Feminismo antifeminista
APARECIERON el mismo d¨ªa en este diario dos noticias ¡°deportivas¡± que me dieron que pensar. Una era nacional, y anunciaba que en la Vuelta a Espa?a ¡°las azafatas ya no dar¨¢n el beso en el podio al ciclista que reciba premios¡±. ¡°Hab¨ªamos recibido muchas quejas¡±, dec¨ªa el director de la competici¨®n, ¡°y no queremos que esa foto pueda repetirse¡±. Y a?ad¨ªa rid¨ªculamente: ¡°Mantenemos las cuatro azafatas de podio, pero establecemos nuevo protocolo. M¨¢s que floreros, como se critica, que s¨®lo est¨¢n para salir en la foto, pura presencia, tendr¨¢n una funci¨®n de asistentes, d¨¢ndole el trofeo y el ramo de flores a la autoridad correspondiente, que ser¨¢ quien se los entregue al ciclista¡±. La verdad, no veo diferencia: s¨®lo que las azafatas le pasar¨¢n los premios a un se?or encorbatado en vez de a uno sudoroso y con pantal¨®n semicorto. En realidad, lo ¨²nico que se suprime es el beso en la mejilla, que hace d¨¦cadas consideraban pecaminoso los curas y monjas (bueno, y hoy en d¨ªa los islamistas, que ni siquiera se dignan estrechar la mano a una mujer) y hoy consideran machista y sexista los nuevos curas y monjas disfrazados. Me llam¨® la atenci¨®n que el redactor se refiriera al ciclismo como a ¡°un deporte antiguo atrapado por fin por la modernidad¡±. ?Por la modernidad? M¨¢s bien por la regresi¨®n, el reaccionarismo y la ranciedad.
Porque veamos, ?no es el beso en la mejilla, o en las dos, el saludo habitual entre hombre y mujer en Espa?a, incluso entre completos desconocidos, desde hace mucho? Yo tiendo a ofrecer la mano, pero veo que bastantes mujeres no se toman ese gesto a bien, como si me reprocharan estar poniendo distancia. S¨®lo a los puritanos extremos y a los partidarios de la shar¨ªa les puede parecer eso mal. Por pecaminoso o por sexista, el resultado es el mismo: la condena del tacto y el roce entre var¨®n y mujer.
Una de las cosas por las que lucharon siempre las feministas, desde sus albores, fue por la libertad indumentaria de la mujer.
La otra noticia la encontr¨¦ m¨¢s grave, y ven¨ªa de los Estados Unidos, de donde importamos todas las imbecilidades y ning¨²n acierto. La LPGA, el circuito americano femenino de golf, ha enviado una circular a todas las golfistas profesionales prohibi¨¦ndoles minifaldas, escotes y mallas, bajo multa de mil d¨®lares a la primera infracci¨®n y del doble si son reincidentes. Fueron algunas jugadoras las que protestaron por la vestimenta de otras compa?eras, en particular de Paige Spiranac, ¡°m¨¢s famosa y rica por la proyecci¨®n de su imagen en las redes sociales que por sus ¨¦xitos en el campo de golf¡±. En la foto que se ofrec¨ªa de ella se la ve¨ªa sin ning¨²n escote y con falda m¨¢s larga que las de las tenistas. Consultada al respecto la navarra Beatriz Recari, contest¨®: ¡°Eso hace que paguen justas por pecadoras. Se puede dar un toque a tres o cuatro golfistas, pero tampoco se puede volver a una mentalidad de hace 30 a?os, con faldas por la rodilla¡±. L¨¢stima que ignore que hace 30 a?os hab¨ªa mucha m¨¢s libertad que hoy y todo el mundo vest¨ªa como le ven¨ªa en gana, en casi cualquier ocasi¨®n. Y no digamos hace 40 y aun 50: la mayor¨ªa de las j¨®venes llevaban minifaldas con m¨¢s de medio muslo al descubierto. ?Y por qu¨¦ ¡°pecadoras¡±? Ay, le sali¨® la palabra clave.
Una de las cosas por las que lucharon siempre las feministas, desde sus albores, fue por la libertad indumentaria de la mujer. Primero se deshicieron de refajos y cors¨¦s insoportables, luego mostraron el tobillo, la pantorrilla, la rodilla, finalmente el muslo entero y se enfundaron en pantalones. Reivindicaron su derecho a ir c¨®modas o sexy, seg¨²n el caso, y, en el segundo, a que no por ello se las acusara de ¡°ir provocando¡±, y se justificaran, por ejemplo, abusos y violaciones en virtud de su atuendo. En los a?os 70 y 80 muchas feministas prescindieron del sost¨¦n pese a que causara esc¨¢ndalo que as¨ª se les notaran m¨¢s los pezones. Quienes se opon¨ªan a eso, quienes denunciaban y multaban a las que llevaban bikini o practicaban topless, eran los estamentos m¨¢s pacatos y ultras del r¨¦gimen franquista, las se?oras pudibundas de cada localidad, los se?ores meapilas y retr¨®grados. Que hoy se pueda multar de nuevo a las mujeres por ense?ar las piernas o el escote es de una gravedad absoluta. M¨¢s a¨²n cuando la medida se hace pasar por ¡°moderna¡±, ¡°digna¡±, ¡°antimachista¡± y dem¨¢s. Lo que nunca consiguieron los mojigatos, los represores, los que cortaban los besos en las proyecciones de las pel¨ªculas y plantaban grotescos y esp¨²reos t¨ªtulos de cr¨¦dito sobre un escote de Sophia Loren ¡°libidinoso¡±, lo est¨¢n logrando las actuales pseudofeministas traidoras a su causa, entre las cuales da la impresi¨®n de haberse infiltrado una quinta columna de curas y monjas y se?oras remilgadas y beatos de anta?o. De nada me sirve que aduzcan que ahora ¡°el motivo es bueno¡± para reprimir y prohibir y multar, si el resultado es el mismo de las ¨¦pocas m¨¢s oscuras y cavernosas, es decir, reprimir y prohibir y multar. Salvando las insalvables distancias, es como si me viniera una gente proponiendo el exterminio de los jud¨ªos, pero ahora ¡°por un buen motivo¡±. Pues miren, no. Los motivos, por mucho barniz falsamente progresista que se les d¨¦, son siempre malos cuando conducen a resultados p¨¦simos, al atraso y a la regresi¨®n.
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