Dos h¨¦roes de la retirada
Su¨¢rez y Carrillo traicionaron su biograf¨ªa para hacer posible la Transici¨®n
Un diplom¨¢tico ingl¨¦s me cont¨® hace meses un chiste, hablando, por cierto, de Israel y Palestina. Un irland¨¦s que se encuentra perdido en medio de la campi?a inglesa se encuentra con un hombre y le pregunta: ¡°?C¨®mo llego a Dubl¨ªn?¡±. A lo que el ingl¨¦s contesta: ¡°Yo no empezar¨ªa desde aqu¨ª¡±.
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En Catalu?a tambi¨¦n nos gustar¨ªa no empezar desde aqu¨ª, pero la realidad no tiene remedio. No es el momento de enumerar los fracasos de los ¨²ltimos 35 a?os, sino de evitar los de las pr¨®ximas d¨¦cadas. Y ¡°aqu¨ª¡±, a estas horas, se ubica en medio de una espiral fuera de control, por tanto, lo primero que hay que hacer es salir de ella, en vez de seguir esperando acciones y reacciones mutuas.
La pol¨ªtica se est¨¢ haciendo en la calle y, por tanto, a la crisis pol¨ªtica se suma una de orden p¨²blico. Urge devolver la pol¨ªtica a las instituciones, algo que s¨®lo pueden hacer quienes han azuzado a la gente a manifestarse, hacer huelgas, escraches, acosos p¨²blicos, etc¨¦tera. Se dir¨¢ que es muy dif¨ªcil, s¨ª, pero no imposible. Necesitamos un ¡°h¨¦roe de la retirada¡±, como lo llam¨® Enzensberger: alguien con credibilidad entre los independentistas, pedigr¨ª catalanista, tal vez cercano al n¨²cleo de poder actual de la Generalitat, a ser posible de izquierdas, y dispuesto a traicionar su biograf¨ªa y ser insultado mucho tiempo. Admito que la perspectiva no es muy apetecible, pero no perdamos de vista a los dos grandes traidores que hicieron posible la Transici¨®n: Su¨¢rez, que fue secretario general del Movimiento y desmantel¨® el r¨¦gimen para crear el andamiaje de una democracia; y Carrillo, que con su biograf¨ªa de comunista exiliado acept¨® la monarqu¨ªa y puso la bandera espa?ola sobre la mesa del comit¨¦ central.
La tensi¨®n en la calle va en aumento: esto significa que las desavenencias que hasta hace unos meses eran pol¨ªticas e institucionales, est¨¢n adquiriendo ribetes de conflicto social. Esto dificulta enormemente el di¨¢logo pues estimula a los dogm¨¢ticos y disuelve los matices, m¨¢s a¨²n. Con todo, lo peor se ve en forma de lamentos dram¨¢ticos, como el de Isabel Coixet, u otros m¨¢s silenciosos, los de esos amigos catalanes que en estos d¨ªas nos cuentan sus planes para abandonar Catalu?a. Hay que evitar a toda costa ahondar en estas heridas, porque los pol¨ªticos son profesionales, est¨¢n entrenados para no tomarse las discrepancias, el odio o los insultos como algo personal, lo digo por experiencia propia. Sin embargo, la gente de a pie, no. Un problema pol¨ªtico se resuelve y permite pasar a otra cosa: un conflicto social agudo pervive durante a?os, d¨¦cadas o generaciones.
La pol¨ªtica se est¨¢ haciendo en la calle y, por tanto, a la crisis pol¨ªtica se suma una de orden p¨²blico
El mundo nos est¨¢ mirando, no s¨®lo porque todo conflicto tiene su p¨²blico en la civilizaci¨®n del espect¨¢culo, sino porque los cambios de fronteras en Europa han sido traum¨¢ticos. En un momento en que el auge del nacionalismo y el populismo se alimenta desde fuera para debilitar a la Uni¨®n Europea, goza de una l¨®gica impecable buscar un estallido pol¨ªtico en uno de los pa¨ªses m¨¢s grandes de la Uni¨®n Europea. Es mucho lo que se juega en Catalu?a, no solo para Espa?a, sino para los valores occidentales y las democracias liberales. En plena ola de nacionalismo y populismo mundial, nadie simpatiza f¨¢cilmente con eso que los ingleses llaman mob rule, Gobierno de la muchedumbre. Si algo se ha hecho bien estos d¨ªas es aprovechar el debate en el Parlamento Europeo para visibilizar el apoyo de nuestros socios a la democracia espa?ola y el Estado de derecho.
Por ¨²ltimo, necesitamos otro h¨¦roe de la retirada en el Gobierno de Espa?a y sus aleda?os: un indudable defensor de la unidad de Espa?a, el Estado de derecho y la Constituci¨®n, a ser posible de derechas, que est¨¦ tambi¨¦n dispuesto a ser insultado y sentarse a dialogar con la Generalitat ¡ªde traidor a traidor¡ª en cuanto se saque la pol¨ªtica de las calles y se encauce legalmente. Entonces ser¨¢ el momento de las propuestas pol¨ªticas y las reformas, que en este cr¨ªtico momento no se pueden siquiera esbozar.
Ning¨²n conflicto en el mundo de hoy se resuelve con el poder duro, si no se ejerce el poder blando: discurso, cultura, relato, en fin, lo que llega a los corazones de la gente. Hace falta mucha finezza, mucha inteligencia, porque en la pol¨ªtica del siglo XXI lo importante no es tener raz¨®n, sino que te la den.
Irene Lozano es escritora y directora de The Thinking Campus.
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