Islandia sabe c¨®mo acabar con las drogas entre adolescentes, pero el resto del mundo no escucha
En los ¨²ltimos 20 a?os, Islandia ha reducido radicalmente el consumo de tabaco, drogas y bebidas alcoh¨®licas entre los j¨®venes. ?C¨®mo lo ha conseguido y por qu¨¦ otros pa¨ªses no siguen su ejemplo?
Falta poco para las tres de una soleada tarde de viernes, y el parque Laugardalur, cerca del centro de Reikiavik, se encuentra pr¨¢cticamente desierto. Pasa alg¨²n que otro adulto empujando un carrito de beb¨¦, pero si los jardines est¨¢n rodeados de bloques de pisos y casas unifamiliares, y los cr¨ªos ya han salido del colegio, ?d¨®nde est¨¢n los ni?os?
En mi paseo me acompa?an Gudberg J¨®nsson, un psic¨®logo island¨¦s, y Harvey Milkman, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa estadounidense que da clases en la Universidad de Reikiavik durante una parte del curso. Hace 20 a?os, cuenta Gudberg, los adolescentes islandeses eran de los m¨¢s bebedores de Europa. ¡°El viernes por la noche no pod¨ªas caminar por las calles del centro de Reikiavik porque no te sent¨ªas seguro¡±, a?ade Milkman. ¡°Hab¨ªa una multitud de adolescentes emborrach¨¢ndose a la vista de todos¡±.
Nos acercamos a un gran edificio. ¡°Y aqu¨ª tenemos la pista de patinaje cubierta¡±, dice Gudberg.
Hace un par de minutos hemos pasado por dos salas dedicadas al b¨¢dminton y al pimp¨®n. En el parque hay tambi¨¦n una pista de atletismo, una piscina con calefacci¨®n geot¨¦rmica y, por fin, un grupo de ni?os a la vista jugando con entusiasmo al f¨²tbol en un campo artificial.
Actualmente, Islandia ocupa el primer puesto de la clasificaci¨®n europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable
En este momento no hay j¨®venes pasando la tarde en el parque, explica Gudberg, porque se encuentran en las instalaciones asistiendo a clases extraescolares o en clubs de m¨²sica, danza o arte. Tambi¨¦n puede ser que hayan salido con sus padres.
Actualmente, Islandia ocupa el primer puesto de la clasificaci¨®n europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable. El porcentaje de chicos de entre 15 y 16 a?os que hab¨ªan cogido una borrachera el mes anterior se desplom¨® del 42% en 1998 al 5% en 2016. El porcentaje de los que hab¨ªan consumido cannabis alguna vez ha pasado del 17% al 7%, y el de fumadores diarios de cigarrillos ha ca¨ªdo del 23% a tan solo el 3%.
El pa¨ªs ha conseguido cambiar la tendencia por una v¨ªa al mismo tiempo radical y emp¨ªrica, pero se ha basado en gran medida en lo que se podr¨ªa denominar ¡°sentido com¨²n forzoso¡±. ¡°Es el estudio m¨¢s extraordinariamente intenso y profundo sobre el estr¨¦s en la vida de los adolescentes que he visto nunca¡±, elogia Milkman. ¡°Estoy muy impresionado de lo bien que funciona¡±.
Si se adoptase en otros pa¨ªses, sostiene, el modelo island¨¦s podr¨ªa ser beneficioso para el bienestar psicol¨®gico y f¨ªsico general de millones de j¨®venes, por no hablar de las arcas de los organismos sanitarios o de la sociedad en su conjunto. Un argumento nada desde?able.
¡°Estuve en el ojo del hurac¨¢n de la revoluci¨®n de las drogas¡±, cuenta Milkman, mientras tomamos un t¨¦ en su apartamento de Reikiavik. A principios de la d¨¦cada de 1970, cuando trabajaba como residente en el Hospital Psiqui¨¢trico Bellevue de Nueva York, ¡°el LSD ya estaba de moda, y mucha gente fumaba marihuana; hab¨ªa un gran inter¨¦s en por qu¨¦ la gente tomaba determinadas drogas¡±.
La tesis doctoral de Milkman conclu¨ªa que las personas eleg¨ªan la hero¨ªna o las anfetaminas dependiendo de c¨®mo quisiesen lidiar con el estr¨¦s. Los consumidores de hero¨ªna prefer¨ªan insensibilizarse, mientras que los que tomaban anfetaminas prefer¨ªan enfrentarse a ¨¦l activamente. Cuando su trabajo se public¨®, Milkman entr¨® a formar parte de un grupo de investigadores reclutados por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos para que respondiesen a preguntas como por qu¨¦ empieza la gente a consumir drogas, por qu¨¦ sigue haci¨¦ndolo, cu¨¢ndo alcanza el umbral del abuso, cu¨¢ndo deja de consumirlas y cu¨¢ndo recae.
¡°Cualquier chaval de la facultad podr¨ªa responder a la pregunta de por qu¨¦ se empieza, y es que las drogas son f¨¢ciles de conseguir y a los j¨®venes les gusta el riesgo. Tambi¨¦n est¨¢ el aislamiento y quiz¨¢ algo de depresi¨®n¡±, se?ala. ¡°Pero, ?por qu¨¦ siguen consumiendo? As¨ª que pas¨¦ a la pregunta sobre el umbral del abuso y se hizo la luz. Entonces viv¨ª mi propia versi¨®n del '?eureka!'. Los chicos pod¨ªan estar al borde de la adicci¨®n incluso antes de tomar la droga, porque la adicci¨®n estaba en la manera en que se enfrentaban a sus problemas¡±.
¡°?Por qu¨¦ no organizar un movimiento social basado en la embriaguez natural, en que la gente se coloque con la qu¨ªmica de su cerebro ¨Cporque me parece evidente que la gente quiere cambiar su estado de conciencia¨C sin los efectos perjudiciales de las drogas?¡±
En la Universidad Estatal Metropolitana de Denver, Milkman fue fundamental para el desarrollo de la idea de que el origen de las adicciones estaba en la qu¨ªmica cerebral. Los menores ¡°combativos¡± buscaban ¡°subidones¡±, y pod¨ªan obtenerlos robando tapacubos, radios, y m¨¢s adelante, coches, o mediante las drogas estimulantes. Por supuesto, el alcohol tambi¨¦n altera la qu¨ªmica cerebral. Es un sedante, pero lo primero que seda es el control del cerebro, lo cual puede suprimir las inhibiciones y, a dosis limitadas, reducir la ansiedad.
¡°La gente puede volverse adicta a la bebida, a los coches, al dinero, al sexo, a las calor¨ªas, a la coca¨ªna¡, a cualquier cosa¡±, asegura Milkman. ¡°La idea de la adicci¨®n comportamental se convirti¨® en nuestro distintivo¡±.
De esta idea naci¨® otra. ¡°?Por qu¨¦ no organizar un movimiento social basado en la?embriaguez natural, en que la gente se?coloque con la qu¨ªmica de su cerebro ¨Cporque me parece evidente que la gente quiere cambiar su estado de conciencia¨C sin los efectos perjudiciales de las drogas?¡±
En 1992, su equipo de Denver hab¨ªa obtenido una subvenci¨®n de 1,2 millones de d¨®lares del Gobierno para crear el Proyecto Autodescubrimiento, que ofrec¨ªa a los adolescentes maneras naturales de embriagarse alternativas a los estupefacientes y el delito. Solicitaron a los profesores, as¨ª como a las enfermeras y los terapeutas de los centros escolares, que les enviasen alumnos e incluyeron en el estudio a ni?os de 14 a?os que no pensaban que necesitasen tratamiento, pero que ten¨ªan problemas con las drogas o con delitos menores.
¡°No les dijimos que ven¨ªan a una terapia, sino que les ¨ªbamos a ense?ar algo que quisiesen aprender: m¨²sica, danza, hip hop, arte o artes marciales¡±. La idea era que las diferentes clases pudiesen provocar una serie de alteraciones en su qu¨ªmica cerebral y les proporcionasen lo que necesitaban para enfrentarse mejor a la vida. Mientras que algunos quiz¨¢ deseasen una experiencia que les ayudase a reducir la ansiedad, otros pod¨ªan estar en busca de emociones fuertes.
Al mismo tiempo, los participantes recibieron formaci¨®n en capacidades para la vida, centrada en mejorar sus ideas sobre s¨ª mismos y sobre su existencia, y su manera de interactuar con los dem¨¢s. ¡°El principio b¨¢sico era que la educaci¨®n sobre las drogas no funciona porque nadie le hace caso. Necesitamos capacidades b¨¢sicas para llevar a la pr¨¢ctica esa informaci¨®n¡±, afirma Milkman. Les dijeron a los ni?os que el programa durar¨ªa tres meses. Algunos se quedaron cinco a?os.
En 1991, Milkman fue invitado a Islandia para hablar de su trabajo, de sus descubrimientos y de sus ideas. Se convirti¨® en asesor del primer centro residencial de tratamiento de drogadicciones para adolescentes del pa¨ªs, situado en la ciudad de Tindar. ¡°Se dise?¨® a partir de la idea de ofrecer a los chicos cosas mejores que hacer¡±, explica. All¨ª conoci¨® a Gudberg, que por entonces estudiaba Psicolog¨ªa y trabajaba como voluntario. Desde entonces son ¨ªntimos amigos.
Al principio, Milkman viajaba con regularidad a Islandia y daba conferencias. Estas charlas y el centro de Tindar atrajeron la atenci¨®n de una joven investigadora de la Universidad de Islandia llamada Inga D¨®ra Sigf¨²sd¨®ttir. La cient¨ªfica se preguntaba qu¨¦ pasar¨ªa si se pudiesen utilizar alternativas sanas a las drogas y el alcohol dentro de un programa que no estuviese dirigido a tratar a ni?os con problemas, sino, sobre todo, a conseguir que los j¨®venes dejasen de beber o de consumir drogas.
?Has probado el alcohol alguna vez? Si es as¨ª, ?cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que bebiste? ?Te has emborrachado en alguna ocasi¨®n? ?Has probado el tabaco? Si lo has hecho, ?cu¨¢nto fumas? ?Cu¨¢nto tiempo pasas con tus padres? ?Tienes una relaci¨®n estrecha con ellos? ?En qu¨¦ clase de actividades participas?
En 1992, los chicos y chicas de 14, 15 y 16 a?os de todos los centros de ense?anza de Islandia rellenaron un cuestionario con esta clase de preguntas. El proceso se repiti¨® en 1995 y 1997.
Los resultados de la encuesta fueron alarmantes. A escala nacional, casi el 25% fumaba a diario, y m¨¢s del 40% se hab¨ªa emborrachado el mes anterior. Pero cuando el equipo buce¨® a fondo en los datos, identific¨® con precisi¨®n qu¨¦ centros ten¨ªan m¨¢s problemas y cu¨¢les menos. Su an¨¢lisis puso de manifiesto claras diferencias entre las vidas de los ni?os que beb¨ªan, fumaban y consum¨ªan otras drogas, y las de los que no lo hac¨ªan. Tambi¨¦n revel¨® que hab¨ªa unos cuantos factores con un efecto decididamente protector: la participaci¨®n, tres o cuatro veces a la semana, en actividades organizadas ¨Cen particular, deportivas¨C; el tiempo que pasaban con sus padres entre semana; la sensaci¨®n de que en el instituto se preocupaban por ellos, y no salir por la noche.
¡°En aquella ¨¦poca hab¨ªa habido toda clase de iniciativas y programas para la prevenci¨®n del consumo de drogas¡±, cuenta Inga D¨®ra, que fue investigadora ayudante en las encuestas. ¡°La mayor¨ªa se basaban en la educaci¨®n¡±. Se alertaba a los chicos de los peligros de la bebida y las drogas, pero, como Milkman hab¨ªa observado en Estados Unidos, los programas no daban resultado. ¡°Quer¨ªamos proponer un enfoque diferente¡±.
El alcalde de Reikiavik tambi¨¦n estaba interesado en probar algo nuevo, y muchos padres compart¨ªan su inter¨¦s, a?ade J¨®n Sigf¨²sson, compa?ero y hermano de Inga D¨®ra. Por aquel entonces, las hijas de J¨®n eran peque?as, y ¨¦l entr¨® a formar parte del nuevo centro island¨¦s de Investigaci¨®n y An¨¢lisis Social de Sigf¨²sd¨®ttir en 1999, a?o de su fundaci¨®n. ¡°Las cosas estaban mal¡±, recuerda. ¡°Era evidente que hab¨ªa que hacer algo¡±.
Utilizando los datos de la encuesta y los conocimientos fruto de diversos estudios, entre ellos el de Milkman, se introdujo poco a poco un nuevo plan nacional. Recibi¨® el nombre de Juventud en Islandia.
Las leyes cambiaron. Se penaliz¨® la compra de tabaco por menores de 18 a?os y la de alcohol por menores de 20, y se prohibi¨® la publicidad de ambas sustancias. Se reforzaron los v¨ªnculos entre los padres y los centros de ense?anza mediante organizaciones de madres y padres que se deb¨ªan crear por ley en todos los centros junto con consejos escolares con representaci¨®n de los padres. Se inst¨® a estos ¨²ltimos a asistir a las charlas sobre la importancia de pasar mucho tiempo con sus hijos en lugar de dedicarles ¡°tiempo de calidad¡± espor¨¢dicamente, as¨ª como a hablar con ellos de sus vidas, conocer a sus amistades, y a que se quedasen en casa por la noche.
Asimismo, se aprob¨® una ley que prohib¨ªa que los adolescentes de entre 13 y 16 a?os saliesen m¨¢s tarde de las 22.00 en invierno y de medianoche en verano. La norma sigue vigente en la actualidad.
Casa y Escuela, el organismo nacional que agrupa a las organizaciones de madres y padres, estableci¨® acuerdos que los padres ten¨ªan que firmar. El contenido var¨ªa dependiendo del grupo de edad, y cada organizaci¨®n puede decidir qu¨¦ quiere incluir en ellos. Para los chicos de 13 a?os en adelante, los padres pueden comprometerse a cumplir todas las recomendaciones y, por ejemplo, a no permitir que sus hijos celebren fiestas sin supervisi¨®n, a no comprar bebidas alcoh¨®licas a los menores de edad, y a estar atentos al bienestar de sus hijos.
Estos acuerdos sensibilizan a los padres, pero tambi¨¦n ayudan a reforzar su autoridad en casa, sostiene hrefna Sigurj¨®nsd¨®ttir, directora de Casa y Escuela. ¡°As¨ª les resulta m¨¢s dif¨ªcil utilizar la vieja excusa de que a los dem¨¢s les dejan hacerlo¡±.
Se aument¨® la financiaci¨®n estatal de los clubs deportivos, musicales, art¨ªsticos, de danza y de otras actividades organizadas con el fin de ofrecer a los chicos otras maneras de sentirse parte de un grupo y de encontrarse a gusto que no fuesen consumiendo alcohol y drogas, y los hijos de familias con menos ingresos recibieron ayuda para participar en ellas. Por ejemplo, en Reikiavik, donde vive una tercera parte de la poblaci¨®n del pa¨ªs, una Tarjeta de Ocio facilita 35.000 coronas (250 libras esterlinas) anuales por hijo para pagar las actividades recreativas.
¡°No les dijimos que ven¨ªan a una terapia, sino que les ¨ªbamos a ense?ar algo que quisiesen aprender: m¨²sica, danza, hip hop, arte o artes marciales¡±
Un factor decisivo es que las encuestas han continuado. Cada a?o, casi todos los ni?os islandeses las rellenan. Esto significa que siempre se dispone de datos actualizados y fiables.
Entre 1997 y 2012, el porcentaje de adolescentes de 15 y 16 a?os que declaraban que los fines de semana pasaban tiempo con sus padres a menudo o casi siempre se duplic¨® ?¨Cpas¨® del 23% al 46%¨C, y el de los que participaban en actividades deportivas organizadas al menos cuatro veces por semana subi¨® del 24% al 42%. Al mismo tiempo, el consumo de cigarrillos, bebidas alcoh¨®licas y cannabis en ese mismo grupo de edad cay¨® en picado.
¡°Aunque no podemos presentarlo como una relaci¨®n causal ¨Clo cual es un buen ejemplo de por qu¨¦ a veces es dif¨ªcil vender a los cient¨ªficos los m¨¦todos de prevenci¨®n primaria¨C la tendencia es muy clara¡±, observa Kristj¨¢nsson, que trabaj¨® con los datos y actualmente forma parte de la Escuela Universitaria de Salud P¨²blica de Virginia Occidental, en Estados Unidos. Los factores de protecci¨®n han aumentado y los de riesgo han disminuido, y tambi¨¦n el consumo de estupefacientes. Adem¨¢s, en Islandia lo han hecho de manera m¨¢s coherente que en ning¨²n otro pa¨ªs de Europa¡±.
El caso europeo
J¨®n Sigf¨²sson se disculpa por llegar un par de minutos tarde. ¡°Estaba con una llamada de crisis¡±. Prefiere no precisar d¨®nde, pero era una de las ciudades repartidas por todo el mundo que han adoptado parcialmente las ideas de Juventud en Islandia.
Juventud en Europa, dirigida por J¨®n, naci¨® en 2006 tras la presentaci¨®n de los ya entonces extraordinarios datos de Islandia a una de las reuniones de Ciudades Europeas contra las Drogas. All¨ª, recuerda Sigf¨²sson, la gente les preguntaba c¨®mo lo consegu¨ªn.
La participaci¨®n en Juventud en Europa no se hace a iniciativa de los Gobiernos nacionales, sino que corresponde a las instancias municipales. El primer a?o acudieron ocho municipios. A d¨ªa de hoy participan 35 de 17 pa¨ªses, y comprenden desde zonas en las que interviene tan solo un pu?ado de escuelas, hasta Tarragona, en Espa?a, donde hay 4.200 adolescentes de 15 a?os involucrados. El m¨¦todo es siempre igual. J¨®n y su equipo hablan con las autoridades locales y dise?an un cuestionario con las mismas preguntas fundamentales que se utilizan en Islandia m¨¢s unas cuantas adaptadas al sitio concreto. Por ejemplo, ¨²ltimamente en algunos lugares se ha presentado un grave problema con las apuestas por Internet, y las autoridades locales quieren saber si est¨¢ relacionado con otros comportamientos de riesgo.
A los dos meses de que el cuestionario se devuelva a Islandia, el equipo ya manda un informe preliminar con los resultados, adem¨¢s de informaci¨®n compar¨¢ndolos con los de otras zonas participantes. ¡°Siempre decimos que, igual que la verdura, la informaci¨®n tiene que ser fresca¡±, bromea J¨®n. ¡°Si le entregas los resultados al cabo de un a?o, la gente te dir¨¢ que ha pasado mucho tiempo y que puede que las cosas hayan cambiado¡±. Adem¨¢s, tiene que ser local para que los centros de ense?anza, los padres y las autoridades puedan saber con exactitud qu¨¦ problemas existen en qu¨¦ zonas.
El equipo ha analizado 99.000 cuestionarios de sitios tan alejados entre s¨ª como las islas Feroe, Malta y Rumania, as¨ª como Corea del Sur y, muy recientemente, Nairobi y Guinea-Bissau. En l¨ªneas generales, los resultados muestran que, en lo que se refiere al consumo de sustancias t¨®xicas entre los adolescentes, los mismos factores de protecci¨®n y de riesgo identificados en Islandia son v¨¢lidos en todas partes. Hay algunas diferencias. En un lugar (un pa¨ªs ¡°del B¨¢ltico¡±), la participaci¨®n en deportes organizados result¨® ser un factor de riesgo. Una investigaci¨®n m¨¢s profunda revel¨® que la causa era que los clubs estaba dirigidos por j¨®venes exmilitares aficionados a las sustancias para aumentar la musculatura, as¨ª como a beber y a fumar. En este caso, pues, se trataba de un problema concreto, inmediato y local que hab¨ªa que resolver.
Aunque J¨®n y su equipo ofrecen asesoramiento e informaci¨®n sobre las iniciativas que han dado buenos resultados en Islandia, es cada comunidad la que decide qu¨¦ hacer a la luz de sus resultados. A veces no hacen nada. Un pa¨ªs predominantemente musulm¨¢n, que el investigador prefiere no identificar, rechaz¨® los datos porque revelaban un desagradable nivel de consumo de alcohol. En otras ciudades ¨Ccomo en la que dio lugar a la ¡°llamada de crisis¡± de J¨®n¨C est¨¢n abiertos a los datos y tienen dinero, pero Sigf¨²sson ha observado que puede ser mucho m¨¢s dif¨ªcil asegurarse y mantener la financiaci¨®n para las estrategias de prevenci¨®n sanitaria que para los tratamientos.
Ning¨²n otro pa¨ªs ha hecho cambios de tan amplio alcance como Islandia. A la pregunta de si alguno ha seguido el ejemplo de la legislaci¨®n para impedir que los adolescentes salgan de noche, J¨®n sonr¨ªe: ¡°Hasta Suecia se r¨ªe y lo llama toque de queda infantil¡±.
A lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os, las tasas de consumo de alcohol y drogas entre los adolescentes han mejorado en t¨¦rminos generales, aunque en ning¨²n sitio tan radicalmente como en Islandia, y las causas de los avances no siempre tienen que ver con las estrategias de fomento del bienestar de los j¨®venes. En el Reino Unido, por ejemplo, el hecho de que pasen m¨¢s tiempo en casa relacion¨¢ndose por Internet en vez de cara a cara podr¨ªa ser uno de los principales motivos de la disminuci¨®n del consumo de alcohol.
¡°Es el estudio m¨¢s extraordinariamente intenso y profundo sobre el estr¨¦s en la vida de los adolescentes que he visto nunca¡±
Sin embargo, Kaunas, en Lituania, es un ejemplo de lo que se puede conseguir por medio de la intervenci¨®n activa. Desde 2006, la ciudad ha distribuido los cuestionarios en cinco ocasiones, y las escuelas, los padres, las organizaciones sanitarias, las iglesias, la polic¨ªa y los servicios sociales han aunado esfuerzos para intentar mejorar la calidad de vida de los chicos y frenar el consumo de sustancias t¨®xicas. Por ejemplo, los padres reciben entre ocho y nueve sesiones gratuitas de orientaci¨®n parental al a?o, y un programa nuevo facilita financiaci¨®n adicional a las instituciones p¨²blicas y a las ONG que trabajan en la mejora de la salud mental y la gesti¨®n del estr¨¦s. En 2015, la ciudad empez¨® a ofrecer actividades deportivas gratuitas los lunes, mi¨¦rcoles y viernes, y planea poner en marcha un servicio de transporte tambi¨¦n gratuito para las familias con bajos ingresos con el fin de contribuir a que los ni?os que no viven cerca de las instalaciones puedan acudir.
Entre 2006 y 2014, el n¨²mero de j¨®venes de Kaunas de entre 15 y 16 a?os que declararon que se hab¨ªan emborrachado en los 30 d¨ªas anteriores descendi¨® alrededor de una cuarta parte, y el de los que fumaban a diario lo hizo en m¨¢s de un 30%.
Por ahora, la participaci¨®n en Juventud en Europa no es sistem¨¢tica, y el equipo de Islandia es peque?o. A J¨®n le gustar¨ªa que existiese un organismo centralizado con sus propios fondos espec¨ªficos para centrarse en la expansi¨®n de la iniciativa. ¡°Aunque llevemos 10 a?os dedicados a ello, no es nuestra ocupaci¨®n principal a tiempo completo. Nos gustar¨ªa que alguien lo imitase y lo mantuviese en toda Europa¡±, afirma. ¡°?Y por qu¨¦ quedarnos en Europa?¡±.
El valor del deporte
Despu¨¦s de nuestro paseo por el parque Laugardalur, Gudberg J¨®nsson nos invita a volver a su casa. Fuera, en el jard¨ªn, sus dos hijos mayores ¨CJ¨®n Konr¨¢d, de 21 a?os, y Birgir ?sar, de 15¨C, me hablan del alcohol y el tabaco. J¨®n bebe alcohol, pero Birigr dice que no conoce a nadie en su instituto que beba ni fume. Tambi¨¦n hablamos de los entrenamientos de f¨²tbol. Birgir se entrena cinco o seis veces por semana; J¨®n, que estudia el primer curso de un grado en administraci¨®n de empresas en la Universidad de Islandia, practica cinco veces. Los dos empezaron a jugar al f¨²tbol como actividad extraescolar cuando ten¨ªan seis a?os.
¡°Tenemos muchos instrumentos en casa¡±, me cuenta luego su padre. ¡°Hemos intentado que se aficionen a la m¨²sica. Antes ten¨ªamos un caballo. A mi mujer le encanta montar, pero no funcion¨®. Al final, eligieron el f¨²tbol¡±.
?Alguna vez les pareci¨® que era demasiado? ?Hubo que presionarlos para que entrenasen cuando habr¨ªan preferido hacer otra cosa? ¡°No, nos divert¨ªa jugar al f¨²tbol¡±, responde Birgir. J¨®n a?ade: ¡°Lo probamos y nos acostumbramos, as¨ª que seguimos haci¨¦ndolo¡±.
Y esto no es lo ¨²nico. Si bien Gudberg y su mujer Th¨®runn no planifican conscientemente un determinado n¨²mero de horas semanales con sus tres hijos, intentan llevarlos con regularidad al cine, al teatro, a un restaurante, a hacer senderismo, a pescar y, cada septiembre, cuando en Islandia las ovejas bajan de las tierras altas, hasta a excursiones de pastoreo en familia.
Puede que J¨®n y Birgir sean m¨¢s aficionados al f¨²tbol de lo normal, y tambi¨¦n que tengan m¨¢s talento (a J¨®n le han ofrecido una beca de f¨²tbol para la Universidad Metropolitana del Estado de Denver, y pocas semanas despu¨¦s de nuestro encuentro, eligieron a Birgir para jugar en la selecci¨®n nacional sub-17), pero, ?podr¨ªa ser que un aumento significativo del porcentaje de chavales que participan en actividades deportivas organizadas cuatro veces por semana o m¨¢s tuviese otras ventajas, adem¨¢s de que los chicos crezcan m¨¢s sanos?
?Puede que tenga que ver, por ejemplo, con la aplastante derrota de Inglaterra por parte de Islandia en la Eurocopa de 2016? Cuando le preguntamos, Inga D¨®ra Sigf¨²sd¨®ttir, que fue votada Mujer del A?o de Islandia 2016, responde con una sonrisa: ¡°Tambi¨¦n est¨¢n los ¨¦xitos en la m¨²sica, como Of Monsters and Men [un grupo independiente de folk-pop de Reikiavik]. Son gente joven a la se ha animado a hacer actividades organizadas. Algunas personas me han dado las gracias¡±, reconoce con un gui?o.
En los dem¨¢s pa¨ªses, las ciudades que se han unido a Juventud en Europa informan de otros resultados beneficiosos. Por ejemplo, en Bucarest, la tasa de suicidios de adolescentes ha descendido junto con el consumo de drogas y alcohol. En Kaunas, el n¨²mero de menores que cometen delitos se redujo en un tercio entre 2014 y 2015.
Como se?ala Inga D¨®ra, ¡°los estudios nos ense?aron que ten¨ªamos que crear unas circunstancias en las cuales los menores de edad pudiesen llevar una vida saludable y no necesitasen consumir drogas porque la vida es divertida, los chicos tienen muchas cosas que hacer y cuentan con el apoyo de unos padres que pasan tiempo con ellos¡±.
En definitiva, los mensajes ¨Caunque no necesariamente los m¨¦todos¨C son sencillos. Y cuando ve los resultados, Harvey Milkman piensa en Estados Unidos, su pa¨ªs. ?Funcionar¨ªa all¨ª tambi¨¦n el modelo Juventud en Islandia?
?Y Estados Unidos?
Son 325 millones de habitantes frente a 330.000. Hay 33.000 bandas en vez de pr¨¢cticamente ninguna. Alrededor de 1,3 millones de j¨®venes sin techo frente a un pu?ado.
Est¨¢ claro que en Estados Unidos hay dificultades que en Islandia no existen, pero los datos de otras partes de Europa, incluidas ciudades como Bucarest, con graves problemas sociales y una pobreza relativa, muestran que el modelo island¨¦s puede funcionar en culturas muy diferentes, sostiene Milkman. Y en Estados Unidos se necesita con urgencia. El consumo de alcohol en menores de edad representa el 11% del total consumido en el pa¨ªs, y los excesos con el alcohol provocan m¨¢s de 4.300 muertes anuales entre los menores de 21 a?os.
Sin embargo, es dif¨ªcil que en el pa¨ªs se ponga en marcha un programa nacional en la l¨ªnea de Juventud en Islandia. Uno de los principales obst¨¢culos es que, mientras que en este ¨²ltimo existe un compromiso a largo plazo con el proyecto nacional, en Estados Unidos los programas de salud comunitarios suelen financiarse con subvenciones de corta duraci¨®n.
Milkman ha aprendido por propia experiencia que aun cuando reciben el reconocimiento general, los mejores programas para j¨®venes no siempre se ampl¨ªan, o como m¨ªnimo, se mantienen. ¡°Con el Proyecto Autodescubrimiento parec¨ªa que ten¨ªamos el mejor programa del mundo¡±, recuerda. ¡°Me invitaron dos veces a la Casa Blanca; el proyecto gan¨® premios nacionales. Pensaba que lo reproducir¨ªan en todos los pueblos y ciudades, pero no fue as¨ª¡±.
Cree que la raz¨®n es que no se puede recetar un modelo gen¨¦rico a todas las comunidades porque no todas tienen los mismos recursos. Cualquier iniciativa dirigida a dar a los adolescentes estadounidenses las mismas oportunidades de participar en la clase de actividades habituales en Islandia y ayudarlos as¨ª a apartarse del alcohol y otras drogas, tendr¨¢ que basarse en lo que ya existe. ¡°Dependes de los recursos de la comunidad¡±, reconoce.
Su compa?ero ?lfgeir Kristj¨¢nsson est¨¢ introduciendo las ideas islandesas en Virginia Occidental. Algunos colegios e institutos del Estado ya est¨¢n repartiendo encuestas a los alumnos, y un coordinador comunitario ayudar¨¢ a informar de los resultados a los padres y a cualquiera que pueda emplearlos para ayudar a los chicos. No obstante, admite que probablemente ser¨¢ dif¨ªcil obtener los mismos resultados que en Islandia.
Se reforzaron los v¨ªnculos entre los padres y los centros de ense?anza mediante organizaciones de madres y padres que se deb¨ªan crear por ley en todos los centros junto con consejos escolares con representaci¨®n de los padres. Se inst¨® a estos ¨²ltimos a asistir a las charlas sobre la importancia de pasar mucho tiempo con sus hijos en lugar de dedicarles ¡°tiempo de calidad¡± espor¨¢dicamente
La visi¨®n a corto plazo tambi¨¦n es un obst¨¢culo para la eficacia de las estrategias de prevenci¨®n en el Reino Unido, advierte Michael O¡¯Toole, director ejecutivo de Mentor, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro dedicada a reducir el consumo de drogas y alcohol entre los ni?os y los j¨®venes. Aqu¨ª tampoco existe un programa de prevenci¨®n del alcoholismo y la toxicoman¨ªa coordinado a escala nacional. En general, el asunto se deja en manos de las autoridades locales o de los centros de ense?anza, lo cual suele suponer que a los chicos solamente se les da informaci¨®n sobre los peligros de las drogas y el alcohol, una estrategia que O¡¯Toole coincide en reconocer que est¨¢ demostrado que no funciona.
El director de Mentor es un firme defensor del protagonismo que el modelo island¨¦s concede a la cooperaci¨®n entre los padres, las escuelas y la comunidad para ayudar a dar apoyo a los adolescentes, y a la implicaci¨®n de los padres o los tutores en la vida de los j¨®venes. Mejorar la atenci¨®n podr¨ªa ser de ayuda en muchos sentidos, insiste. Incluso cuando se trata solamente del alcohol y el tabaco, abundan los datos que demuestran que, cuanto mayor sea el ni?o cuando empiece a beber o a fumar, mejor ser¨¢ su salud a lo largo de su vida.
Pero en el Reino Unido no todas las estrategias son aceptables. Los ¡°toques de queda¡± infantiles es una de ellas, y las rondas de los padres por la vecindad para identificar a chavales que no cumplen las normas, seguramente otra. Asimismo, una prueba experimental llevada a cabo en Brighton por Mentor, que inclu¨ªa invitar a los padres a asistir a talleres en los colegios, descubri¨® que era dif¨ªcil lograr que participasen.
El recelo de la gente y la renuencia a comprometerse ser¨¢n dificultades all¨¢ donde se proponga el m¨¦todo island¨¦s, opina Milkman, y dan de lleno en la cuesti¨®n del reparto de la responsabilidad entre los Estados y los ciudadanos. ¡°?Cu¨¢nto control quieres que tenga el Gobierno sobre lo que pasa con tus hijos? ?Es excesivo que se inmiscuya en c¨®mo vive la gente?¡±.
En Islandia, la relaci¨®n entre la ciudadan¨ªa y el Estado ha permitido que un eficaz programa nacional reduzca las tasas de abuso del tabaco y el alcohol entre los adolescentes y, de paso, ha unido m¨¢s a las familias y ha contribuido a que los j¨®venes sean m¨¢s sanos en todos los sentidos. ?Es que ning¨²n otro pa¨ªs va a decidir que estos beneficios bien merecen sus costes?
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s por Mosaic Science
Autora: Emma Young
Editor: Michael Regnier
Verificaci¨®n de hechos: Lowri Daniels
Corrector: Tom Freeman
Fotograf¨ªa: Dave Imms
Director de arte: Charlie Hall
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