El camino al futuro
BOSTON Dynamics es una de las firmas de ingenier¨ªa rob¨®tica m¨¢s importantes del mundo. Era propiedad de Google, pero hace unas semanas la vendieron al grupo japon¨¦s SoftBank. Si entr¨¢is en la p¨¢gina de la empresa podr¨¦is ver v¨ªdeos de sus cuatro robots estrella: Spot, Atlas, que es el ¨²nico antropom¨®rfico, SpotMini y sobre todo el alucinante y atl¨¦tico Handle, un cacharro m¨¢s grande que una persona, con brazos y ruedas en los pies. Las pel¨ªculas son breves e impactantes. Los ingenieros patean, arrojan al suelo y fastidian a Spot y Atlas, que vuelven a levantarse con trabajosa y estoica entereza, creando en el espectador una empat¨ªa curiosa, el deseo de protegerlos y de atizarle un sopapo al t¨¦cnico abus¨®n. Pero Handle, ah, Handle es otra cosa. Handle admira y sobrecoge. Es la m¨¢s reciente creaci¨®n de Boston Dynamics y, al ver su poder¨ªo, una no puede evitar cierto desasosiego, la inquietante sensaci¨®n de que los robots se nos pueden merendar a los humanos en un santiam¨¦n.
Y lo m¨¢s turbador es que, en efecto, estamos en una frontera cr¨ªtica con respecto a nuestra relaci¨®n con los robots. En primer lugar, por la desaparici¨®n masiva de empleo que conllevan. Un estudio de la Universidad de Oxford calcula que se destruir¨¢n 1.600 millones de puestos de trabajo en los pr¨®ximos 18 a?os. La OCDE asegura que un 12% de los empleados espa?oles pueden ser sustituidos por robots en un plazo breve, y Comisiones Obreras vaticina que en 2020, dentro de apenas una docena de a?os, el 26% de los puestos de trabajo mundiales (uno de cada cuatro) estar¨¢n desem?pe?ados por m¨¢quinas. Y no s¨®lo peligra la mano de obra, sino tambi¨¦n el trabajo de mesa: en mayo, una empresa de seguros japonesa mont¨® una plataforma de inteligencia artificial que sustituy¨® a 34 de sus administrativos. Si google¨¢is Will robots take my job? (?Me quitar¨¢n los robots mi empleo?) podr¨¦is acceder a una p¨¢gina que est¨¢ teniendo un ¨¦xito tremendo y que calcu?la tu futuro laboral bas¨¢ndose en el estudio de Oxford. Basta con escribir a qu¨¦ te dedicas (en ingl¨¦s, eso s¨ª) y enseguida aparece tu porcentaje de riesgo. Impresiona.
Algunos utilizan el ludismo como prueba de que no hay que tener miedo a la automatizaci¨®n, porque destruye empleos, pero crea otros.
Ya ha sucedido antes, por supuesto. Es bien conocida la rebeli¨®n ludita, esos artesanos ingleses que se dedicaron a destruir las nuevas m¨¢quinas textiles a principios del siglo XIX. Entre ellos sin duda habr¨ªa retr¨®grados que se opon¨ªan al progreso tecnol¨®gico, pero se dir¨ªa que sobre todo fue un movimiento obrero que intentaba defender los puestos de trabajo. Causaron cuantiosos da?os en un millar de f¨¢bricas y al final cometieron tambi¨¦n graves violencias contra las personas. Treinta luditas fueron ahorcados, y todo ese tumulto doloroso no consigui¨® detener ni un ¨¢pice el rugir de las m¨¢quinas. Algunos utilizan el ludismo como prueba de que no hay que tener miedo a la automatizaci¨®n, porque destruye empleos, pero crea otros. Seguro, pero esos nuevos empleos, ?ser¨¢n suficientes? Porque adem¨¢s se dir¨ªa que la robotizaci¨®n est¨¢ sucediendo en un lapso de tiempo menor que la industrializaci¨®n del XIX: ?podremos reciclarnos?
Y no se trata s¨®lo del trabajo; como previ¨® Asimov, los robots son una frontera de nuestra humanidad. Pueden convertirse, por ejemplo, en m¨¢quinas de matar, una posibilidad espeluznante y tan real que en 2015 m¨¢s de 1.000 cient¨ªficos, entre ellos Hawking, firmaron una carta abierta contra el desarrollo de robots militares aut¨®nomos que no precisen del control humano (pero Rusia anunci¨® en abril la creaci¨®n de un Terminator capaz de disparar armas con precisi¨®n milim¨¦trica). No menos inquietantes son las m¨¢quinas de amar; ya hay varias f¨¢bricas de robots sexuales, algunos de ellos muy perturbadores: los hay que imitan ni?os, y existe una robot adulta que incluye varias personalidades, una de ellas fr¨ªgida, que mimetiza una violaci¨®n.
Est¨¢ claro que no se puede desinventar lo inventado. No podemos olvidar lo que sabemos. La tecnolog¨ªa es una herramienta maravillosa: la cuesti¨®n es usarla de manera adecuada. Estamos en un momento fascinante, al mismo tiempo prometedor y peligroso. Tendremos que encontrar nuestro camino al futuro, y para eso me parece que nos hace falta m¨¢s debate, m¨¢s imaginaci¨®n, m¨¢s informaci¨®n y m¨¢s pensamiento.
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