Menos coches. Menos edificios modernistas. M¨¢s ciudades para la gente
Urbanitas: Entrevistando a Jan Gehl, padre del urbanismo humanista
En los a?os cincuenta, un joven arquitecto dan¨¦s casado con una psic¨®loga organizaba frecuentes cenas con sus respectivos colegas de profesi¨®n. "?C¨®mo es posible que ninguno de vosotros piense de que manera las estructuras f¨ªsicas de las ciudades influyen en el comportamiento humano?¡±, preguntaban unos a otros. El intento de responder a esta pregunta deriv¨® en una tesis doctoral, que a su vez origin¨® una de las investigaciones m¨¢s relevantes para entender c¨®mo dise?ar ciudades humanas.
Jan Gehl dedic¨® sus siguientes 50 a?os a mejorar la calidad de vida urbana rompiendo las fronteras entre la sociolog¨ªa, la psicolog¨ªa, la arquitectura y la planificaci¨®n urbana para proponer nuevos modelos de ciudad, m¨¢s humanas, m¨¢s articuladas, pensando en la gente como eje integrador. De ese proceso surgieron publicaciones que se han convertido en aut¨¦nticas referencias del urbanismo humanista, como ¡°La vida entre edificios: usando el espacio p¨²blico¡± o ¡°Ciudades para la Gente¡±.
El planteamiento de este arquitecto dan¨¦s es tan sencillo como revolucionario: defiende que los coches deber¨ªan estar prohibidos en los centros urbanos y quiere que el espacio p¨²blico sea la "sala de estar" de una ciudad.
¡°Hist¨®ricamente, siempre hemos construido ciudades basadas en el espacio, pensando c¨®mo la ciudadan¨ªa habitar¨ªa ese espacio¡±, comenta Gehl desde el Hotel Regina de Madrid, asistiendo a las conferencias organizadas por ONU H¨¢bitat para dialogar sobre la implementaci¨®n de la Nueva Agenda Urbana. ¡°Actualmente, existen dos ideolog¨ªas que han influenciado negativamente la planificaci¨®n urbana: el modernismo, cuando el inter¨¦s de las ciudades se centra en crear edificios individuales de arquitectos-artistas estrellas en vez de crear espacios para la gente; y la invasi¨®n de autom¨®viles, cuando se crean espacios urbanos para coches y no para ciudadanos. Ambos aspectos han arruinado completamente el sentido de escala humana y habitabilidad de nuestras ciudades¡±.
Como le gusta repetir a Gehl, la arquitectura se deber¨ªa concebir ¨²nica y exclusivamente como una interacci¨®n entre forma y vida. Igual que las ciudades. Solo funcionan si se genera esa interacci¨®n. No se trata de colocar edificios y calles, sino de provocar la interacci¨®n que se genera entre la vida de sus ciudadanos y los espacios existentes entre los edificios.
Seg¨²n ¨¦l, al final la ciudadan¨ªa acaba adoptando el comportamiento que la ciudad les brinda a adoptar. Cuantas m¨¢s calles anchas se pongan, m¨¢s tr¨¢fico se obtiene. Edificios emblem¨¢ticos atraen turismo externo. Espacios p¨²blicos en condiciones y abiertos fomenta la interacci¨®n entre los vecinos. Ciudades que habilitan espacios para andar y ciclov¨ªas acaban teniendo una poblaci¨®n m¨¢s saludable.
¡°Cuando los coches empezaron a invadir nuestras vidas, empezamos a construir ciudades en contra de la gente. Calles de seis v¨ªas, avenidas sin sombras, sin ¨¢rboles. Y sin embargo, se ha demostrado que el tr¨¢fico es como el agua, va donde puede. Y cuando no puede ir a alguna parte, se detiene¡±.
Gehl se dedica a observar meticulosamente a las ciudades. Concretamente, a observar la vida que transcurre entre los edificios de las ciudades, proponiendo cambios urban¨ªsticos para que esa vida brote y florezca. Utiliza frecuentemente el concepto de "acupuntura urban¨ªstica" para implementar peque?as intervenciones urban¨ªsticas y observar c¨®mo afectan a las interacciones entre sus ciudadanos.
A trav¨¦s de su centro de estudios Gehl Arquitects, han intervenido en ciudades por todo el mundo dise?ando intervenciones que van desde la peatonalizaci¨®n de Times Square en Nueva York hasta la instalaci¨®n de ciclov¨ªas en grandes urbes latinoamericanas.
La esencia de su propuesta urban¨ªstica es promover el espacio p¨²blico de forma que invite a caminar y a ir en bicicleta tanto como sea posible. ¡°Dise?ar ciudades a escala humana, que se pueda acceder a los sitios a pie y en bicicleta¡±, insiste. "Ello no solo aumentar¨ªa la esperanza de vida de la poblaci¨®n significativamente, sino que se lograr¨ªa un sistema de salud mucho m¨¢s barato ya que la gente ser¨ªa m¨¢s sana y depender¨ªa menos de los hospitales".
Por lo tanto, Gehl propone un nuevo paradigma para la planificaci¨®n urbana: que las ciudades sean m¨¢s habitables, m¨¢s sanas y m¨¢s sostenibles. "Muchas ciudades alrededor del mundo, peque?as y grandes, con recursos o sin ellos, han tenido relativo ¨¦xito echando a los coches de las ciudades. Si es atractivo usar la bicicleta, la gente la usar¨¢. Si el transporte p¨²blico funciona bien, la gente lo usar¨¢. El objetivo es que estos sistemas se conviertan en una mejor alternativa a su coche privado".
Curiosamente, ante los grandes retos a los que se enfrentan las ciudades, Gehl se muestra cada vez m¨¢s optimista. ¡°Ahora entramos en la fase de rehabilitaci¨®n urbana: el urbanismo se centra en c¨®mo redise?ar el espacio urbano despu¨¦s de esta fase que hemos pasando de "ciudades para coches". Incluso en las nuevas econom¨ªas emergentes de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo es viable. Ya que no hay intervenci¨®n m¨¢s barata que habilitar espacios para peatones y bicicletas¡±.
Gehl sonr¨ªe a las adversidades y confiesa que el principal obst¨¢culo que se ha encontrado siempre, quiz¨¢s el ¨²nico verdadero, es la mentalidad de la gente: "No ha habido una sola ciudad donde hemos trabajado, cuya primera reacci¨®n ante nuestras propuestas haya sido decir que en esa ciudad son diferentes y que la cultura del coche est¨¢ tan incorporada en su cultura que no se podr¨¢ combatir. Sistem¨¢ticamente, una tras otra, han ido probando nuestras sugerencias y siempre acaban igual: yendo a pie y en bicicleta".
Y es que seg¨²n su planteamiento, crear ciudades m¨¢s humanas al final no es tan complicado. Desde la terraza que da a la calle de Alcal¨¢ en Madrid, concluye sonriendo: "Al final uno mira por la ventana su ciudad y deber¨ªa preguntarse si realmente es una buena ciudad. ?Es d¨®nde quiero jubilarme? ?Es d¨®nde me gustar¨ªa que crecieran mis nietos? A partir de ah¨ª, uno empieza a sugerir cambios para que as¨ª lo sea".
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