I?aki Urdangarin y Cristina de Borb¨®n, 20 a?os de matrimonio, 5 en los tribunales
Se presentaron al mundo como una nueva versi¨®n de la monarqu¨ªa, una pareja moderna, independiente y enamorada. Ahora viven repudiados tras el 'caso N¨®os'
Cristina de Borb¨®n es una mujer obstinada y cabezota. Estas dos caracter¨ªsticas han marcado su vida personal y familiar, hasta tal extremo que ha sido v¨ªctima de su resistencia a cambiar de opini¨®n, a admitir lo que los hechos demostraban. Estos rasgos de su personalidad han estado muy presentes en todas las fases de su relaci¨®n con I?aki Urdangarin, con quien este mi¨¦rcoles celebra 20 a?os de casada, una uni¨®n de la que han nacido cuatro hijos: Juan, Pablo, Miguel e Irene. Un matrimonio que se present¨® al mundo como una nueva versi¨®n de la monarqu¨ªa espa?ola, una pareja moderna, independiente y enamorada. Pero con el tiempo su implicaci¨®n en el caso N¨®os les ha llevado a vivir desde hace ocho a?os en el exilio, cinco entre los tribunales y ahora pendientes de la entrada en prisi¨®n del que un d¨ªa fue duque de Palma de Mallorca.
Lo suyo fue un flechazo, al menos para ella. Atlanta celebraba en 1996 los Juegos Ol¨ªmpicos y Cristina de Borb¨®n asist¨ªa como espectadora. La primera vez que se vieron fue en la celebraci¨®n de la medalla de oro ganada por la selecci¨®n de waterpolo. Jes¨²s Roll¨¢n, portero del equipo nacional y gran amigo de la Infanta fallecido en 2006, fue quien los present¨®. Testigos de aquel encuentro cuentan que la hija de los entonces Reyes de Espa?a se qued¨® impactada con I?aki Urdangarin, que formaba parte del equipo de balonmano que logr¨® el bronce. Ella estaba sin pareja tras unas breves relaciones, nunca confirmadas, con otros deportistas de la ¨¦poca, como ?lvaro Bult¨® y Fernando Le¨®n. ?l ten¨ªa novia, Carmen Cam¨ª. Tras solo ocho meses de iniciar su relaci¨®n, la pareja se comprometi¨®. Ese d¨ªa, Cam¨ª se enteraba por la televisi¨®n de que ya no era la novia del deportista.
?l era un chico aparentemente perfecto. Sus amigos y compa?eros del equipo de balonmano del Barcelona se deshac¨ªan en elogios cuando hablan de Urdangarin. Lo primero que sorprend¨ªa de Txiqui, como le llamaban sus ¨ªntimos, era su f¨ªsico. Rubio, alto, de ojos claros y complexi¨®n atl¨¦tica, ten¨ªa una sonrisa que conquistaba. En la Espa?a de las Autonom¨ªas, Urdangarin reun¨ªa los mejores requisitos. Nacido en Zum¨¢rraga en 1968, viv¨ªa en Barcelona. Cuando conoci¨® a la Infanta ocupaba un peque?o piso en el paseo de Gracia. Su boda el 4 de octubre de 1997 fue todo un acontecimiento en la ciudad, que se volc¨® en las calles para vitorear a los novios y a todas las cabezas coronadas que ese d¨ªa desfilaron por la Catedral y luego por el palacio de Pedralbes. Esa misma ciudad que ahora les ha dado la espalda y a la que vuelven discretamente cuando las obligaciones de la infanta con La Caixa o de Urdangarin con la Justicia les obligan.
El declive del matrimonio comenz¨® cuando los Urdangarin-Borb¨®n compraron una casa en Pedralbes a la que comenzaron a llamar "palacete" y a la que tras una completa remodelaci¨®n convirtieron en una residencia llena de lujos. Para mantener todo ese nivel de vida, I?aki Urdangarin se meti¨® en el mundo de los negocios de la mano de quien fue su profesor en ESADE, Diego Torres. Su ficha como jugador de balonmano del Barcelona y el restaurante que ten¨ªa con unos amigos no daban para ese nivel de vida.
Cuando los entonces duques de Palma se mudaron a Washington en 2009 sin explicaci¨®n oficial ya se hablaba de que I?aki Urdangarin estaba implicado en asuntos comprometidos. Pronto estall¨® el esc¨¢ndalo. Cristina de Borb¨®n cerr¨® filas con su esposo y desoy¨® los consejos de que se separara de ¨¦l. Durante a?os, la tensi¨®n entre ella y la Familia Real ha sido m¨¢xima. Pero obstinada y cabezota ha hecho o¨ªdos sordos. Ha defendido la inocencia de su esposo, en la que sigue creyendo pese a la condena de seis a?os y tres meses de c¨¢rcel que ya pesa sobre ¨¦l. Y sigue defendiendo su amor. Ni saber que su esposo hab¨ªa coqueteado con la esposa de un amigo, como delataron unos correos electr¨®nicos filtrados en medio de la batalla del caso N¨®os, la afectaron. Ella cerr¨® filas, confi¨® en ¨¦l como siempre y declar¨® su inquebrantable amor.
Veinte a?os despu¨¦s de aquella boda por todo lo alto en Barcelona, Urdangarin aguarda noticias sobre su futuro penal. No trabaja y casi no se deja ver en p¨²blico. Viene a Espa?a en contadas ocasiones y lo hace por la puerta de atr¨¢s. La Infanta perdi¨® su t¨ªtulo de duquesa y su posici¨®n en la Familia Real. La relaci¨®n con su hermano el Rey es casi inexistente. Obstinada y cabezota se niega a ceder sus derechos din¨¢sticos, un gesto simb¨®lico que podr¨ªa haber aliviado el da?o que este matrimonio ha hecho a la Corona.
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