Los ¨²ltimos proyeccionistas de Hollywood
LA M?QUINA OCUPA toda la habitaci¨®n. Con sus dos platos gigantescos. Su lente. Sus bombillas. Y su aparentemente interminable colecci¨®n de rodillos por los que pasar la pel¨ªcula en un circuito laber¨ªntico. Es un proyector Simplex 35 del a?o 1978. Cuando se pone en marcha, suelta ese ronroneo mec¨¢nico que identificamos con una sala oscura y una pantalla, aunque no se oye ya en casi ninguna sala del mundo. Pero s¨ª en el cine Vista. Un edificio de 1923 que ha sobrevivido a los azotes del tiempo y la tecnolog¨ªa en una esquina de los bulevares Sunset y Hollywood, en Los ?ngeles.
En 2013, un 92% de las salas de todo EE UU se hab¨ªan convertido al formato digital y se deshicieron de sus proyectores anal¨®gicos.
El proyector se pone en marcha para un estreno del pasado verano: Dunkerque, de Christopher Nolan, uno de los pocos directores que rueda con pel¨ªcula. El estudio la distribuye en rollos, aunque con copias digitales de seguridad por si algo falla con la cinta, mucho m¨¢s delicada que un disco duro. ¡°No es solo m¨¢s delicada, es much¨ªsimo m¨¢s cara¡±, explica V¨ªctor Mart¨ªnez, el proyeccionista, desde hace m¨¢s de dos decenios, del cine Vista. ¡°Los rollos que nos llegan del estudio pueden costar unos 5.000 d¨®lares. La copia digital solo cuesta 500¡±. El ¨²ltimo estreno que V¨ªctor proyect¨® en 35 mm fue Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino, otro fan¨¢tico del cine anal¨®gico, en las Navidades de 2015.
Un estreno en pel¨ªcula da m¨¢s trabajo a V¨ªctor Mart¨ªnez, guatemalteco que lleg¨® a Los ?ngeles siendo adolescente. Ha unido los cinco rollos en uno enorme que espera en el plato, y cada d¨ªa acopla el principio de la cinta por cada uno de los rodillos. Ten¨ªa 18 a?os cuando lleg¨® a Los ?ngeles y encontr¨® trabajo en el cine Vista como acomodador. Enseguida se fij¨® en el proyeccionista, un hombre que le ense?¨® ¡°sin que nadie se enterara¡± c¨®mo funcionaba aquel inmenso aparato. Cuando su maestro cay¨® enfermo, V¨ªctor estaba listo para ser su sustituto. Se puso a ello y ya nunca lo dej¨®.
Hace cinco a?os estuvo a punto de quedarse sin trabajo. En 2013, un 92% de las salas de todo EE UU se hab¨ªan convertido al formato digital y se deshicieron de sus proyectores anal¨®gicos. El Vista decidi¨® no hacerlo, a pesar de tener que costear, por ello, el proyector digital en su totalidad (se ofrec¨ªan importantes descuentos a las salas que entregaban sus proyectores anal¨®gicos a cambio de los nuevos digitales). Pero aquella decisi¨®n garantiz¨®, en parte, la supervivencia del negocio.
¡°Somos una sala vintage¡±, dice Mart¨ªnez. ¡°Y la gente que vive aqu¨ª aprecia el cine de una manera especial. Les gusta venir porque mantenemos la magia de lo que era ir al cine. Trescientas setenta butacas, con mucho espacio entre filas, un gigantesco tel¨®n de terciopelo que se abre al comienzo de cada pel¨ªcula¡¡±. A estos factores se a?aden, en opini¨®n de Mart¨ªnez y no necesariamente en ese orden, que sus palomitas usen mantequilla real, que los precios se hayan mantenido moderados y que ¨¦l mismo sea una celebridad local. Tambi¨¦n que el espacio se alquile para proyectar cl¨¢sicos en 35 mm con la sesi¨®n de madrugada. El caso es que el Vista es un negocio que desaf¨ªa los tiempos. A punto de cumplir un siglo, puede que, como a un viejo tocadiscos, todav¨ªa le quede mucha vida por delante.
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