Trabajar con los ex, cuando la funci¨®n debe continuar
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UCHA GENTE se queja de lo duro que es convivir con los ex en el mismo centro de trabajo, ya se trate de hospitales, universidades, redacciones, partidos pol¨ªticos y as¨ª hasta el infinito. ?Hasta el infinito? ?De ninguna manera!, pues por fortuna existe un ¨¢mbito laboral donde la profesionalidad est¨¢ por encima de cualquier contingencia personal. Me refiero al circo y sus artistas, porque la trapecista sabe que tiene que seguir sujetando en el aire a su ex, aunque ¨¦l la haya dejado por la ayudante del mago.
La historia del circo es riqu¨ªsima en amor¨ªos y aventuras sin red, como la de Rosita de la Plata, trapecista argentina casada con el uruguayo Antonio Podest¨¢ y enamorada del brit¨¢nico Frank Brown, trapecistas los dos. Antonio descubri¨® que Rosita lo enga?aba con Frank, pero los tres siguieron actuando juntos porque Frank era el due?o del circo. Corr¨ªa el a?o de 1893 y el tr¨ªo mantuvo el tri¨¢ngulo incluso despu¨¦s del divorcio de Rosita. M¨¢s tr¨¢gica fue la vida del mexicano Alfredo Codona, primer trapecista que ejecut¨® un triple salto mortal en 1920. Codona vio morir a su primera esposa, Lillian Leitzel, y asesin¨® a su segunda mujer, Vera Bruce, ambas trapecistas. ?Existir¨¢ alguna relaci¨®n entre el amor y la especialidad circense? En 1964 la domadora de perros Sue Yelding se divorci¨® del domador de caballos Norman Barrett para casarse con el domador de chimpanc¨¦s Rudi Lenz. ?A Sue le gustaban los domadores o los animales? Imposible saberlo, pero su n¨²mero de los monos jinetes triunf¨® en todos los circos.
Codona vio morir a su primera esposa, Lillian Leitzel, y asesin¨® a su segunda mujer, Vera Bruce, ambas trapecistas.
La vida conyugal de los trapecistas ha sido menos azarosa en Espa?a, donde tenemos genuinos linajes del funambulismo, la acrobacia y el trapecio. As¨ª, la c¨¦lebre Pinito del Oro perteneci¨® a una prestigiosa familia circense; la trapecista jerezana Miss Mara era hija de una trapecista malague?a que se puso de parto en plena funci¨®n, y Consuelo Cantalejo, La Jerezana, y su marido, Francisco Sala, Francoco, tambi¨¦n fueron pareja arriba y abajo del trapecio. Para los matrimonios de trapecistas, el equilibrio sentimental es tan o m¨¢s importante que el otro.
Jos¨¦ Aumente es un p¨¢rroco sin parroquia porque su reba?o est¨¢ repartido por todos los circos ambulantes de Espa?a, los cuales visita puntual para casar, bautizar y confesar a los artistas. As¨ª, con conocimiento de causa, el padre Aumente asegura que en el circo los matrimonios son muy estables porque la estabilidad es imprescindible tanto para la vida como para el espect¨¢cu?lo. Sin embargo, la jurisprudencia espa?ola es rica en sentencias de divorcios entre artistas que prefieren quedarse en el mismo circo para disfrutar de la custodia compartida y evitar problemas con los reg¨ªmenes de visitas.
Que tomen nota los tiquismiquis que piensan que no es posible trabajar con los ex, porque bajo la misma carpa la funci¨®n debe continuar, aunque tu ex sea quien te lance los cuchillos o sea la que tenga que darle de comer al le¨®n antes de que metas la cabeza dentro de sus fauces.
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