Dolce&Gabbana vuelve a casa
Cuatro d¨ªas de lujo, fiesta y moda en Palermo. As¨ª ha presentado la firma italiana sus colecciones de alta costura femenina y masculina
La Semana de la Alta Costura de Par¨ªs se cerr¨® en Palermo. Domenico Dolce y Stefano Gabbana? organizaron su desfile a 2.000 kil¨®metros al sur de la capital francesa, en la ciudad siciliana donde empez¨® su historia.
Domenico Dolce aprendi¨® a cortar y coser en el n¨²mero 63 del Corso Garibaldi, en Polizzi Generosa, un pueblo de 4.000 almas aferrado a la monta?a que domina Palermo. Una vez dominado el arte de la confecci¨®n, Dolce se anim¨® con el dise?o. M¨¢s tarde apareci¨® en su vida Stefano Gabbana, nacido en Mil¨¢n, el que ser¨ªa su compa?ero en esta aventura creativa. Juntos crearon una de las firmas de lujo italianas m¨¢s importantes de la industria. Ahora tras tres d¨¦cadas de cotizada carrera los dise?adores, que nunca hab¨ªan desfilado en la ciudad que los acun¨® y que sigue siendo fuente de inspiraci¨®n, decidieron hacerlo.
¡°Esta colecci¨®n representa una vuelta a casa¡±, contaron a la prensa. Y cuando uno vuelve a casa despu¨¦s de tantos a?os, despu¨¦s de tanto ¨¦xito como un hijo pr¨®digo al que le ha salido todo muy bien, lo hace a bombo y platillo. Adem¨¢s, lo del minimalismo nunca fue lo suyo. Dolce&Gabbana organiz¨® cuatro d¨ªas de fiesta, comidas, bailes, pasarelas y boutiques pop-up.
Invitaron a famosos de todo el mundo y a desconocidos millonarios. El alcalde modific¨® la circulaci¨®n del tr¨¢nsito para que pudieran moverse a sus anchas. Un enjambre de periodistas del sector, que nunca hab¨ªa pisado Palermo, acudi¨® electrizado. Tras d¨ªas de espera y expectaci¨®n, el viernes pasado la pasarela con la colecci¨®n femenina de la firma se mont¨® a la plaza Pletoria de Palermo. Su fuente de estatuas barrocas desnudas ofreci¨® el marco perfecto a las modelos vestidas de flores, brillos, bordados, coronas, encajes, transparencias y aplicaciones. Toda una oda al exceso: ¡°V¨¢is a ver el resumen de todo lo que siempre hemos hecho, la pasi¨®n de toda una vida. Aristocracia y pueblo, arte y mercado, carritos y cassate (el postre t¨ªpico de la zona), santos y sotas. Todo lo que amamos¡±.
El s¨¢bado le lleg¨® el turno a la moda masculina. Lo hicieron en Monreale, el pueblo normando de los mosaicos dorados, donde la plaza fue forrada con alfombras orientales y el Duomo iluminado para la ocasi¨®n.
Los millonarios tomaron notas y aplaudieron. Algunos palermitanos intentaron presenciar un fragmento de aquel elegante y lujos mundo desde las vallas.
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