Aceite de arg¨¢n, el oro marroqu¨ª
FATIMA IHIHI siempre se ha sentido afortunada. Su padre permiti¨® que terminase sus estudios y la ayud¨® a cumplir un sue?o: crear una asociaci¨®n para alfabetizar y ense?ar un oficio a las mujeres de su pueblo, Akhsmou, al suroeste de Marruecos. Los hombres de esta peque?a localidad al principio no entend¨ªan qu¨¦ necesidad hab¨ªa de que sus esposas e hijas aprendiesen a leer y escribir, y se opon¨ªan a que trabajasen fuera de casa. Consigui¨® arrancar el proyecto con 29 trabajadoras en 2004. Ahora esta joven bereber de 34 a?os da trabajo a un centenar de mujeres. Dirige Toudarte, una de las 300 cooperativas femeninas dedicadas a la producci¨®n de aceite de arg¨¢n en el pa¨ªs norteafricano. Un producto que en los ¨²ltimos a?os se ha convertido en un preciado ingrediente de la industria cosm¨¦tica por su alto poder nutritivo y antioxidante. Se utiliza en cremas para la piel, pero, sobre todo, es muy valorado por sus beneficios para el cabello, al que proporciona una alta luminosidad e hidrataci¨®n. Grandes multinacionales como la francesa K¨¦rastase elaboran gamas completas para el pelo con este ingrediente como protagonista.
Pero durante mucho tiempo este tesoro dorado fue un desconocido para los propios marroqu¨ªes. Solo las bereberes sab¨ªan c¨®mo elaborarlo y lo utilizaban para la piel, el cabello y en la gastronom¨ªa. La extracci¨®n artesanal era lenta y trabajosa, para conseguir un solo litro se invert¨ªan m¨¢s de 20 horas de trabajo. Las mujeres no sol¨ªan recibir ning¨²n beneficio, ya que eran los hombres de su familia los encargados de vender el producto, envasado en botellas recicladas, en el mercado local. Adem¨¢s, la tradici¨®n se iba perdiendo al mismo ritmo al que desaparec¨ªan los ¨¢rboles del arg¨¢n, de cuyos frutos se obtiene el aceite. Se trata de una especie end¨¦mica del suroeste de Marruecos que est¨¢ adaptada a los rigores de este clima de altas temperaturas y escasa humedad. Durante la Segunda Guerra Mundial, la mitad de los bosques fueron talados para ser usados como combustible, y en las d¨¦cadas posteriores se cortaron a¨²n m¨¢s ¨¢rboles para extender los campos de cultivo. Entre la d¨¦cada de los sesenta y la de los ochenta llegaron a perderse m¨¢s de 600 hect¨¢reas cada a?o.
Fue una investigadora y profesora de qu¨ªmica de la Universidad Mohamed V de Rabat, Zoubida Charrouf, quien advirti¨® del desastre ecol¨®gico que se estaba produciendo y se propuso revertirlo. Lo primero que hizo fue analizar el producto para tratar de dar una base cient¨ªfica a las propiedades que eran bien conocidas por la tradici¨®n bereber. Charrouf explica que el aceite de arg¨¢n es el que m¨¢s concentraci¨®n de vitamina E tiene del mundo y adem¨¢s posee tres veces m¨¢s omega 6 que el de oliva. ¡°Estas cualidades son las que hacen que sea tan apreciado en la industria cosm¨¦tica¡±, explica con orgullo.
Gracias a las subvenciones de las embajadas y a la ayuda internacional de varios inversores, la investigadora logr¨® reunir el dinero necesario para poner en marcha el proyecto. De nuevo, lo m¨¢s dif¨ªcil fue implicar a la comunidad local, convencerlos de que no solo se trataba de una oportunidad econ¨®mica, sino de una manera de regenerar los bosques de su regi¨®n y frenar la desertizaci¨®n.
En 1996 Marruecos exportaba 100 litros de aceite de arg¨¢n al a?o. Hoy esta cifra supera las 1. 200 toneladas.
En 1996, el a?o en que Charrouf logr¨® fundar la primera cooperativa femenina, Marruecos tan solo exportaba 100 litros de este producto al a?o para su uso en gastronom¨ªa a unos 3 euros por litro. Actualmente se exportan m¨¢s de 1.200 toneladas y su precio llega a alcanzar los 25 euros por litro. Las primeras trabajadoras fueron viudas y divorciadas, mujeres que no ten¨ªan nada que perder y nadie ante quien responder. Todo el proceso se mecaniz¨® salvo la extracci¨®n de las semillas, que hoy se sigue haciendo golpeando el fruto seco con una piedra. El lugar elegido fue la peque?a ciudad tur¨ªstica de Tamanar. La idea era que los extranjeros comprasen aceite de arg¨¢n como souvenir y se corriese la voz sobre su calidad y sus beneficios. ¡°Ten¨ªamos un producto que nadie conoc¨ªa y cero d¨ªrhams para hacer campa?as publicitarias¡±, recuerda entre risas la investigadora marroqu¨ª.
El primer golpe de suerte lleg¨® con la visita de una cadena de televisi¨®n francesa que les dio visibilidad internacional. En 1999, Charrouf creo la ONG Ibn al Baitar para asesorar a las nuevas asociaciones femeninas que empezaron a surgir. A las mujeres se les ense?a a leer y escribir, a negociar con los proveedores, nociones b¨¢sicas de marketing e incluso a trazabilizar la producci¨®n. M¨¢s tarde, el Gobierno marroqu¨ª se implic¨® en el proceso y a partir de ese momento cada vez que se crea una nueva cooperativa se construye un colegio, un dispensario y carreteras que la comuniquen con el pueblo m¨¢s cercano.
Pero el proyecto empez¨® a crecer realmente cuando dio el salto a la cosm¨¦tica. La profesora Charrouf colaboraba con un laboratorio franc¨¦s especializado en analizar y comercializar ingredientes para productos de belleza y fueron ellos los que les pusieron en contacto con grandes marcas del sector como L¡¯Or¨¦al. Ahora algunas de las firmas de esta empresa francesa, como K¨¦rastase, trabajan directamente con las cooperativas. Un ejemplo de esto es la l¨ªnea para cabello Aura Botanica, que est¨¢ compuesta en un 98% por productos naturales, entre los que destaca el aceite de arg¨¢n.
La recuperaci¨®n de este elixir ha revolucionado el mundo de la belleza y la vida de los habitantes de esta regi¨®n marroqu¨ª. Ya son miles las mujeres que han empezado a trabajar en alguna de las 300 cooperativas y a ganar un salario estable. Algunas por fin han podido comprarse una casa, un frigor¨ªfico o las medicinas necesarias para tratar la enfermedad de un familiar. El analfabetismo femenino ha pasado en 20 a?os del 95% al 50% en la zona. El Gobierno se ha comprometido a reforestar 200.000 hect¨¢reas antes de 2025. M¨¢s de dos millones de personas trabajan directa o indirectamente con el arg¨¢n. Pero si hay algo de lo que Charrouf se siente realmente orgullosa es de que por fin todos los ni?os est¨¢n escolarizados. ¡°Yo misma tuve que enfrentarme a mis padres para poder estudiar como mis hermanos y no quiero que eso le vuelva a pasar a ninguna ni?a¡±, zanja la profesora.
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