Al final del camino, ni?os refugiados sin refugio
El ciclo Cinema Refugi de Barcelona muestra la realidad de los menores migrantes que vagan solos por las calles
La Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o es el tratado m¨¢s ratificado de la Historia y, sin embargo, en nuestras ciudades, muchos menores migrantes vagan solos por las calles. El ciclo Cinema Refugi de Barcelona muestra los ojos de esa infancia no acompa?ada.
¡°No hay elementos objetivos para establecer la edad real de una persona¡±, dice un m¨¦dico
¡°?Cu¨¢ntos pa¨ªses has atravesado?¡±, dice la letra de la canci¨®n que compuso Kaddour Hadadi para el documental J¡¯ai march¨¦ jusq¡¯a vous (He caminado hasta ustedes) de Rachid Oujdi. ¡°No he pedido cita¡±, contin¨²a la canci¨®n, antes de dar paso a la voz quebrada de Omo, una hu¨¦rfana nigeriana de 17 a?os: ¡°cuando no me quedaba nadie vivo, me fui a N¨ªger, de N¨ªger a Marruecos, de Marruecos a Espa?a y de all¨ª a esta ciudad que no recuerdo c¨®mo se llama¡±. Es Marsella, 2016, en los confines franceses de los chicos sin rumbo, pero podr¨ªa ser cualquier otra localidad europea o africana.
¡°Camin¨¦ hasta ustedes¡±, podr¨ªan repetir miles de voces de menores no acompa?ados (MENAS) que buscan un techo y que se acaben los golpes. En este caso, la frase es el t¨ªtulo del registro documental de un realizador marsell¨¦s, hijo de argelinos, que hace tiempo parece sentirse llamado a dar testimonio de ¨¦poca y lugar. Antes, Oujdi construy¨® una pel¨ªcula sobre los viejos (chibanis) magreb¨ªes que quedaron varados, parias y pobres, en el pa¨ªs al que fueron convocados como mano de obra barata, en los 60. Ahora deja estas notas f¨ªlmicas sobre el transcurrir sin rumbo de los menores extranjeros no acompa?ados en nuestra Europa.
En Barcelona, el ciclo Cinema Refugi (hasta el 6 de octubre) ofrece el cine como refugio y acoge este reportaje documental J¡¯ai march¨¦ jusq¡¯a vous (se proyectar¨¢ este viernes 29, a las 21.00, en Gr¨¤cia, Plaza de la Virreina). El film franc¨¦s ha obtenido ya reconocimiento en forma de galardones, un premio de Amnist¨ªa Internacional y el Prix M¨¦dia 2017 Enfance Majuscule, pero ¨Csobre todo¨C se parece a un abrigo para los ni?os y adolescentes que duermen cada noche en las calles de los pa¨ªses a los que llegan huyendo de lo invivible, al Sur o el Este.
¡°Est¨¢n cansados, no duermen una noche completa, caminan¡±, relata la trabajadora social de los servicios sociales de Marsella. El hecho es que ¨Ctal como queda patente en el reportaje¨C la Administraci¨®n demora meses en albergar a los inmigrantes y refugiados menores de edad, que son los que tienen el derecho de contar con un alojamiento. La obligaci¨®n irrenunciable del Estado de proteger a todos los menores de edad parece cumplirse a rajatabla en el caso de los nacionales y, por el contrario, suena bastante laxo su cumplimiento con los extranjeros, sobre los que siempre pende la duda de la edad real.
Ser o no ser extranjero. Ser o no ser menor¡ o mayor de edad: he aqu¨ª la cuesti¨®n en la que se levanta la angustiosa frontera de los 18 a?os, real o impuesta por la Administraci¨®n tras ex¨¢menes m¨¦dicos poco fiables (los m¨¦dicos aseguran que el margen de error en estas pruebas anat¨®micas es ampl¨ªsimo).
¡°No hay elementos objetivos para establecer la edad real de una persona¡±, sostiene un m¨¦dico a cargo de este tipo de ex¨¢menes m¨¦dicos. ¡°Radiografiando los huesos de un adolescente de cierta edad solo podemos estimar que esa persona puede tener entre 15 y 19 a?os¡±, a?ade el m¨¦dico, que se lamenta tambi¨¦n de lo humillantes que resultan otras exploraciones, como las p¨²bicas y genitales.
El resto corre por cuenta de la Administraci¨®n, sus protocolos, sus tiempos, sus decisiones. A los 18, el destino es la calle, de nuevo, y el riesgo permanente de la deportaci¨®n (a los menores de edad no se los puede expulsar del pa¨ªs).
La obligaci¨®n irrenunciable del Estado de proteger a los menores suena bastante laxa con los extranjeros
Sobre los chicos sobrevuelan todas las sospechas y las innumerables tentaciones de vivir en la calle sin dinero, con los comedores sociales en d¨ªas alternos y la promesa de una cama y una ducha, con todas las necesidades b¨¢sicas desatendidas. Seis meses pueden llegar a vagar, con 13, 14 o 17 a?os y medio, una vez identificados y registrados; esto es, con conocimiento cabal de las autoridades, seg¨²n el relato de educadores y m¨¦dicos en el filme de Oujdi. ¡°El hecho de que un menor sea extranjero pesa m¨¢s que el hecho de ser menor¡±, confirma una asistente social.
Cuesta sostener la mirada ¨Cincluso cuando est¨¢ mediada por una pantalla¨C a esos ojos j¨®venes y muy desesperanzados de tanto interrogatorio y tanta respuesta administrativa de rigor. Dolor y hast¨ªo que sigue la c¨¢mara que testimonia, discreta. Tampoco es f¨¢cil ponerse en la piel de los trabajadores sociales que ven el amasijo de colchas h¨²medas y cartones viejos sobre los que duermen estos ni?os, al raso, e intuir la impotencia: ellos saben que est¨¢n all¨ª con la misi¨®n de ayudar y topan con obst¨¢culos burocr¨¢ticos m¨¢s altos e infranqueables que las cordilleras y los desiertos que han cruzado los chicos. Vienen a salvar pero no les alcanzan las propias manos.
Mientras tanto, UNICEF informa que la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o es el tratado m¨¢s ratificado de la Historia. Pactos valiosos que hay que poner a pie de calle.
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