En pleno debate de la 'gentrificaci¨®n', Kling abre su tienda m¨¢s grande y moderna en Lavapi¨¦s
El proyecto renueva la f¨®rmula de tienda de barrio con muebles met¨¢licos de colores y otros sugestivos homenajes a los a?os ochenta
Colores pastel, estanter¨ªas rosas, tubos de decoraci¨®n amarillos... Todo un contraste de colores y dise?o innovador en las calles de batalla de Lavapi¨¦s. Kling, la marca de ropa indie femenina fundada por un estudiante de sociolog¨ªa argentino en 2004, acaba de abrir su tienda m¨¢s grande en Espa?a: 150 metros cuadrados.
La apertura no ha estado exenta de pol¨¦mica. Ubicada en la calle Argumosa, en pleno Lavapi¨¦s, uno de los barrios m¨¢s populares y castizos del centro de Madrid, algunos vieron en semejante desembarco el inicio de una peligrosa gentrificaci¨®n. Estamos hablando de un movimiento que se da en las grandes ciudades: un proceso de transformaci¨®n urbano m¨¢s o menos deteriorado a partir la rehabilitaci¨®n de edificios y comercios. Para algunos esta gentrificaci¨®n es positiva, porque reanima la vida de la zona; para otros, negativa, porque encarece la zona y perjudica al comercio tradicional.
Pincha en la fotograf¨ªa para ver m¨¢s im¨¢genes del interior de la tienda
Desde la marca lo tienen claro. ¡°No es nuestra primera tienda en Lavapi¨¦s, ya en 2014 abrimos una en la calle Duque de Alba. Kling siempre ha estado muy vinculada al centro de Madrid, y muy especialmente a este barrio. Originariamente las oficinas de Kling estaban en la calle Buenavista en el a?o 2004, el almac¨¦n estaba en la calle Olmo y nuestro showroom en la calle Tres Peces¡± explica Iria Dom¨ªnguez, directora de comunicaci¨®n de la firma de ropa de precio medio.
Dom¨ªnguez a?ade: ¡°Nuestras tiendas no son franquicias. Son tiendas propias. A Kling le interesa estar en los barrios, no en las arterias comerciales. Somos una marca de barrio¡±. Una marca de barrio que no le tiene miedo al debate. Ah¨ª est¨¢ la reciente polvareda que levantaron unas fotograf¨ªas firmadas por la artista Logan White que mostraban a mujeres en el campo con una est¨¦tica entre naturalista, surreal y grunge. Las im¨¢genes, publicadas en el fanzine de Kling y parte de un proyecto que invitaba a diez artistas a interpretar libremente la colecci¨®n de verano de la marca, generaron una pol¨¦mica que, durante unos d¨ªas, transform¨® este proyecto artistico-comercial en una enconada cuesti¨®n de g¨¦nero.
La ¨²ltima apertura comercial en Madrid es tambi¨¦n uno de los proyectos de interiorismo m¨¢s interesantes que hemos visto recientemente. La firma espa?ola de moda Kling acaba de inaugurar un espacio crudo, pero poblado de muebles-escultura de tubo met¨¢lico a medio camino entre el desenfado colorista de principios de los ochenta y lo que uno ver¨ªa en un parque infantil.
Controversias aparte, lo cierto es que la tienda ideada por el arquitecto Cito Ballesta recoge a la perfecci¨®n el esp¨ªritu l¨²dico de la marca. ¡°Quer¨ªamos que no fuera solo un sitio para ir a comprar, sino que fuera tambi¨¦n un espacio en el que divertirse¡±, dice Dom¨ªnguez. Ballesta se inspir¨® en el mobiliario urbano, m¨¢s concretamente en los parques infantiles y de atracciones para crear un espacio c¨¢lido y placentero.
A esta sensaci¨®n contribuyeron elementos como las luces y los tubos rosados o la paleta crom¨¢tica de rojos, amarillos, azules y rosas: ¡°Quer¨ªa colores primarios que combinaran bien entre s¨ª, y que fueran atemporales, a lo Bauhaus, afirma Ballesta. Otra de las claves de la tienda est¨¢ en el hecho de que los propios muebles constituyan la decoraci¨®n. Barras met¨¢licas y rejillas contrastan con paredes y techos enyesados y sin pintar. Lo pulido y brillante conviviendo con lo gastado y usado. Un conjunto que recuerda a las tiendas que Ettore Sottsass dise?¨® para Esprit en los ochenta: tiendas donde las estanter¨ªas y los percheros formaban parte de la diversi¨®n.
En cuanto a la fachada, Ballesta se decant¨® por ¡°dejarla muda, blanca y solo con los carteles luminosos de Kling. Que el reclamo estuviera dentro, que la experiencia fuera entrar¡±. Ni siquiera estamos ante los tradicionales y llamativos escaparates: desde las ventanas, lo ¨²nico que se divisa como reclamo es la isla dispuesta en el centro de la tienda con los maniqu¨ªes y unas gigantescas manos. A lo Golpes Bajos, en su fiesta de los maniqu¨ªes ¡°R¨ªgidos los cuerpos, los maniqu¨ªes bailan, con el rojo de sus labios y el brillar de su cabello¡±.
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