Lo de este hombre no tiene nombre
Las lamentables declaraciones sobre Brigitte Macron han sido el ¨²ltimo acto de un comportamiento machista y denigrante impropio de un jefe de Estado
A Donald Trump no debe parecerle suficiente haber llamado a las mujeres perras, zorras o cerdas gordas; haberlas humillado (o haberlo intentado) en p¨²blico y en privado, entre ellas Hillary Clinton o Kim Kardashian, por citar a las que se puede reconocer solo con el nombre; tampoco que unas cuantas denunciaran p¨²blicamente abusos sexuales; o que radios, televisiones y grandes cabeceras de Estados Unidos publicaran v¨ªdeos y audios donde afirma cosas como que ¡°cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas por el co?o. Lo que sea".
No, toda esa porquer¨ªa no ha debido bastarle y este pasado viernes pens¨® que la mejor manera de dirigirse a Brigitte Macron (delante de periodistas, c¨¢maras de televisi¨®n y fot¨®grafos de varios continentes) fue repas¨¢ndola de arriba abajo con mirada de taberna y dici¨¦ndole a su marido, el presidente de Francia, que su esposa estaba en muy buena forma, varias veces. ¡°Preciosa¡±, apostill¨®.
Qu¨¦ distinta hubiese sido esa visita a Francia si, como la l¨®gica dictaba, Hillary Clinton hubiese ocupado la Casa Blanca. La l¨®gica, la raz¨®n y la sensatez, porque la mayor¨ªa de aquellas barbaridades salieron a la luz durante la carrera presidencial; pero aquello no fue tampoco suficiente para la sociedad estadounidense, y ese apoyo democr¨¢tico pudo parecerle a Trump un borr¨®n y cuenta nueva en su larga lista de actitudes machistas y vejatorias. Quiz¨¢s por eso, esa cuenta pas¨® muy poco tiempo en blanco.
Ahora, asentado en el Despacho Oval, sigue extendiendo el rastro mis¨®gino: hace no mucho salpic¨® a Caitriona Perry, la periodista con la que intent¨® flirtear interrumpiendo su llamada telef¨®nica con Leo Varadkar, el primer ministro irland¨¦s. Ese momento, casi surrealista, forma parte de un abanico de acciones que dejaron hace tiempo de ser discutibles o controvertidas: son desagradables, machistas y zafias, y lo ser¨ªan en cualquiera. Pero cualquiera no tiene la oportunidad de acometerlas, mientras medio mundo observa, contra Brigitte Macron, y por si tampoco fuese bastante la retah¨ªla de insultos y rumores a la que se vio sometida durante meses antes de las elecciones francesas y todav¨ªa despu¨¦s, cuando Emmanuel Macron gan¨®, por la diferencia de edad entre ambos.
Qu¨¦ tristeza, y qu¨¦ paradoja, celebrar el 14 de julio junto a un personaje s¨ªmbolo y reflejo del despotismo que la Revoluci¨®n Francesa quiso aniquilar, y ant¨ªtesis de la reconciliaci¨®n que recuerda la Fiesta de la Federaci¨®n. Qu¨¦ buen d¨ªa hubiese sido para dar un paso m¨¢s en esa necesaria y urgente revuelta social, la feminista, que tan aletargada est¨¢ en seg¨²n qu¨¦ escenarios y seg¨²n con qu¨¦ personajes. Si la primera dama francesa hubiese contestado, si la americana hubiera intercedido, si Macron le hubiese afeado el comentario ¡ªsi al menos no hubiese sonre¨ªdo¡ª, si cualquiera hubiese levantado la voz, tal vez a Trump empezara a parecerle suficiente.
Hillary Clinton dijo en un claro tuit durante la campa?a del pasado a?o que ¡°las mujeres tenemos el poder de parar a Trump¡±. No ocurri¨® entonces, pero puede ocurrir en cualquier momento; solo que para parar a Trump, dentro ya de este c¨ªrculo de ostentoso y masculino poder, ya no basta solo con las mujeres. En este, nuestro mundo de hombres, son tambi¨¦n los hombres los que tienen que estar dispuestos a pararle.
Porque a quienes no conocen los l¨ªmites, en alg¨²n momento, hay que dejar de obviarlos y de ignorar sus fechor¨ªas, mirarles de frente, y decirles ¡°no¡±. De lo contrario campan a sus anchas, con la complicidad que supone el silencio de los dem¨¢s. Este en concreto, y de momento, tiene todav¨ªa mucho mundo y mucho tiempo por el que campar; y entonces solo nos quedar¨¢ seguir esperando a conocer el nombre de la siguiente mujer a la que humille, a la que insulte o a la que menosprecie, el siguiente comentario soez, el pr¨®ximo gesto digno de Torrente, y hacer el recuento.
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