Soluci¨®n para El Prat
La presencia de la Guardia Civil evitar¨¢ el caos, pero la negociaci¨®n es vital
La huelga de los trabajadores de Eulen, encargados de vigilar los controles de los accesos de embarque en el aeropuerto barcelon¨¦s de El Prat, no tiene visos de resolverse mediante un acuerdo entre las partes, ni siquiera con la intervenci¨®n de un mediador. La asamblea de trabajadores rechaz¨® la propuesta de acuerdo del departamento de trabajo de la Generalitat (aumento de 200 euros por 12 pagas, m¨¢s ampliaci¨®n de personal y elevar la equidad salarial), de forma que el Ministerio de Fomento ha tomado la decisi¨®n, despu¨¦s de un acelerado gabinete de crisis, de aumentar la presencia de la Guardia Civil en la supervisi¨®n de las filas y las tareas de seguridad en el aeropuerto, sin reemplazar a los trabajadores de Eulen. Hay que garantizar la seguridad de los viajeros y evitar un colapso en un periodo de tr¨¢fico a¨¦reo intenso.
La situaci¨®n de huelga, en la que los viajeros se convierten en rehenes virtuales de una negociaci¨®n, podr¨ªa haberse evitado; pero llegados a este punto, las consideraciones de seguridad pasan a ocupar un primer plano. Aunque las negociaciones contin¨²en y se ponga en marcha un laudo, no es aceptable reducir la seguridad por una huelga ni perjudicar gravemente a los viajeros, hastiados de esperas y angustiados por perder sus vuelos. La decisi¨®n de ??igo de la Serna responde a la gravedad de la situaci¨®n, actual y potencial. A nadie puede extra?ar que aumente la presencia de la Guardia Civil en una situaci¨®n excepcional cuando el instituto armado tiene encomendada la seguridad en los controles.
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Pero una cosa es atajar el problema inmediato de colapso potencial de un aeropuerto tan importante como El Prat (este fin de semana est¨¢n previstos unos 4.000 vuelos) y otra muy distinta es olvidar que la negociaci¨®n tiene que continuar o que la causa ¨²ltima del conflicto est¨¢ en las condiciones de contrataci¨®n. El Gobierno, las empresas p¨²blicas o semip¨²blicas y todas las Administraciones tienen que acabar con las licitaciones a la baja, en las cuales las empresas subcontratadas hunden los precios (no es necesario que la baja sea temeraria; basta con que sirva para conseguir el contrato) y compensan el menor ingreso con reducciones salariales, contrataci¨®n precaria o escasez de personal.
Este tipo de licitaciones es una fuente inagotable de conflictividad laboral. Para acabar con el problema no es necesario un cambio legal dr¨¢stico; basta con que la Administraci¨®n contratante exija a la empresa contratada el mantenimiento de los salarios y exija la dotaci¨®n del personal necesaria.
El ministro ha prometido que en el futuro se impondr¨¢n estas exigencias; una promesa que viene haci¨¦ndose desde tiempo atr¨¢s sin que hasta ahora se haya hecho realidad. Fomento deber¨ªa darse prisa en cumplirla, porque el conflicto de El Prat amenaza con extenderse a otros aeropuertos y a trabajadores no subcontratados. Antes que un problema de seguridad, en el que desdichadamente se ha convertido, era un problema de precariedad al que no se prest¨® atenci¨®n. Y si no ha podido resolverse con rapidez es porque ha estado mal gestionado y porque los empleados de Eulen han rechazado, quiz¨¢ sin la adecuada reflexi¨®n, la oferta de la Generalitat que, sin llegar al m¨¢ximo, resultaba razonable.
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