¡°El c¨®lera solo ha sido un toque de atenci¨®n en una crisis desatendida¡±
Las p¨¦simas condiciones de los sistemas de saneamiento favorecen la propagaci¨®n del c¨®lera en Abs (Yemen). La espa?ola Ruth Conde, enfermera de MSF, ha trabajado all¨ª
Cuando, a finales de marzo, obtuvimos el primer test positivo de c¨®lera en el hospital que apoyamos en Abs, en el norte de Yemen, recuerdo la cara desencajada del equipo. Entonces est¨¢bamos ya desbordados de trabajo. Hab¨ªa habido brotes de sarampi¨®n, tos ferina, un pico de malaria y trat¨¢bamos a un n¨²mero importante de heridos de guerra. La llegada del c¨®lera era lo ¨²nico que nos faltaba.
Cuando piensas en los factores que llevan a una poblaci¨®n a ser vulnerable a un brote de c¨®lera, te das cuenta de que Yemen, en general, y Abs, en particular, los re¨²nen todos. Por un lado, el sistema sanitario est¨¢ colapsado a causa de m¨¢s de dos a?os de guerra, con insuficiente personal o con funcionarios p¨²blicos que no han recibido salarios desde hace meses, adem¨¢s de disponer de recursos materiales limitados.
Por otro lado, al caldo de cultivo se suma una poblaci¨®n desplazada, empobrecida, con poco acceso a agua potable limpia, que sufre falta de alimentos y ya est¨¢ muy afectada por el azote de otras morbilidades.
Un brote en aumento
Al principio, el c¨®lera empez¨® en Abs de forma intermitente y limitada. Ten¨ªamos un n¨²mero controlado de pacientes y todos ven¨ªan de la misma zona. En mayo, en cambio, la situaci¨®n se volvi¨® explosiva. Comenzamos a recibir 20 y 30 pacientes en un mismo d¨ªa y cada vez proced¨ªan de zonas m¨¢s alejadas. Ah¨ª salt¨® la alarma y tuvimos la sensaci¨®n de que se nos iba de las manos.
En M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) lo tuvimos claro y nos pusimos manos a la obra r¨¢pidamente. En cuanto llegaron los primeros casos hicimos misiones exploratorias, establecimos redes en la zona, hicimos donaciones de material y entrenamos a personal de centros y puestos de salud de la regi¨®n para garantizar que al menos los casos moderados pudieran ser tratados en la distancia.
A mediados de mayo, vimos que hab¨ªa que redoblar esfuerzos e instalamos tambi¨¦n un centro de tratamiento de c¨®lera (CTC) aislado del hospital. Lo hicimos en una escuela cercana, que actualmente cuenta con una capacidad de 100 camas y en el que empleamos a unos 100 trabajadores adicionales.
Abs no solo ha sido el epicentro de un brote de c¨®lera que ya ha causado m¨¢s de 1.600 muertos y ha afectado a m¨¢s de 260.000, sino que es la regi¨®n con el crecimiento m¨¢s exponencial. No en vano, en estas ¨²ltimas semanas de junio y julio hemos estado recibiendo una media de hasta 400 casos al d¨ªa.
Recuerdo una imagen en concreto en el momento en que la epidemia comenz¨® a dispararse. Yo estaba preparando unos litros de agua y de repente recibimos de golpe una avalancha de pacientes. Entre ellos hab¨ªa una chica joven, de unos 16 a?os, que lleg¨® conmocionada. Se colaps¨®. Dej¨® de respirar. Tuvimos que ponerle soporte ventilatorio, pero fue empezar a inyectarle fluidos y entonces recuper¨® la actividad respiratoria. Al d¨ªa siguiente por la ma?ana, la joven ya pod¨ªa valerse por s¨ª misma para ir al ba?o. Una recuperaci¨®n asombrosa.
Actuar r¨¢pido y a contrarreloj
Y as¨ª ha sido por suerte la t¨®nica general. Trabajando a contrarreloj, hemos conseguido mantener la tasa de mortalidad en torno al 1 y 2%. Si no es tratado bien y a tiempo, el c¨®lera puede tener una mortalidad de hasta el 50%. Es una enfermedad que no distingue entre estratos sociales ni entre hombres, mujeres, ancianos y ni?os. Si el manejo es bueno y r¨¢pido, los resultados son m¨¢gicos. En el caso de los pacientes con diagn¨®stico m¨¢s cr¨ªtico, desde que ingresan hasta que reciben el alta m¨¦dica, la estancia m¨¢xima es de unos cuatro d¨ªas. La evoluci¨®n es mete¨®rica. Un paciente leve, si es admitido en un momento en el que se puede rehidratar por s¨ª mismo, puede ser dado de alta en pocas horas.
El hospital de Abs
M¨¦dicos Sin Fronteras comenz¨® su apoyo al hospital rural de Abs en julio de 2015. El 15 de agosto de 2016 un ataque a¨¦reo destruy¨® parte del complejo y caus¨® la muerte de 19 personas, incluido un trabajador de la organizaci¨®n, y caus¨® heridas a 24. Poco despu¨¦s, MSF suspendi¨® actividades en varias instalaciones del norte de Yemen. En noviembre del a?o pasado, la organizaci¨®n reanud¨® su apoyo al hospital tras reconstruirlo. En el centro trabajan actualmente unos 200 trabajadores nacionales y una decena de profesionales internacionales. En el hospital rural de Abs, MSF dirige servicios de urgencia, unidades de pediatr¨ªa, neonatolog¨ªa, una maternidad, una planta de nutrici¨®n, un servicio de cl¨ªnicas m¨®viles y lleva a cabo sesiones de ayuda psicosocial, entre otros.
Como en el caso de la joven, uno piensa en qu¨¦ habr¨ªa pasado si no hubi¨¦ramos estado all¨ª para asistirla o si hubiera llegado cinco minutos tarde a nuestro centro de tratamiento. Tambi¨¦n pienso en el miedo en los ojos de la gente al no entender bien qu¨¦ est¨¢ pasando y en las peticiones de ayuda tanto de l¨ªderes comunitarios como de todo tipo de autoridades, incapaces de gestionar una crisis desbocada. Tengo la sensaci¨®n de que la situaci¨®n ser¨ªa catastr¨®fica si no estuvi¨¦ramos trabajando en Abs, si no hubi¨¦ramos regresado a una zona de Yemen tan necesitada pocos meses despu¨¦s de un bombardeo contra el hospital que nos oblig¨® a partir casi de cero, con una vocaci¨®n enorme pero con muchas m¨¢s precauciones y limitaciones.
Abs y Yemen necesitan un esfuerzo mucho mayor y una mejor coordinaci¨®n de la comunidad humanitaria. El tiempo corre en contra de decenas de miles de personas. En realidad, este brote solo ha sido un toque de atenci¨®n en una crisis olvidada y que persistir¨¢ tiempo despu¨¦s de que el ¨²ltimo caso de c¨®lera sea tratado.
Ruth Conde (Santiago de Compostela, Espa?a) trabaj¨® entre febrero y junio como jefa de enfermer¨ªa en la localidad de Abs, en la gobernaci¨®n de Hajjah en el norte de Yemen.
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