La extraordinaria historia de las partes ¨ªntimas de Napole¨®n
El conquistador franc¨¦s solo lleg¨® a Egipto, pero su pene se abri¨® camino hasta Nueva Jersey (y all¨ª sigue). Esta es la cr¨®nica de ese viaje
Hace diez a?os falleci¨® un hombre llamado John K. Lattimer, eminencia de la urolog¨ªa, profesor de la Universidad de Columbia y coleccionista de curiosidades como la?c¨¢psula de cianuro que mat¨® al l¨ªder nazi Hermann G?ring, el collar ensangrentado de Abraham Lincoln y, al parecer, el pene de Napole¨®n. Si el pene del conquistador franc¨¦s no sigue pegado a su due?o original es porque, seg¨²n los estudios, habr¨ªa sido cortado por el doctor de Napole¨®n durante su autopsia en 1821 y entregado a un cura de C¨®rcega.
A partir de aqu¨ª el destino del pene se vuelve un poco m¨¢s difuso. Si hacemos caso al Washington Post,?viaj¨® de manos de la familia del cura italiano a un librero de Londres en 1916. Despu¨¦s, seg¨²n el New York Times, lleg¨® a la casa de un colector de Filadelfia llamado A.S.W. Rosenbach. ?l lo expuso en el Museum of French Art en Nueva York en 1927, donde un periodista de la revista Time?tuvo oportunidad de verlo y lo describi¨® de una de las maneras m¨¢s llamativas de la historia del periodismo: "Los sentimentaloides sollozaron, las mujeres superficiales rieron, se?alaron. En una vitrina de cristal vieron algo que parec¨ªa una tira maltratada de cordones de zapatos o una anguila arrugada".
Este objeto, que nadie ten¨ªa claro si era o no realmente el pene de Napole¨®n, lleg¨® en 1977 a manos de John J. Lattimer, eminencia de la urolog¨ªa y fallecido en 2007. Y all¨ª ha permanecido, en su casa situada en Nueva Jersey. Hoy en d¨ªa la fascinaci¨®n que el pene de Napole¨®n causa entre los historiadores es tan grande que uno de ellos se ha convertido en su especie de bi¨®grafo oficial. Tony Perrottet?public¨® en 2006 Napoleon's Privates: 2.500 Years of History Unzipped ("Las partes privadas de Napole¨®n: 2.500 a?os de historia al descubierto"). En 2014, un documental de la cadena brit¨¢nica Channel 4 envi¨® a Perrottet a la casa de la hija de John J. Lattimer en las afueras de Nueva York. Evan Lattimer, una mujer de aspecto elegante, cuidado peinado carr¨¦ y con ning¨²n aspecto sospechoso de guardar el pene cercenado de un conquistador en el s¨®tano, se sent¨® con ¨¦l para responder a la pregunta que todo el mundo se hac¨ªa:
¨C?Es, definitivamente, un pene?
¨CNo hay duda de eso ¨Cresponde Lattimer¨C. Las estructuras internas son perfectas.
Unos minutos despu¨¦s, Lattimer conduce a Perrottet al s¨®tano, desempaqueta (unas cinco veces) una caja negra con una N sobreimpresa y se la entrega.
¨CLa caja de mis sue?os ¨Ccomenta ¨¦l¨C. ?Es m¨¢s pesada de lo que cre¨ªa!
El comentario viene a cuento porque el tama?o del pene de Napole¨®n ha sido durante d¨¦cadas una especie de chiste privado entre historiadores, al igual que su supuestamente baja estatura (en a?os recientes rebatida por especialistas: 168 cent¨ªmetros era, para su ¨¦poca, una media superior a lo que med¨ªan los ingleses). En todo caso, ha dado lugar a un t¨¦rmino coloquial para definir la supuesta mala leche que caracteriza a algunos hombres bajitos y con la que intentan igualarse a hombres m¨¢s altos (el complejo de Napole¨®n, que no tiene apoyos cient¨ªficos) y titulares como el de la versi¨®n brit¨¢nica del Huffpost: "El emperador franc¨¦s Napole¨®n Bonaparte ten¨ªa un pene de 3,80 cent¨ªmetros".
La revelaci¨®n vino de otro documental en la televisi¨®n brit¨¢nica ¨Cqu¨¦ obsesi¨®n con los penes franceses¨C llamado Dead Famous DNA ("ADN de famosos muertos"), en el que el presentador Mark Evans investigaba si los restos de celebridades como Lennon, Hitler o Elvis nos pod¨ªan decir algo sobre ellos. Durante el documental, Evans afirm¨®: "He visto un mont¨®n de penes, desde el de un chihuahua a esperma de ballena. ?Este est¨¢ tan marchito!".
El pene de Napole¨®n sigue en un s¨®tano de Nueva Jersey en la actualidad. Evan Lattimer ha rechazado, seg¨²n Time, al menos una oferta de 85.000 euros por ¨¦l. Mientras lees estas l¨ªneas, es posible que los grandes l¨ªderes mundiales est¨¦n pensando seriamente en c¨®mo asegurarse de que sus penes son enterrados con ellos y no emprenden carrera en solitario (el caso de John Wayne Bobbit revivi¨® este terror at¨¢vico en 1993). ?Pero qu¨¦ otro l¨ªder contempor¨¢neo ha provocado decenas de art¨ªculos sobre el tama?o de su miembro??Donald Trump, estamos pensando en ti.?
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