Acabemos con el timo del tiempo de calidad con los hijos
Luchemos contra la idea de que media horita con los ni?os basta, si es de calidad. Intentemos ganar tiempo, a secas, para todos
"Yo he visto crecer a mis hijos en pijama", me respondi¨® hace a?os un jefe cuando me quej¨¦ de un cambio al turno de noche. Esta frase, que ven¨ªa a ser un "as¨ª son las cosas", a¨²n me resulta triste cuando la recuerdo. Porque efectivamente, no hay m¨¢s que mirar alrededor para ver padres y madres que, entre semana, solo ven a los ni?os, con suerte, media hora o una hora antes de que se acuesten. Incluso teniendo ahora un buen horario y pudiendo pasar toda la tarde con mis hijos -para lo bueno y para lo malo-, en ¨¦poca de colegio, esto suponen unas cuatro horas y media al d¨ªa, es decir, ni un tercio del tiempo que pasan despiertos.
As¨ª que para exprimir esas pocas horas que les vemos al d¨ªa, tenemos que dedicarles el famoso tiempo de calidad. Esa teor¨ªa por la cual esa media hora, si les dedicas toda tu atenci¨®n, jugando, cont¨¢ndoles el cuento de antes de dormir, cuenta m¨¢s que 10 horas juntos en las que no les haces tanto caso. Est¨¢ tan extendida esta idea que si buscas "tiempo de calidad" y ni?os en San Google, obtienes m¨¢s de tres millones de resultados, con multitud de art¨ªculos sobre la importancia esas migajillas temporales y consejos para exprimirlas al m¨¢ximo.
Pues vaya timo. No soy una conspiranoica, precisamente, pero, ?a qui¨¦n conviene esta teor¨ªa? A las empresas, al sistema productivo absurdo en el que vivimos. Ese por el cual hay que pasar cuantas m¨¢s horas en la oficina, mejor. Ese por el que cuidar y educar de los ni?os, es decir, de los futuros adultos, es una tarea menor, mucho menos importante y peor vista socialmente que trabajar fuera, sea de lo que sea. Ese por el que pagamos a alguien para que cuide de nuestros hijos mientras nosotros trabajamos, una persona que a su vez paga o tiene que recurrir a otras personas para que cuiden de los suyos. Como opinaba el psic¨®logo Alberto Soler Sarri¨® en esta entrevista, "que nos digan que?media horita de calidad es suficiente, en cierto modo nos alivia. Es una especie de anest¨¦sico social para no sentirnos culpables".
Y claro, ah¨ª est¨¢n, los padres y madres de la media hora que, nada m¨¢s llegar a casa y sin apenas tiempo para quitarse los zapatos, se tienen que poner a dar calidad a sus minutos. Da igual que est¨¦n cansados, estresados o de mal humor. Da igual que haya habido que mantener a los ni?os despiertos m¨¢s all¨¢ de su hora, muertos de sue?o o ya pasados de rosca, para que puedan recibir su tiempo de calidad. Y a veces, los horarios son tan demenciales que no da ni para eso. Una madre me contaba c¨®mo durante un tiempo hab¨ªa tenido que pintarse los labios, algo que no hac¨ªa nunca, para dejar la marca de un beso en la cara de sus hijos y que estos la vieran al despertarse. Una verdadera madre desaparecida, como tan bien refleja este art¨ªculo de Laura Baena, de Malasmadres, y el v¨ªdeo que puedes ver m¨¢s abajo, que da mucho que pensar.
Tampoco salen mejor parados los progenitores que pueden aportar cantidad, por tener un mejor horario o por trabajar en casa. Al final, las obligaciones cotidianas y el agotamiento dejan poco tiempo para hacer a nuestros hijos el caso que quisieran. As¨ª que, como describ¨ªa Luc¨ªa en su blog Planeando ser padres, te encuentras con que despu¨¦s de toda la tarde con los ni?os, a quien reciben con verdadera alegr¨ªa es al padre pr¨®digo, que es el que llega a dar el dichoso tiempo de calidad.??
Hagas lo que hagas, des tiempo de calidad o cantidad, es una trampa para los padres, siempre con la sensaci¨®n de que no llegan. Pero lo pagan sobre todo los hijos, no solo cuando son ni?os, sino tambi¨¦n de adolescentes. Porque necesitan tiempo, a secas. Atenci¨®n, pero tambi¨¦n presencia, alguien que les haga caso, pero tambi¨¦n una figura que est¨¦ ah¨ª para cuando lo necesiten.
Acabemos con el tiempo de calidad y luchemos por ganar tiempo, sin calificativos.
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