La chancla (con calcetines) del rapero Alrima... y de Louis Vuitton
En 1979 se public¨® en Francia un libro que marcar¨ªa una ¨¦poca entre los j¨®venes que quer¨ªan ser fil¨®sofos y los que detestaban a los fil¨®sofos pero adoraban teorizar en los bares. El t¨ªtulo era La distinci¨®n: criterio y bases sociales del gusto (Taurus), y su autor el soci¨®logo Pierre Bourdieu. En ¨¦l, el profesor del Coll¨¨ge de France sosten¨ªa que ¡°m¨¢s que por la posesi¨®n o las riquezas o por la maquinaria de producci¨®n, las clases dominantes establecen su autoridad imponiendo la legitimidad de sus gustos y sus valores¡±.
Ahora, desde la periferia llega Alrima, el rapero que mete en la parrilla todo lo que hayan podido decir Bourdieu y los dem¨¢s soci¨®logos, y que a golpe de chancla desarrolla su propia teor¨ªa de la acci¨®n: no solo ha conseguido que la canci¨®n del verano en Francia sea su Claquettes chaussettes ¡ªliteralmente, chancletas calcetines, se puede ver el v¨ªdeo en YouTube, donde acumula casi 11 millones de visitas desde que sali¨® al mercado en mayo¡ª, sino que ha impuesto su gusto suburbano y una nueva manera de vestir. Por su culpa, el pasado 14 de junio los adolescentes franceses celebraron orgullosos el D¨ªa de la Chancla. El fen¨®meno es tal que hasta el peri¨®dico Lib¨¦ration alertaba que las chanclas y los calcetines, esa ¡°anomal¨ªa en la vestimenta¡±, estaban invadiendo los institutos. Las Air Max son para el invierno, el verano es de claquettes chaussettes y su pegadizo estribillo: ¡°¡ las salchichas est¨¢n quemadas, ?qu¨¦ has hecho¡?, en chanclas y calcetines relajado, sobre mi hamaca relajado, chanclas, calcet¨ªn, ya sabes, aqu¨ª est¨¢ la periferia¡¡±.
M¨¢s all¨¢ de una reivindicaci¨®n de clase, la tendencia ha llegado tan lejos que Louis Vuitton, en la ¨²ltima Paris FashionWeek, hizo desfilar a sus modelos en chanclas y calcetines. As¨ª, una canci¨®n parida en el extrarradio consigui¨® que los creativos del lujo cambiaran de punto de vista. Alrima no solo contradice a los fashio?nistas, sino tambi¨¦n a los turistas alemanes que durante tantos a?os cre¨ªan que el uso de sandalias con calcetines era patrimonio exclusivo.
Mientras la moda se extiende, Alrima va de entrevista en entrevista: ¡°Yo voy siempre as¨ª, es lo m¨¢s c¨®modo, lo mejor es recibir mensajes de directores de institutos agradeci¨¦ndome ir¨®nicamente el trabajo suplementario que les estoy dando¡±.
Hago la prueba y salgo de casa con un libro de Bourdieu, Sobre el Estado, y mis chanclas con calcetines. Me siento en un banco del jard¨ªn Square du Temple y retomo muy concentrado la lectura: ¡°Seg¨²n Durkheim, el soci¨®logo es aquel capaz de situarse en el lugar desde el cual las verdades particulares aparecen como particulares y es, por tanto, capaz de enunciar la verdad de las verdades particulares que es la verdad sin m¨¢s¡±. Levanto la vista para procesar el trabalenguas y veo pasar a dos j¨®venes que visten igual que yo. Me miro los pies y me siento soci¨®logo y rapero a la vez. Oye, esto es comod¨ªsimo. Esto es una verdad particular y es una verdad sin m¨¢s. El calcet¨ªn elimina la posibilidad de las t¨ªpicas ampollas y amortigua los pasos de manera extraordinaria.
Me suena el m¨®vil, es Jos¨¦, que si vamos a tomar algo a Les Idiots. Claro, voy para all¨¢. ?Cu¨¢nto tardas? Pues no s¨¦, depende de si me cambio de zapatos o no, respondo acribillado por el peso de un dilema muy serio, casi metaf¨ªsico.
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