa (haitianos en su mayor¨ªa). Unos llegaron por necesidad econ¨®mica; otros, empujados por las cat¨¢strofes naturales que no cesan: ciclones, inundaciones, terremotos, tormentas tropicales de distinto pelaje y nombre (David, Frederic, George, Olga y Noel) que se ceban con gusto en los m¨¢s desfavorecidos. O por ambos motivos, en un eterno c¨ªrculo vicioso. La lluvia no afecta igual a todos.
Naces y ah¨ª sigues por siempre
"Todo lo que aqu¨ª sucede [en Rep¨²blica Dominicana]", dice Juan Miguel P¨¦rez, soci¨®logo de la Universidad Aut¨®noma de Santo Domingo, "se explica en tres conceptos: Reproducci¨®n social, segregaci¨®n social y d¨¦ficit democr¨¢tico". "Naces y ah¨ª sigues por siempre", afirma. "De cada cien personas que vienen al mundo en este pa¨ªs, menos de un dos por ciento cambia del estrato social en el que naci¨®: un 18% retrocede, y el 78% queda estancado. Esto implica mucha segregaci¨®n social y econ¨®mica pero tambi¨¦n de capital cultural, ese bagaje que te da la capacidad de entender tu situaci¨®n e interactuar para cambiarla. La segregaci¨®n y la desigualdad existen f¨ªsicamente en los territorios, cada uno tiene sus condiciones, su lenguaje¡, y ¨¦sta es tambi¨¦n racial, tiene color. Aqu¨ª hay muy ricos que nadan en la abundancia y piensan, comen y viajan o viven como todas las ¨¦lites. Luego est¨¢n los de nivel medio, que miran hacia los dominantes y se aprecia lo que son a trav¨¦s de la publicidad, consumen servicios privatizados, viven en espacios reducidos y protegidos o fuera del pa¨ªs¡, y finalmente, estan las clases que sobreviven, con alt¨ªsimos niveles de desempleo, 60%, y salarios m¨ªseros de unos 200 d¨®lares mensuales: los pobres y los extremadamente pobres". Y entre estos ¨²ltimos, recuerda, un grupo que arrastra una carga a¨²n mayor: las mujeres dominicanas que trabajan en el exterior (son mayor¨ªa entre los que emigran), alejadas durante a?os de sus hijos y familias y contribuyendo as¨ª con una importante inyecci¨®n al PIB del pa¨ªs, pues las remesas representan un 7%.
"La recuperaci¨®n de un hogar pobre de un solo desastre puede durar toda una generaci¨®n entera", dice el Banco Mundial. Y sigue: "RD est¨¢ muy expuesta... Aproximadamente el 92% de su producci¨®n econ¨®mica y el 97% de su poblaci¨®n se encuentran en zonas vulnerables a dos o m¨¢s tipos de desastres naturales. La ubicaci¨®n geogr¨¢fica juega un papel preponderante que explica este alto grado de exposici¨®n a los fen¨®menos meteorol¨®gicos, pero tambi¨¦n lo explican las debilidades estructurales como son el crecimiento urbano no planificado, degradaci¨®n del suelo, y d¨¦bil aplicaci¨®n de los c¨®digos de construcci¨®n y las regulaciones de zonificaci¨®n".
Aqu¨ª y all¨¢ vemos seres humanos pegados a un paisaje, a un tipo de vivienda, a una est¨¦tica, a una clase de comida y ropa precarias, a tradiciones plagadas de supersticiones y religi¨®n, a un nivel de vida tan insuficiente que condena a la desnutrici¨®n, a las infecciones (dengue o chikungu?a especialmente) y la enfermedad. Un panorama de calles sin asfaltar, falta de saneamiento y servicios, hasta de identidad: un 31% de personas sin actas de nacimiento habitan en los asentamientos. ¡°Existen adem¨¢s lo que se llaman "las marcas del refugio" interiorizadas: sin documentaci¨®n, no existo; no tengo derecho a ser avisado ante amenaza clim¨¢tica; no tengo derecho a protestar; y debo negarme a m¨ª mismo para existir: no has de decir nunca donde habitas¡±, recuerda Loeny Santana, activista del Foro Ciudadano, sobre el informe de damnificados de Ciudad Altenativa citado arriba. Y a¨²n peor, encontramos una gran mayor¨ªa de personas afectadas por el mayor de los males: la resignaci¨®n. Si naces aqu¨ª es que la vida es as¨ª. La conciencia de la pobreza como destino irreversible que todo lo arrastra. ¡°As¨ª lo quiere Dios¡¡± es la frase m¨¢s escuchada. Si Dios lo quiere, ning¨²n Gobierno lo puede cambiar.
?Pero qu¨¦ hace el Gobierno para atender a las familias m¨¢s necesitadas cuando no tienen ni siquiera un techo? Desde el ministerio de Econom¨ªa nos remiten a sus memorias institucionales de los ¨²ltimos a?os donde se incluyen planes contra lluvias y desastres y medidas de acci¨®n. Hay proyectos de vivienda y de realojo de afectados, s¨ª. Como las zonas de Juan Bosch y Nueva Barquita, que tambi¨¦n visitaremos: all¨ª se ven nuevas construcciones, viviendas amplias y c¨®modas, pero apenas hay tiendas en los bajos, ning¨²n trabajo ni formal ni informal cerca. El texto remitido desde el Gobierno, de 2013, se?ala: "Hoy se inicia la construcci¨®n de la Nueva Barquita, donde ser¨¢n reubicadas unas 1,620 viviendas y m¨¢s de 5,500 personas, aquellas que actualmente viven en zona de riesgo, dentro del barrio La Barquita. Construyendo viviendas dignas, entre 65 y 55 m2, en edificios de apartamentos de 4 niveles, algunos con el primer nivel comercial. Se priorizar¨¢ a las personas envejecientes y con dificultades motrices, ubic¨¢ndoles en los primeros niveles y manejando criterios de movilidad universal. No solo se construir¨¢n viviendas, se dispondr¨¢n tambi¨¦n de equipamientos y dotaciones...".
El lugar est¨¢ impecable, hay escuela, canchas de baloncesto y otros deportes, alg¨²n colmado, contenedores de basuras, y pasan autobuses con regularidad. Los vecinos muestran mucha satisfacci¨®n y mucha queja al mismo tiempo. La mayor de estas es que se les consulta muy poco a la hora de plantear necesidades o planificar soluciones, a la hora de dise?ar las viviendas, el barrio, los servicios... ¡°Y el 90% de los proyectos para desplazados se desarrollan en Santo Domingo, y no en las zonas m¨¢s empobrecidas; hay un d¨¦ficit de 865.829 viviendas y la oferta existente representa 70.961 viviendas, es decir apenas un 8,2% de lo necesario", afirma Jenny Torres. "Adem¨¢s, el sistema de fideicomisos que tambi¨¦n ha puesto en marcha el Gobierno ¡ªdonde ¨¦ste da un aval para facilitar terrenos¡ª? resultan ser al final viviendas para asalariados, porque tienen un precio que implica tres sueldos al menos, lo cual saca a muchos pobres de esta opci¨®n¡±.
Tal situaci¨®n precaria est¨¢ siendo denunciada estas semanas a trav¨¦s de una campa?a de Oxfam y Casa Ya (iniciativa que agrupa a las organizaciones parte de la mesa de vivienda de Foro Ciudadano y otras ONG), con el objetivo de llamar la atenci¨®n del Gobierno dominicano sobre una realidad a la vista penosa. Si el 71% de la poblaci¨®n carece de vivienda digna en el pa¨ªs ?por qu¨¦ no invertir m¨¢s en el sector hasta llegar al 1% del PIB? Y OXFAM y Casa Ya no s¨®lo se lo preguntan sino que? proponen y dan ideas para reducir gastos de aqu¨ª y all¨¢ y conseguir tal cantidad de fondos.
Rosa Ca?ete, Coordinadora contra la Desigualdad en Am¨¦rica Latina y El Caribe, y Rafael Jovine tiran de datos y gr¨¢ficos para mostrar c¨®mo ara?ar de los gastos de Gobierno existentes, eliminar corruptelas, pr¨¢cticas clientelares y dispendios y conseguir la financiaci¨®n necesaria (ver gr¨¢fico). Algunas frases de la campa?a son: "S¨®lo en publicidad y propaganda, el Gobierno gasta tres veces m¨¢s que en vivienda", "Propaganda, corrupci¨®n, botellas... El Gobierno dominicano malgasta alrededor de 2.2% del PIB nacional que podr¨ªa utilizarse en garantizarle el derecho a la vivienda, entre otros". La reforma fiscal est¨¢ ahora, adem¨¢s, sobre la mesa. "No se recauda suficiente en este pa¨ªs, tras Guatemala es el segundo pa¨ªs con menor presi¨®n tributaria. Seg¨²n la ONU, s¨®lo 14% del PIB; faltan 6 puntos para llegar al 20% y cumplir con la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero la pol¨ªtica fiscal es un c¨ªrculo en s¨ª mima: para recaudar m¨¢s y mejor se tienen que garantizar servicios a la ciudadan¨ªa, pero aqu¨ª no se reciben adecuadamente", apuntan.
"Un sector p¨²blico que no gasta lo suficiente ni particularmente bien para reducir la pobreza", lo define el informe Para construir un futuro juntos. Notas de pol¨ªtica de Rep¨²blica Dominicana, publicado en octubre de 2106 por el Banco Mundial, donde el organismo internacional hace sugerencias al nuevo Gobierno del pa¨ªs (Danilo Medina y el Partido de la Liberaci¨®n Dominicana ganaron por segunda vez en mayo de 2016) pero, curiosamente, no hay menci¨®n a la promoci¨®n o incremento o inversi¨®n de vivienda de ning¨²n modo, ni esta es considerada pol¨ªtica social (es m¨¢s la palabra vivienda brilla por su ausencia en el informe).
El albergue de Canta la Rana
Situado en Los Alcarrizos, era temporal, como tantos otros, hasta que el propio paso del tiempo lo ha hecho permanente. En barracones se asentaron familias expulsadas de sus lugares de origen por la fuerza del cicl¨®n David en 1979. ¡°Todo el mundo aqu¨ª tiene una historia alrededor de ¨¦l y de la tormenta Frederic que vino despu¨¦s y anego todo durante 15 d¨ªas¡±. Hoy es d¨ªa de mercado en esta localidad del extrarradio de la capital y el ajetreo es total: guaguas yendo y viniendo, gritos en los colmados, carteles ilustrativos (¡°36% de las adolescentes de Los Alcarrizos quedaron el a?o pasado embarazadas¡±, "Ojo a la epidemia de conjuntivitis"), los picapollos a rebosar (brutal fue la noticia de los pollos ¡°ahogados¡± de los chinos, que los matan de ese modo, aseguraban los peri¨®dicos, para que la carne est¨¦ m¨¢s fresca) y coches tuneados aqu¨ª y all¨¢ con altavoces gigantes para montar karaoke nocturno en cuanto se pueda.
El albergue est¨¢ esquinado y en el habitaban 600 personas. El presidente de la Junta de Vecinos Alfa y Omega, Dolores F¨¦lix, nos cuenta c¨®mo fue asent¨¢ndose la gente; c¨®mo s¨ª, es verdad, que se han hecho planes y proyectos de realojo, y ah¨ª mismo al lado se ven los bloques de apartamentos: "Pero el Gobierno asegura que todo el mundo tiene casa ya, y nosotros decimos que no, como puede usted comprobar. Porque muchas viviendas se dieron a quienes no estaban en lista".
Hay mujeres poderosas viviendo en estos barracones, como Carmen F¨¦lix, Beatriz Bais o Daisy Irene F¨¦lix, de 63 a?os, que sirve caf¨¦ desde su chabola y todo lo sabe y lo ve desde su mirador de madera. En los primeros tiempos ella preparaba comida para los damnificados. Su memoria es la? un tiempo y una situaci¨®n a¨²n pendiente de soluci¨®n. ¡°Yo sigo peleando para conseguir algo¡±, asegura.
Claudio S¨¢nchez, de 86 a?os, est¨¢ sentado a la puerta de su chabola, como hacen tantos para pasar las horas. Charlar forma parte de la vida cotidiana. ¡°Los seres humanos a veces nos descontrolamos¡±, suelta, para confirmar que s¨ª, que aqu¨ª hubo mucha droga, violencia y delincuencia, y que la polic¨ªa viene mucho en busca de cuartos. "Agarran a cualquiera y luego si no pagas no lo sueltan", nos cuentan. ¡°Hubo un tiempo en que hubo mucha lucha en estos barracones¡±, afirma. Lo confirma F¨¦lix. Como cuando, hartos de mandar cartas desde la junta de vecinos para arreglar la calle principal y que no les hicieran caso, decidieron sembrarla entera de bananos. "Vino bandada de polic¨ªas". Al final les entregaron materiales para aceras y canalizaci¨®n de agua y que se lo construyeran ellos solos. Y a¨²n de vez en cuando arrecian las protestas: ¡°Pero no todos participan, muchos tienen miedo de perder lo poco que poseen, pues los tienen todo en contra¡±. As¨ª, en el recorrido, unos muestran la fosa s¨¦ptica, otros su altarcito a varias v¨ªrgenes y dioses, las cucarachas o ciempi¨¦s, el bayg¨®n a todas horas para espantar mosquitos, la falta de sitio para cocinar o tender la ropa¡ Y hasta los agujeros de las balas. Como Natanael de la Cruz, que lleva un drenaje desde hace dos meses y lo lleva ah¨ª al aire. ¡°Un mal entendido fue¡±, asegura.
Los casos Alfa
Unas 150 familias habitan en un lugar llamado Alfa 4 que acogi¨® a afectados del George (1998) y Noel y Olga (2009). Se trata de una situaci¨®n similar a la de Los Alcarrizos, pero en el centro de San Crist¨®bal, la que fuera ciudad del dictador Trujillo, en un edificio que era anta?o el Instituto Agrario. All¨ª es Salad¨ªn Santana, alias Rambo, de la Junta de Vecinos, quien nos espera y nos hace de gu¨ªa. "Hay capas de desplazados aqu¨ª, de tres etapas, hubo un tiempo en que sacaban y tra¨ªan seg¨²n los huracanes", cuenta mientras cruzamos ante un par de casas quemadas (accidente que sucede mucho).
La zona no ha sido hist¨®ricamente tranquila. Unos cuentan sobre sus casas originales perdidas por crecidas del r¨ªo; otras, como Miguelina Jim¨¦nez, sobre maridos desaparecidos: "Un d¨ªa vino alguien ac¨¢ y me lo mat¨®". Se neg¨®, dice, a que se instalara en Alfa 4 un punto de droga. Para Francia Tejera, de 23 a?os, su vida anterior ten¨ªa exactamente color violencia: "Tuve que salir corriendo de mi casa y dejar a mis hijos, de siete y cuatro a?os, porque ¨¦l [su marido] me pegaba". En su cara y sus brazos se aprecian las marcas. Ahora no sabe bien a qu¨¦ dedicarse ni qu¨¦ hacer: "Cursos de cocina o de belleza. O quiz¨¢ emigre a Chile, ahora hay mucho trabajo dom¨¦stico all¨¢". Cae la tarde, llegan hombres del trabajo en la ciudad, crecen los grupos sentados ante las puertas de las chabolas, los sonidos de m¨²sicas y voces y el olor a cerveza. "Este barrio est¨¢ curado ahora", asegura Rambo, "antes todo eran pleitos y peleas, pero ahora ya todos esos tigres est¨¢n presos y los j¨®venes est¨¢n tranquilos".
La m¨¢s terrible situaci¨®n del lugar es en la que viven Giselle, de 36 a?os, embarazada y madre de cinco hijos, y su compa?ero Francisco de la Rosa, de 34, que procede de otro sector al que llaman La Piscina. "Nadie viene a interesarse por nosotros", dice ella en un cuchitril que acongoja hasta en su descripci¨®n. Hornillos, telas, colchones, pl¨¢sticos en el techo, goteras... ?Deber¨ªa hacerlo alguien? Descubrimos enseguida, al girar la cabeza en el recinto, la raz¨®n. Giselle no pide atenci¨®n para ella, sino para su hija discapacitada de siete a?os, tirada como un trapo encima de la cama. Deficiente, casi ciega, inmovilizada, sin manera ni modo, ni espacio siquiera para poder entrar en la casucha con una silla de ruedas. Preguntados sus vecinos sobre ayudas para alimentos o pa?ales, nada responden. Se encogen de hombros. La mitad de las familias est¨¢n ocupadas ya esperando un inminente reasentamiento. Hay una lista a¨²n no p¨²blica. Pero Giselle no espera estar en ella.
De los tejados de unas chabolas se puede subir hasta las otras y desde all¨ª, desde las azoteas se aprecia bien el per¨ªmetro del albergue, su paisaje de tejados ro¨ªdos y gris uralita, de tiempo consumido.
Oxfam ha lanzado en Rep¨²blica Dominicana y Espa?a junto a la iniciativa Casa Ya la campa?a Cambiemos las Prioridades "1paratodosytodasporel1" para conseguir que el Gobierno del pa¨ªs caribe?o aumente el presupuesto para vivienda hasta el 1% del PIB. Puedes seguirla con el hashtag #CambiemosPrioridades en redes sociales.
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