Gil Parrondo, el legado de una leyenda del cine
EL DESPACHO SIGUE tal y como ¨¦l lo dej¨®. Solo faltan los rotuladores y bol¨ªgrafos, que han acabado en manos de sus nietas. Todo est¨¢ como si Gil Parrondo hubiera salido a dar uno de sus habituales paseos por Madrid y no hubiera fallecido la pasada Nochebuena, a los 95 a?os.
La estancia es peque?a. La envolvente estanter¨ªa de madera ¡ªun mueble que rodea al visitante y que solo deja dos respiros, el de la puerta y el de la ventana a una enorme plaza del barrio de Arg¨¹elles¡ª rebosa de archivos y libros de trabajo escrupulosamente ordenados. En el centro del despacho hay una inmensa l¨¢mpara de la que cuelga ¡ªo asciende, seg¨²n se mire¡ª una planta, otra de las pasiones de Parrondo. En las baldas, los nombres de las carpetas sobrecogen a cualquier cin¨¦filo: Orgullo y pasi¨®n, Viajes con mi t¨ªa, La ca¨ªda del Imperio Romano, Patton, Doctor Zhivago, Lawrence de Arabia¡ All¨ª se archiva toda la documentaci¨®n que us¨® para la escenograf¨ªa de aquellos cl¨¢sicos. Los cajones custodian sus dibujos de monjitas, que realizaba como divertimento sobre cualquier papel que cayera en sus manos, esbozos, notas¡ Como los dise?os para 33 d¨ªas, la pel¨ªcula sobre la creaci¨®n y ejecuci¨®n del Guernica, que tendr¨ªa a Carlos Saura como director y a Antonio Banderas como actor protagonista encarnando a Pablo Picasso. Parrondo dej¨® perfectamente ejecutados los decorados para cada secuencia. Solo a la espera de que se pueda rodar alg¨²n d¨ªa.
En apenas 12 metros cuadrados caben 70 a?os de carrera y de historia del cine. Curiosear por esta habitaci¨®n es asomarse al mundo y al coraz¨®n del primer espa?ol que gan¨® dos estatuillas de Hollywood. Las logr¨® quiz¨¢ demasiado pronto, cuando el premio no levantaba la algarab¨ªa medi¨¢tica que provoca hoy. Los dos oscars en 1970 y 1971 ¡ªpor Patton y Nicol¨¢s y Alejandra, ambas dirigidas por Franklin J. Schaffner¡ª y los cuatro goyas ¡ªtodos por pel¨ªculas de Jos¨¦ Luis Garci¡ª descansan tras una puerta, en el sal¨®n familiar, junto con los diplomas correspondientes a estos y otros premios. Nunca le importaron mucho los galardones, aunque a su familia s¨ª le doli¨® que no apareciera su rostro en el ¨²ltimo In Memoriam de los Oscar. Preguntada por esta ausencia, la Academia de Hollywood responde que s¨ª se ve su rostro en la versi¨®n larga del v¨ªdeo. ¡°Por desgracia, tenemos restricciones de tiempo en la retransmisi¨®n televisiva y no podemos incluirlos a todos. Gil aparece en la versi¨®n que mostramos online¡±. Poco resulta para alguien a quien el director de cine estadounidense Richard Lester, con el que colabor¨® en tres ocasiones, define as¨ª: ¡°Irreemplazable, inolvidable, el hombre que con unas sogas viejas y una caja de linternas de barco recreaba un gale¨®n del siglo XVII¡±.
Gil Parrondo se curti¨® en el cine de la posguerra espa?ola. Escal¨® posiciones hasta la jefatura de equipo de departamentos art¨ªsticos. ?l odiaba esa expresi¨®n. Prefer¨ªa la de decorador, y as¨ª se refer¨ªa a s¨ª mismo. La fama le lleg¨® con el desembarco de estadounidenses en Espa?a durante los a?os cincuenta, sesenta y setenta. Sab¨ªa ingl¨¦s, era muy bueno en su trabajo, conoc¨ªa cada rinc¨®n utilizable para rodar una pel¨ªcula y sab¨ªa simular cualquier escenario posible. En su despacho todav¨ªa hay carpetas con r¨®tulos como ¡°castillos¡±, ¡°balnearios¡± o ¡°conventos¡±, repletas de fotograf¨ªas de tales edificaciones, y una colecci¨®n de libros que desmenuza cada paisaje y arquitectura local provincia a provincia. Espa?a no tuvo secretos para ¨¦l.
Lleg¨® al cine por pasi¨®n. Nacido como Manuel Gil Parrondo en Luarca (Asturias) en 1921, su familia se traslad¨® a Madrid cuando ¨¦l ten¨ªa ocho a?os. Su adolescencia durante la Guerra Civil fue una ¨¦poca en la que alimentar su pulsi¨®n por el cine. De aquellas vivencias quedan rastros en su oficina, como cuatro fotos de las que denominaba ¡°mis chicas¡±: Rita Hayworth, Marlene Dietrich, Jean Harlow y Greta Garbo. Aquel descubrimiento de la vida lo recoge Fernando Fern¨¢n G¨®mez en Las bicicletas son para el verano (1984). De ah¨ª la alegr¨ªa de Gil Parrondo cuando Jaime Ch¨¢varri le llam¨® para su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica. El espigado chaval protagonista, recuerda Ch¨¢varri, ¡°era tambi¨¦n Gil¡±. ¡°En Las bicicletas llen¨® la pel¨ªcula de peque?os detalles que ¨¦l recordaba de su adolescencia¡±, cuenta Ch¨¢varri. ¡°Durante toda su vida fue un miniaturista, un dibujante maravilloso, y adem¨¢s estaba presente en el rodaje mejorando, ayudando. Como persona, era un encanto. Parece mentira que alguien tan bueno llegara tan lejos¡±. El director trabaj¨® adem¨¢s con ¨¦l en Bearn o la sala de las mu?ecas (1983). ¡°El trabajo m¨¢s bonito y en el que m¨¢s disfrutamos¡±, recuerda Yvonne Blake, dise?adora de vestuario.
Blake, actual presidenta de la Academia de Cine Espa?ol, conoci¨® a Parrondo en los a?os sesenta, cuando coincidieron en Duffy, el ¨²nico, el primer rodaje de ella en Espa?a. ¡°Era un hombre muy educado y un mapa andante de este pa¨ªs. Nos tuvimos mucho cari?o, me ayud¨® much¨ªsimo con todo tipo de documentaci¨®n para cada trabajo que hicimos juntos¡±. Blake gan¨® tambi¨¦n un Oscar en su categor¨ªa por Nicol¨¢s y Alejandra (1971). Para ella es el trabajo m¨¢s complejo de su carrera. ¡°Gil nunca rechazaba encargos. En su mesa siempre hab¨ªa pel¨ªculas por empezar¡±.
?Por qu¨¦ nunca dio el salto definitivo a Hollywood? Blake cree por su familia. ¡°No la ve¨ªa durante meses entre rodajes y localizaciones. Y luego quer¨ªa pasar mucho tiempo con ellos, cuidarlos¡±. Jaime Ch¨¢varri apunta en el mismo sentido. ¡°Sus mejores armas fueron su dominio de la geograf¨ªa espa?ola y su habilidad como constructor, capaz de reutilizar decorados sin que ni el director se percatara¡±, cuenta el cineasta. ¡°En Hollywood le hubiera valido su talento como decorador, pero era muy madrile?o. Le ataban mucho su vida familiar y sus amigos en Madrid. Disfrutaba demasiado de los paseos por la capital¡±. Otro de sus mejores colaboradores y amigos era Juli¨¢n Mateos, en cuyo almac¨¦n de la calle del Olmo ¡ªuna inmensa cueva de Al¨ª Bab¨¢¡ª sol¨ªa encontrar todos los muebles y objetos que necesitaba. Sus amigos recuerdan a Mateos y Parrondo juntos, matizando con detalles los decorados, a la b¨²squeda de la recreaci¨®n perfecta.
Parrondo conoci¨® muchas caras de Madrid. Durante los tres a?os de la Guerra Civil, los de su adolescencia, estudi¨® pintura y arquitectura en la Real Academia de San Fernando. Pero su pasi¨®n por el cine recondujo sus pasos. Empez¨® como ayudante de decorador en pel¨ªculas de Flori¨¢n Rey, uno de los grandes de la ¨¦poca, apadrinado por Sigfrido Burmann, quien le ense?¨® el oficio. En 1953 debut¨® como jefe de equipo (responsable de la direcci¨®n art¨ªstica) con Jerom¨ªn, de Luis Lucia. Dos a?os m¨¢s tarde ya trabajaba en pel¨ªculas de los cinco estudios que hab¨ªa entonces en Madrid y compatibilizaba t¨ªtulos como la obra maestra Los peces rojos, de Jos¨¦ Antonio Nieves Conde, con la extra?a joya de Orson Welles Mister Arkadin. Cuando desembarc¨® en Madrid el productor estadounidense Samuel Bronston, empez¨® a colaborar en superproducciones. Durante seis a?os de trabajos mastod¨®nticos, con t¨ªtulos como Alejandro Magno, Orgullo y pasi¨®n o El Cid, Parrondo luci¨® sus mejores armas, recomendando las localizaciones adecuadas para cada secuencia y levantando decorados sorprendentes.
La colaboraci¨®n con David Lean lleg¨® con Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965): Gil Parrondo fue el responsable directo de la recreaci¨®n de Mosc¨² cerca de la madrile?a calle de Arturo Soria. Hubiera sido su tercer Oscar, pero su nombre no aparece en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de ambos filmes, en los que John Box encabezaba la direcci¨®n art¨ªstica. ¡°Yo rod¨¦ siete veces en Espa?a, pero descubr¨ª tarde a Gil¡±, rememora el realizador Richard Lester. ¡°Cuando el dinero estaba a punto de acabarse o un dise?ador ingl¨¦s entraba en crisis, ¨¦l se pon¨ªa al mando y con unas calles de C¨¢diz y Jerez recreaba La Habana en 1959, o lograba que film¨¢ramos Robin y Marian en solo seis semanas en el norte de Espa?a gracias a su conocimiento enciclop¨¦dico de su pa¨ªs. Y si no hab¨ªa soluci¨®n, al menos nos re¨ªamos de la locura de la profesi¨®n que tanto am¨¢bamos¡±.
Entre tantas pel¨ªculas, comenta su hija Ima, Parrondo disfrut¨® especialmente de una: Viajes con mi t¨ªa (1972), su tercera candidatura al Oscar. ¡°Porque trabaj¨® junto a uno de sus ¨ªdolos, George Cukor, un director del que lo hab¨ªa visto todo en el cine en los a?os treinta y cuarenta¡±. De su padre, la hija apunta: ¡°Se defin¨ªa como un hombre que sacaba provecho a lo que le tocaba en la vida. No fue un padre muy presente f¨ªsicamente. No hac¨ªa actividades con nosotros, como ahora es habitual, y nunca tuvo vacaciones. Nosotros nos ¨ªbamos de veraneo y ¨¦l se acercaba los fines de semana. Para pap¨¢, sus vacaciones eran localizar, viajar por Espa?a dibujando y solucionando los problemas del guion para el que le hab¨ªan contratado. En cambio, nos ha dejado marcas indelebles a todos. Yo ordeno los armarios por colores, como ¨¦l me instruy¨®. Y me ayud¨® a estudiar microbiolog¨ªa pidi¨¦ndome que le recitara la lecci¨®n. Nos ense?¨® a leer, a mirar y a ver cine¡±. Ima habla de una infancia distinta. ¡°No ten¨ªamos coche, por ejemplo, porque mi padre no conduc¨ªa, usaba ch¨®feres para ir a localizar. Pero llegaba y nos recitaba poes¨ªa. No ¨ªbamos juntos al cine; en cambio, luego charl¨¢bamos de las pel¨ªculas y te preguntaba: ¡®?Funciona o no funciona?¡¯, su duda fundamental. Ve¨ªamos las de los Oscar y los Goya para contrastar y votar¡±. Cuando sus hijos eran peque?os, nunca les habl¨® de su trabajo. ¡°De mayor empec¨¦ a sentarme a su lado y, gin-tonic mediante, le ped¨ªa que me contara historias. Ah¨ª s¨ª ya supe m¨¢s. Solo mi madre compart¨ªa sus dos mundos, el profesional y el personal¡±.
La hija guarda una lista que el padre le dio con una enumeraci¨®n que ¨¦l llamaba ¡°pel¨ªculas del silencio¡±: ¡°Eran aquellas que le hac¨ªan quedar en silencio, emocionado, despu¨¦s de verlas¡±. Entre las 11 espa?olas aparecen La caza, Viridiana, Los santos inocentes, El esp¨ªritu de la colmena, Todo sobre mi madre, Tesis o la m¨¢s reciente Vivir es f¨¢cil con los ojos cerrados. Entre las siete europeas, Fresas salvajes, La huella y El gatopardo. Cuando estaba triste se pon¨ªa Gilda, Cantando bajo la lluvia o Casablanca. Le alegraban el alma.
Parrondo no fue a ninguna de las dos ceremonias de los Oscar en los que estaba nominado. Siempre estaba trabajando. Ima evoca el momento en el que su padre supo que hab¨ªa ganado su primera estatuilla, por Patton. Estaba rodando una pel¨ªcula en la Costa Brava cuando le llam¨® Gabi, su esposa, a las cuatro de la madrugada para anunciarle el premio. ¡°Le hab¨ªa telefoneado una amiga desde Nueva York. ?l se desvel¨® y se fue a pasear a la playa, llorando. Durante a?os, el dicho habitual de los rodajes espa?oles era: ¡®No trabajes tanto que no es para un Oscar, y de repente ¨¦l lo ten¨ªa¡±. Y nunca entendi¨® la noci¨®n de jubilaci¨®n. ¡°Tampoco cobr¨® jam¨¢s el paro, aunque hubo temporadas sin pel¨ªculas. Dec¨ªa que aquella ayuda era para quienes no ten¨ªan dinero, los que de verdad lo necesitaban¡±.
De ese par¨¦ntesis laboral le rescat¨® Jos¨¦ Luis Garci. ¡°Yo admiraba su trabajo y le conoc¨ª en el Liceo Franc¨¦s en 1980, en la comuni¨®n de mi hija mayor y de su hija menor¡±, dice el director. Al a?o siguiente le llam¨® para Volver a empezar, y as¨ª comenz¨® su colaboraci¨®n, que dio como frutos una decena de pel¨ªculas, una profunda amistad y cuatro goyas. ¡°Era un dibujante prodigioso¡±, cuenta Garci. ¡°En persona fue muy british en su humor c¨¢ustico, su modestia, su vestimenta y su educaci¨®n. Fue cin¨¦filo antes de que existiera la cinefilia. Y nunca renunci¨® a su ni?o interior ni a su pasado asturiano¡±.
A¨²n queda Parrondo por ver. El 20 de octubre se estrena La piel fr¨ªa, un thriller de ciencia-ficci¨®n que se desarrolla tras la Primera Guerra Mundial y supone su ¨²ltimo dise?o de producci¨®n. Algunos bocetos de esta pel¨ªcula asoman en un caj¨®n de su despacho. En otro aparecen las cartas de la Academia de Hollywood y un albar¨¢n expedido por las l¨ªneas a¨¦reas TWA con Gil Parrondo como destinatario. Con fecha del 6 de mayo de 1971 registra la llegada al aeropuerto de Barajas en el vuelo 904 de una mercanc¨ªa remitida desde Los ?ngeles con un peso de 15 libras. Descripci¨®n: ¡°Oscar statuette¡±. Con el papel en la mano, Ima dice: ¡°Para ¨¦l, el cine era so?ar. Y consigui¨® ser parte de esa f¨¢brica de sue?os¡±.
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