El tren de Manakara

EL TREN de Manakara atraviesa Madagascar a un ritmo pausado. Recorre los 160 kil¨®metros del camino adentr¨¢ndose en t¨²neles y puentes con los vagones llenos. Los turistas extranjeros y los malgaches con dinero se sientan en los de primera clase, cuidados, limpios y con un asiento por persona, mientras el resto de locales se hacinan en los destartalados coches de segunda o incluso en los barat¨ªsimos espacios para mercanc¨ªas. En cada parada, los vendedores de los pueblos se acercan llenos de viandas: cangrejos de r¨ªo, pl¨¢tanos, lichis, reposter¨ªa local, vasos de agua¡­ Todo se compra y se vende a trav¨¦s de las ventanas de los vagones de esta l¨ªnea, la ¨²nica del pa¨ªs, inaugurada en 1936, que sustenta en gran medida la econom¨ªa de los 16 municipios por los que pasa. El tren es la ¨²nica fuente de ingresos para muchas familias.

El viajero puede tardar entre 10 y 12 horas en hacer el recorrido si las paradas son breves, o varios d¨ªas si se estropea alguna pieza que necesite ser sustituida en mitad del trayecto. Por eso el papel de los mec¨¢nicos es fundamental; la locomotora di¨¦sel es muy antigua y tiende a averiarse con frecuencia. Los m¨¢s experimentados viajan dentro del tren para arreglar los posibles contratiempos que puedan surgir.

Cuando el tren pasa por dentro de alguno de los 48 t¨²neles de la l¨ªnea, la oscuridad es total. No hay ning¨²n tipo de iluminaci¨®n en el interior, ni siquiera en los vagones de primera clase. Tan solo un gran foco en el frontal de la locomotora ilumina la v¨ªa entre la exuberante vegetaci¨®n tropical camino a las hermosas playas de Manakara. Es un trayecto mora mora, seg¨²n los malgaches. Sin prisa. Un viaje que premia la paciencia.