Alcaldes
El acoso del Govern a los regidores leales al Estatut quiebra la paz municipal
Una de las peores iniciativas que ha adoptado el Gobierno de la Generalitat del president?Carles Puigdemont ha sido involucrar a los alcaldes catalanes en su ilegal plan de refer¨¦ndum.
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No solo les ha pedido apoyo para que cedan locales e intendencia que facilite esa convocatoria judicialmente suspendida. Se lo ha ordenado, en un abusivo desbordamiento de sus competencias de tutela sobre la Administraci¨®n local.
No solo se lo ha ordenado, sino que ha animado a sus seguidores para que increpen a los regidores leales al Estatut, que los presionen, que los abrumen, que act¨²en contra ellos como operan los organizadores de escraches. Y claro est¨¢, esa consigna ha tenido ya ecos dram¨¢ticos, con insultos y amenazas a mun¨ªcipes dign¨ªsimos que solo se muestran insumisos a las ¨®rdenes ilegales y abusivas del Govern, algo que hoy en Catalu?a empieza a constituir por desgracia una heroicidad.
Con raz¨®n N¨²ria Mart¨ªn, alcaldesa de la segunda ciudad catalana, l¡¯Hospitalet del Llobregat, recomend¨® al president: ¡°Dejad tranquilos a los alcaldes¡±, algo que Puigdemont escuch¨® en la Diada como si oyera llover. Con raz¨®n los alcaldes socialistas han reclamado en un acto multitudinario respeto institucional.
Cierto que el intento de Puigdemont y los suyos de protegerse tras los alcaldes secesionistas como escudo humano quiebra la paz institucional catalana; atenta contra la armon¨ªa social; y entorpece el m¨ªnimo grado de cohabitaci¨®n exigible a la dirigencia catalana de todos los niveles.
Pero en su (c¨ªnico) descargo habr¨¢ que recordar que la autonom¨ªa municipal nunca fue un bien apreciado por el nacionalismo de Converg¨¨ncia; que la Generalitat de Jordi Pujol desmantel¨® la Corporaci¨®n Metropolitana de Barcelona ¡ªla agrupaci¨®n de una veintena de municipios vecinos de la capital¡ª para que no le hiciera competencia; que organiz¨® los consejos comarcales para vaciar de poder a los municipios medianos y grandes y centrifugarlos a favor de los concejales del nacionalismo hegem¨®nico en los peque?os pueblos rurales, en ciertos casos de ascendencia carlista...
As¨ª que lo que ahora sucede es un paso m¨¢s, si se quiere caricaturesco, del desprecio institucional aumentado al aliento del secesionismo. Desprecio al sistema judicial, al que se pretende acogotar y poner bajo mandato del Ejecutivo en las leyes de desconexi¨®n; desprecio al Parlament, como se apreci¨® en el hurto de derechos y recursos legislativos a todos los diputados de la oposici¨®n en su (jibarizado) debate. Desprecio finalmente al poder municipal que no comulga con sus ruedas de molino.
A estas lamentables acechanzas, que hab¨ªan aparecido en v¨ªvida expresi¨®n p¨²blica y hab¨ªan sido generalmente motivo de repudio popular, les ha seguido un tr¨¢mite jur¨ªdico que ha sido utilizado por el secesionismo para intentar tapar su agresividad hacia los alcaldes libres.
La actuaci¨®n de la fiscal¨ªa, iniciando la citaci¨®n como investigados de los alcaldes que han actuado ilegalmente al declararse dispuestos a prestar instalaciones municipales para la consulta, puede parecer un paso dr¨¢stico, pero es inevitable desde el prisma del (obligado) cumplimiento de las sentencias y resoluciones del Tribunal Constitucional.
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