¡°La desigualdad deriva de la innovaci¨®n¡±
Cada vez se expulsan del mercado a sectores m¨¢s amplios de poblaci¨®n y a ritmo cada vez m¨¢s r¨¢pido, asegura el economista Michele Boldrin. La educaci¨®n puede contribuir a paliar el problema
En una de las escenas iniciales de la pel¨ªcula 2001, Una odisea en el espacio, un simio levanta un hueso y lo usa para golpear a otro. En el momento en el que entiende que puede utilizarlo como una herramienta, se coloca en una situaci¨®n de ventaja. "Esta innovaci¨®n inmediatamente crea desigualdad, porque hace que uno sea m¨¢s fuerte que el otro", explica el economista Michele Boldrin.
El docente italiano, 61 a?os, profesor del Departamento de Econom¨ªa en la Washington University de St. Louis (EE UU), visit¨® Madrid a finales de junio para participar en un foro organizado por la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces y Centro de Estudios Monetarios y Financieros y hablar de una "hip¨®tesis que da miedo sobre desigualdad".
Pregunta. ?Por qu¨¦ esta hip¨®tesis da miedo?
Respuesta. La desigualdad deriva de la innovaci¨®n. Y como no hay crecimiento sin innovaci¨®n, la desigualdad es un efecto secundario del crecimiento econ¨®mico. Cada cosa que inventas tiene tendencia a aventajar a algunas personas y sustituir a otras, las convierte en menos ¨²tiles desde el punto de vista social. Una vez empezado el juego, ya no hay vuelta atr¨¢s. T¨² inventas algo que convierte a mis habilidades en in¨²tiles. Si tengo la capacidad cognitiva y legal para imitarte, puedo recuperar, haciendo lo mismo y volviendo a ser ¨²til.
Este mecanismo ha sido continuo a lo largo de la historia, pero hoy en d¨ªa cada innovaci¨®n origina una perturbaci¨®n muy fuerte, con un impacto social mayor, as¨ª como los costes de reajuste. Todos somos capaces de imitar al mono que levanta el hueso. Copiar el software de b¨²squeda de Google, en cambio, es muy complicado. Cada innovaci¨®n determina a un ganador ¨Cel que la realiza¨C, cu¨¢ntas personas pueden imitarla y qui¨¦n puede ser sustituido. Cada vez se eliminan sectores m¨¢s amplios de la poblaci¨®n, con m¨¢s conocimientos. Dentro de algunos a?os, por ejemplo, los coches sin conductor ya estar¨¢n ampliamente presentes en el mercado. En EE UU, al menos unos 8 millones de personas trabajan conduciendo alg¨²n tipo de veh¨ªculo. Al cabo de poco tiempo, ser¨¢n in¨²tiles del punto de vista econ¨®mico. La educaci¨®n algo puede cambiar, pero la rapidez con la que se destruye empleo es mucho mayor frente a la velocidad para volver a formar al capital humano.
La imitaci¨®n de innovaci¨®n reduce la desigualdad y permite a los que hab¨ªan sido excluidos del mercado de volver a recuperar su papel, aunque sea con un producto de peor calidad. Hay un factor tecnol¨®gico seg¨²n el cual Google, por ejemplo, mantiene una posici¨®n de dominio: funciona mejor que los dem¨¢s. Pero tambi¨¦n hay un factor legal. La propiedad intelectual protege al que llega primero e impide al que intenta imitarlo que pueda competir. Estos mecanismos son cruciales en la generaci¨®n de desigualdad y contribuyen a generar superriquezas, de manera mucho m¨¢s r¨¢pida, con menos riesgos y menos inversiones en comparaci¨®n con el pasado. Este fen¨®meno, sin embargo, se puede atacar a trav¨¦s de la pol¨ªtica.
Las farmac¨¦uticas juegan con las patentes para mantener el monopolio sobre algunos medicamentos
P. ?Existen v¨ªas de escape?
R. Hasta ahora hemos logrado seguir adelante. Hay distintas medidas que pueden tomarse para paliar el problema. En primer lugar, reestructurar los sistemas educativos para que sean capaces de formar a estudiantes mentalmente flexibles. La cultura cl¨¢sica en este mundo se ha convertido en un lujo. Leer a Horacio es algo muy bonito, pero para pocos. Puedo saberlo todo sobre Isabel la Cat¨®lica, pero esto no me permitir¨¢ sobrevivir. Antes de hablar a un ni?o de seis a?os de las glorias pasadas de Egipto, tengo que ense?arle a entender el mundo que le rodea. Una vez que haya logrado su hueco en la sociedad, entonces s¨ª que puede dedicarse a leer a Ovidio. No puede perder el tiempo en el que el cerebro est¨¢ m¨¢s activo, entre los 14 y los 19 a?os, a declinar rosa/rosae. Es algo criminal. No eres ¨²til a la sociedad si lo sabes todo sobre el De Bello Gallico, no sabes producir nada que los dem¨¢s puedan usar.
P. En su ¨²ltimo libro, Against intellectual monopoly, critica la existencia de monopolios. ?Por qu¨¦ cree que el actual sistema no funciona, en especial en el caso de la industria farmac¨¦utica?
R. Hay que abolir los monopolios. Punto. El caso de las farmac¨¦uticas solo es un ejemplo, un dram¨¢tico monopolio creado por el sistema de regulaci¨®n del sector. La investigaci¨®n se ha convertido en excesivamente cara y complicada. Pedir a las industrias farmac¨¦uticas que sean las benefactoras en ?frica y que regalen sus productos es una estupidez, porque nadie pide a Ferrari que haga muchas copias de sus coches y las distribuya.
Hay enfermedades dif¨ªciles de curar y otras, quiz¨¢s m¨¢s simples, pero raras, es decir, que la investigaci¨®n ser¨ªa cara y los potenciales beneficiarios, muy pocos. Los ancianos tambi¨¦n representan un problema en Europa. Son un colectivo muy amplio con poder adquisitivo y las industrias farmac¨¦uticas producen lo que ellos quieren. Su inter¨¦s es vivir muchos a?os y su consumo del servicio nacional de salud se dispara, a costa de todos los contribuyentes.
Las farmac¨¦uticas, en este contexto, pueden jugar con las patentes para mantener una situaci¨®n de monopolio sobre algunos medicamentos, obteniendo enormes beneficios en algunos mercados, como el estadounidense. Eliminando las patentes, se solucionar¨ªa en parte este problema.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Innovaci¨®n
- Patentes
- Monopolios
- Desigualdad econ¨®mica
- Desigualdad social
- Industria farmac¨¦utica
- Pol¨ªtica cient¨ªfica
- Farmacia
- Propiedad intelectual
- Legislaci¨®n cultural
- Investigaci¨®n cient¨ªfica
- Propiedad
- Derecho
- Pol¨ªtica cultural
- Educaci¨®n
- Medicina
- Cultura
- Econom¨ªa
- Salud
- Justicia
- Sociedad
- Industria
- Ciencia
- Planeta Futuro