?Por qu¨¦ en Caracas no son pobres la mayor¨ªa de quienes protestan contra el empobrecimiento?
Los barrios y el recuerdo, hoy, del Caracazo.
Hace 450 a?os, en 1567, que una expedici¨®n espa?ola comandada por el conquistador Diego de Losada, luego de masacrar a los tovoro y antes de masacrar a los caribes, fundaba el pueblo de Santiago Le¨®n de Caracas, lo que luego ser¨ªa Caracas. Justo para conmemorarlo, la ¨²ltima semana de julio se celebraba en esa ciudad un encuentro al que comparecieron, entre otros, el soci¨®logo Ociel L¨®pez, la jurista Soraya Su¨¢res y los arquitectos Carola Herrera, Juan Carlos Rodr¨ªguez, Marcos Coronel, Nelson Rodr¨ªguez, Newton Rauseo y Fruto Vivas, uno de los grandes referentes de la arquitectura latinoamericana contempor¨¢nea. La cita se nombr¨® Caracas Constituyente: El derecho a la ciudad, evocando ¨Cacaso invocando¨C el t¨ªtulo del fundamental libro de Henri Lefebvre que hace poco reditaba la Editorial Capit¨¢n Swing.
El foro se produc¨ªa con el tel¨®n de fondo de un momento de zozobra pol¨ªtica para Venezuela, coincidiendo con d¨ªas en que la ciudad qued¨® parcialmente paralizada por una huelga general declarada contra el gobierno de Nicol¨¢s Maduro, a unos d¨ªas de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente. Este periodo de trance aparece marcado no solo por el enfrentamiento cada vez m¨¢s enconado y violento entre gobierno y oposici¨®n, sino tambi¨¦n por una crisis econ¨®mica causada por la ca¨ªda del precio del petr¨®leo de la que la inflaci¨®n disparada, el aumento de la penuria, los niveles de inseguridad y el desabastecimiento de productos b¨¢sicos son alguno de los signos. En esas circunstancias, ?qu¨¦ explica que no se produzca un estallido de violencia en las zonas populares de la ciudad, parecido al del Caracazo de 1989? De hecho, esa es la gran expectativa que albergaba la coalici¨®n opositora, una esperanza que por ahora parece lejos de cumplirse, puesto que los altercados violentos en los distritos con poblaci¨®n m¨¢s vulnerable no pueden compararse a los mucho m¨¢s duros y numerosos que conocen las urbanizaciones de clase media y alta al este de la ciudad, en Altamira, Santa Fe o Chacao.
En efecto, en aquellos d¨ªas de febrero y marzo de 1989, en un contexto de aumento de precios y de pobreza creciente, determinado por la devaluaci¨®n de la moneda luego de otra crisis petrolera ??¨Cla de los 70¨C no menos grave que la actual. Como consecuencia de aquella crisis, miles de habitantes de los barrios ¨Cque en Venezuela es sin¨®nimo de asentamiento de familias de bajos ingresos¨C que se encaraman a los cerros, en las ¨¢reas de Catia, El Valle, Coche o Ant¨ªmano, bajaron al centro de la ciudad para protestar y saquearlo. La reacci¨®n del gobierno de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez fue brutal, con un balance final de un n¨²mero desconocido de muertos ¨Centre 300 y 3.000, seg¨²n las fuentes¨C y centenares de desaparecidos.
?Qu¨¦ explica que en Caracas el grueso de quienes se levantan contra el empobrecimiento y la escasez sea quienes menos la padecen? Por supuesto que las clases medias y altas han perdido parte de lo que para ellas es lo m¨¢s importante en la vida, que son el confort y la seguridad, pero parece extra?o que los sectores populares no se hayan sublevado, siendo como son los m¨¢s perjudicados por la crisis. Acaso la respuesta a ese aparente enigma est¨¦, al menos en parte, en las pol¨ªticas llevadas a cabo desde la Alcald¨ªa de la ciudad mediante su Programa Transformando los barrios, que han mejorado la vida de buena parte del 60% de los tres millones de habitantes del conjunto metropolitano caraque?o, que viven en territorios urbanos durante mucho tiempo abandonados de la ciudad. Y no se trata solo de la promoci¨®n masiva de vivienda social, de la rehabilitaci¨®n de casas y sitios, de la mejora del transporte p¨²blico y la accesibilidad o de la generaci¨®n o regeneraci¨®n de espacios para la sociabilidad, algunos de ellos tan interesantes como los provistos por la fantas¨ªa del arquitecto Alejandro Haiek, como los equipamientos culturales o deportivos en las parroquias de El Valle, Petare, Catia y La Pastora. Por no hablar de iniciativas urban¨ªsticas de envergadura, como el plan Barrio Nuevo Barrio Tricolor.
Es eso y otra cosa m¨¢s importante. Lo que se ha implementado en las barriadas populares de Caracas es sobre todo la autorresponsabilizaci¨®n de los habitantes a la hora de gestionar su propio barrio, organizados por y para ellos mismos, con una instituci¨®n municipal que brinda capacitaci¨®n, log¨ªstica, recursos t¨¦cnicos y en que la participaci¨®n no solo consiste en intervenci¨®n en los proyectos, sino tambi¨¦n en su ejecuci¨®n, mediante la cesi¨®n de los recursos a los vecinos para que sean ellos quienes las lleven a cabo. Y, sobre todo, la habilitaci¨®n desde abajo de instrumentos de deliberaci¨®n y administraci¨®n colectiva, que diagnostican, priorizan y programan las iniciativas a tomar.
Esa podr¨ªa ser la explicaci¨®n del relativo entusiasmo antichavista de los barrios menos pudientes de Caracas, su poca predisposici¨®n a sumarse al movimiento de masas de clase media que se ha desencadenado contra el gobierno venezolano: que para esas zonas modestas de la capital de las que se esperaba una insurrecci¨®n como la de hace casi tres d¨¦cadas, s¨ª que han merecido la pena los casi veinte a?os de proceso revolucionario bolivariano.
Por cierto, hablando de barrios de Caracas, buena oportunidad para recomendar un documental que explica cosas importantes con calidad: Fuegos bajo el agua, de Nuria Vila Alabao y Lenin Brea (2009). La pel¨ªcula narra la historia del 23 de enero, un barrio de bloques dise?ado por Carlos Villanueva en los a?os 50 de acuerdo con el modelo funcionalista y que acab¨® siendo uno de los epicentros de las luchas sociales en la ciudad, con un protagonismo tr¨¢gico durante el Caracazo. Lo que vemos en este film es c¨®mo funciona y en qu¨¦ consiste, en un barrio popular de Caracas, el cultivo cotidiano de la memoria colectiva y la gesti¨®n comunal de lo que es o deber¨ªa ser com¨²n, que no es sino la vida misma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.