El algod¨®n s¨ª enga?a: esta materia prima que anta?o represent¨® prosperidad, hoy es pobreza
Su producci¨®n fue la base de la independencia de India. Hoy, las deudas, el cambio clim¨¢tico y las leyes inadecuadas desangran a los campesinos y destruyen sus cosechas
El incesante repicar de las ¨²ltimas lluvias del monz¨®n se confunde con el traqueteo de las ruecas. Descalzas, las hilanderas pedalean en una habitaci¨®n a las afueras de Wardha, en el centro de India. Cerca de all¨ª, hace 70 a?os, un hombre se levant¨® contra la dominaci¨®n brit¨¢nica usando la misma herramienta. Su casa, reconvertida en museo, a¨²n conserva la charka ¡ªm¨¢quina de hilar¡ª sobre la que Mahatma Gandhi urdi¨® su anticolonialismo pacifista. El padre de la naci¨®n india convenci¨® a sus conciudadanos para tejer la ropa de forma artesanal y as¨ª boicotear los productos textiles de Manchester fabricados con algod¨®n del subcontinente. La campa?a de desobediencia civil atac¨® el pilar del Imperio brit¨¢nico, la industria, e hizo de la charka uno de los s¨ªmbolos nacionales, hoy emblema central en la bandera tricolor. La misma ciudad y la misma materia prima que cimentaron esa independencia son hoy ejemplos de la sangrante crisis agr¨ªcola en el coraz¨®n de India.
Algod¨®n y falta de agua deshilan las vidas de las familias granjeras de Wardha, donde el miserable salario anual no llega a los 600 euros. El que fuera baluarte de la emancipaci¨®n del pa¨ªs se asienta sobre la regi¨®n de Vidarbha ¡ªal este del estado de Maharashtra¡ª, centro de produccio?n de algodo?n indio y donde, iro?nicamente, los hilanderos dependen hoy de los empresarios y sus pr¨¦stamos para poder cosechar la materia prima de la que se acabar¨¢n beneficiando estos ¨²ltimos. La falta de ayudas al sector, unidas a la ausencia de sistemas de riego en una tierra seca, hacen que la producci¨®n algodonera est¨¦ expuesta a las imprevisibles lluvias del monz¨®n. Para septiembre de 2017, la regi¨®n hab¨ªa registrado un 12% menos de precipitaciones que el a?o anterior; un d¨¦ficit que se suma al de d¨¦cadas de crisis.
Gurudar Nanaji Mahavudhe, de 60 a?os, ha cultivado el algod¨®n de sus ancestros en Sakurli, a las afueras de Wardha, desde que tiene uso de raz¨®n. Nunca con la escasez que sufre ahora. ¡°Hace 40 a?os, ten¨ªamos un 50% de beneficios. Cambi¨¢bamos nuestros ahorros por oro. Ahora no podemos invertir en nada. Al contrario, tenemos que vender los ornamentos de nuestros padres para sobrevivir¡±, explica el granjero, que dice obtener solo 1.300 euros brutos anuales para dar de comer a una familia de seis.
Es un sinsentido: los que producen la comida pasan hambre
Hace tiempo que el algod¨®n dej¨® de ser el oro blanco de India. ¡°Durante la ocupaci¨®n brit¨¢nica, mis abuelos malvend¨ªan un quintal [cien kilos] de algod¨®n por 20 gramos de oro [600 euros]. ?Ya entonces nos explotaban!¡±, recuerda Amitabh Pawde, ingeniero civil en Nagpur, centro urbano de Vidarbha. ¡°El algod¨®n es un cultivo anual y se paga a 55 rupias [0,7 euros] el kilo. La cosecha m¨¢xima es de cinco a seis quintales, con lo que el salario bruto anual no supera las 30.000 rupias [429 euros]. Poco m¨¢s de un d¨®lar diario. En una familia de cuatro miembros, se reduce a algo m¨¢s de un cuarto de d¨®lar por persona. ?Y a¨²n no hemos deducido los costes de producci¨®n!¡±.
Amitabh Pawde colabora con, Apulkee, una organizaci¨®n que promueve alternativas para aumentar el capital entre los granjeros locales afectados por la crisis. ?l y otros profesionales intentan paliar las deficiencias de un sistema en que los agricultores, encargados de cultivar la materia prima, no tienen qu¨¦ llevarse a la mesa. Est¨¢n sumidos en lo que la FAO (agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) llama inseguridad alimentaria. Amitabh resume la idea con una paradoja dif¨ªcil de digerir: ¡°El plato de comida de los granjeros est¨¢ casi vac¨ªo y la calidad es irrisoria. Pero necesitan buena alimentaci¨®n para trabajar el campo. Ese es el sinsentido: que los que producen la comida pasen hambre¡±.
A la obligada pregunta, el ingeniero responde con otro interrogante: ¡°Tu camisa europea de algod¨®n indio cuesta 20 euros. Se pueden producir tres camisas con un kilo de algod¨®n. El beneficio de esa producci¨®n es de 6.000 rupias [78 euros] por kilo, o 600.000 [7.800 euros] por quintal. ?Tan dif¨ªcil es que al menos un 10% de esas ganancias llegue a los agricultores; que son los que se encargan de cultivar la materia prima?¡±.
Llueve sobre mojado
Los granjeros en Vidarbha caen cruelmente, como las lluvias del monz¨®n. A borbotones. Maharashtra y otros cuatro grandes estados del cordo?n central de India concentran gran parte de los 300.000 suicidios del pai?s desde 1995. La regio?n ha registrado unos 20.500 casos desde 2001, y ma?s de 3.000 en 2015. Esta oleada de suicidios se atribuye a sequi?as, fallos en las cosechas, escasos beneficios o deudas. Segu?n informes de la Oficina Nacional de Estad¨ªsticas (NSSO), el 52% de las familias esta?n endeudadas.
La regio?n ha registrado unos 20.500 suicidios desde 2001
¡°Destino todas mis ganancias a pagar un pr¨¦stamo con el que sufragu¨¦ la producci¨®n de a?os anteriores y a la educaci¨®n de mi hijo en Bombay [capital del estado]. Pueblos enteros sufren esta presi¨®n. Y muchos no lo soportan¡±, explica Vijai Belaram Munjiwar, de 50 a?os. Como otros granjeros, Vijai insiste en que los costes de producci¨®n y las necesidades b¨¢sicas han aumentado, aunque el rendimiento del sector est¨¢ estancado. Las familias costean pesados gastos anacr¨®nicos ¡ªla dote de sus hijas¡ª y a?aden inversiones como la educaci¨®n de sus menores, que no quieren trabajar un campo que entierra a los que lo cultivan.
Ante la imposibilidad de pagar sus deudas mediante la produccio?n agri?cola, dependiente de la fluctuacio?n de precios y del clima; las familias se ven arrastradas a un ci?rculo de pre?stamos y endeudamiento. ¡°Perdimos nuestras cosechas por un incendio y el seguro no lo cubri¨®. Mi marido se suicid¨® bebiendo insecticida¡±, explica Rekha Sachnkarraw Pandharkar, de 55 a?os, sentada sobre kilos de algod¨®n que se acumulan en su casa en el vecino pueblo de Shivnagar. Las viudas de la regi¨®n se cuentan por miles y organizaciones como Shantiwan ofrecen refugio y trabajo para las muchas que no pueden subsistir por s¨ª mismas.
La tragedia de los agricultores de la regi¨®n no tiene ra¨ªz ¨²nicamente en sequ¨ªas y seguros fraudulentos. ¡°Vidarbha es rica en agua. Se podr¨ªan irrigar un 80% de los cultivos. Pero los proyectos ideados por el Gobierno regional no se completan por la corrupci¨®n. Lo mismo ocurre con la energ¨ªa, ?C¨®mo es posible que esta regi¨®n tenga exceso de producci¨®n el¨¦ctrica pero haya continuos cortes de luz?¡±, pregunta ret¨®ricamente Chandrakant Wankhende, periodista y activista por los derechos de los granjeros de la regi¨®n. ¡°El Gobierno ofrece subsidios. Pero solo est¨¢n exentos de pagar impuestos aquellos cuyos ingresos superen 250.000 rupias. En India, hay 12 estados en los que las ganancias de los agricultores son de 25.000 rupias¡±.
Organizaciones como Janmanch (Foro del Pueblo, en hindi) demandan pol¨ªticas gubernamentales de largo recorrido. Al mismo tiempo, han recurrido a los tribunales exigiendo la participaci¨®n de bancos p¨²blicos en la concesi¨®n de cr¨¦ditos para evitar la sangr¨ªa de los prestamistas privados. Su presidente y miembro del Tribunal Supremo de Nagpur, Anil Kilor, subraya que la legislaci¨®n nacional tambi¨¦n se?ala la necesidad de reformar unas leyes que son nocivas para los intereses de los agricultores: ¡°La discriminaci¨®n de las comunidades rurales deviene de su incapacidad para poder adquirir tierras o fijar precios. En cualquier otro sector, los industrialistas pueden establecer el coste de su producci¨®n en funci¨®n de los gastos de manufactura¡±. El abogado, de 50 a?os, hace referencia a la Ley de Productos B¨¢sicos (1955) y a leyes de l¨ªmite y propiedad de la tierra.
La agricultura supone casi el 30% del PIB de India
Activistas y t¨¦cnicos competentes coinciden en la urgencia de aplicar las recomendaciones de la Comisi¨®n Swaminathan para salvar la agricultura; un sector que supone casi el 30% del PIB de India. Bautizada bajo el nombre del cient¨ªfico que alumbr¨® la Revoluci¨®n Verde en los primeros a?os sesenta, esta comisi¨®n nacional de granjeros lleva m¨¢s de una d¨¦cada insistiendo en que el Gobierno debe asegurar que el salario m¨ªnimo de los campesinos sea igual al de los funcionarios p¨²blicos, y que estos agricultores deben percibir un beneficio de, al menos, un 50% m¨¢s que sus costes de producci¨®n.
Amitabh Pawde secunda la idea de los expertos, pero se?ala la importancia de desarrollar los conocimientos de los agricultores; un colectivo eminentemente analfabeto. ¡°La Revoluci¨®n Verde introdujo las semillas modificadas gen¨¦ticamente, un avance para el campo en India. Desde la cercana Bombay, capital financiera, se convenci¨® a los algodoneros de Vidarbha de invertir en esta innovaci¨®n tecnol¨®gica. Pero nadie les inform¨® de las implicaciones que ello supon¨ªa: m¨¢s agua y mayor gasto en insecticidas¡±. Para este ingeniero es vital educar al sector agropecuario, base del tejido productivo de la sociedad India.
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