Due?os, en masculino
La mayor¨ªa de los pa¨ªses ricos en recursos naturales tienen los ¨ªndices de pobreza m¨¢s altos o los niveles de educaci¨®n m¨¢s bajos
Con cinco a?os, el due?o de la pelota manda y la cosa termina a empellones. Por fortuna para la supervivencia humana, pronto aparecen las normas, el darse cuenta que sin amigos me aburro como una ostra, y al fin, los valores. En este juego de la humanidad en el que abundan los empellones, solo tenemos una pelota, el Planeta Tierra. Un planeta que consumimos al doble de su capacidad y nos repartimos francamente mal: el 1 % de la poblaci¨®n acumula tanto como el 99 % restante. Otros c¨¢lculos estiman que el 0¡¯7% de la poblaci¨®n tiene el 45 % de la riqueza.
Parad¨®jicamente, la mayor¨ªa de los pa¨ªses ricos en recursos naturales tienen los ¨ªndices de pobreza m¨¢s altos, los niveles de educaci¨®n m¨¢s bajos y el mayor n¨²mero de conflictos violentos, recurrentes y complejos. As¨ª, la llamada "maldici¨®n de los recursos naturales" discurre como una monta?a rusa: arriba, abajo, arriba, abajo, abajo, abajo y, ?ZAS!, c¨ªrculo perverso.
Seg¨²n el Africa Progress Panel, dos tercios, es decir, 175 millones de los ni?os y ni?as que no van al colegio, viven en pa¨ªses con grandes recursos naturales cuyos presupuestos en educaci¨®n son inferiores al 3 %. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando? Descubrirlo y tomar medidas es clave para que se cumpla el derecho a la educaci¨®n en el mundo.
175 millones de los ni?os y ni?as que no van al colegio, viven en pa¨ªses con grandes recursos naturales con presupuestos en educaci¨®n inferiores al 3%
En el informe Educaci¨®n en tierra de conflicto llama la atenci¨®n un dato: de los 40 conflictos que entre 1999 y 2013 han conllevado ataques directos a la educaci¨®n (destrucci¨®n de escuelas, asesinatos, agresiones o amenazas a estudiantes y a docentes), m¨¢s de la mitad estaban vinculados con los recursos naturales. Se?ala, adem¨¢s, que en la ¨²ltima d¨¦cada, el 87 % de las personas desplazadas en el mundo proced¨ªan de zonas de explotaci¨®n minera y petrolera.
El caso de Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo es tristemente paradigm¨¢tico: un pa¨ªs con vastos recursos naturales sumido desde los a?os 90 en conflictos por el dominio de los mismos. La mitad de la miner¨ªa est¨¢ controlada por grupos armados. La violencia interrumpe la vida y golpea especialmente a las mujeres. Las personas se ven obligadas a desplazarse. Las escuelas son destruidas y las instalaciones destinadas a uso militar. Hoy por hoy es casi imposible saber d¨®nde terminan esos minerales.
Los acaparamientos de tierras para grandes proyectos extractivos, agrarios, madereros o hidroel¨¦ctricos, tambi¨¦n amenazan la educaci¨®n. En Kenia 30.000 escuelas p¨²blicas est¨¢n en riesgo de desaparecer por esta causa.
Sin embargo, la exportaci¨®n de estos recursos no revierte en una mayor inversi¨®n en educaci¨®n, salvo en el caso de Botsuana, una de las pocas excepciones a esta maldici¨®n. ¡°El Estado usa el argumento de que para generar m¨¢s educaci¨®n hay que explotar los recursos, pero eso no es cierto¡±, cuenta Wilmer Fern¨¢ndez, director de SAIPE, organizaci¨®n socia de Entreculturas en la regi¨®n amaz¨®nica peruana. All¨ª todos los indicadores educativos est¨¢n muy por debajo de la media del pa¨ªs y arrastran una historia de conflictos entre las comunidades awajun, el Gobierno y las empresas extractivas e hidroel¨¦ctricas. En su opini¨®n, los conflictos vinculados a proyectos extractivistas y de mega hidroel¨¦ctricas generan violencia y desarticulaci¨®n social. "Quienes ponen en conflicto el territorio, vulneran los derechos de los pueblos ind¨ªgenas", afirma. "Resultar¨ªa menos costoso y m¨¢s sostenible que el Estado cumpliera con su deber de aplicar la Ley de Consulta".
La Corte Penal Internacional ha reconocido este a?o que las corporaciones podr¨ªan ser juzgadas por cr¨ªmenes contra la humanidad por este tipo de hechos a ra¨ªz de una demanda interpuesta por un caso de acaparamiento de tierras en Camboya. Adem¨¢s, y no es casual, las agresiones y asesinatos de defensoras y defensores ambientales est¨¢n aumentando: 201 asesinatos en 2016 y 117 en lo que va de a?o.
201 defensores medioambientales fueron asesinados en 2016 y 117 en lo que va de 2017
Los Estados de los cuales proceden estas empresas, entre ellos Espa?a, no pueden mirar para otro lado. Urge apoyar la iniciativa del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para que se firme un tratado vinculante que obligue a las corporaciones transnacionales. Urge aprobar una ley que incorpore la directiva europea 2014/95 y asegure la transparencia en materia de derechos humanos y medioambiente. Urge que el Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos, aprobado el 31 de julio, se concrete en medidas efectivas y que no se quede en papel mojado por falta de presupuesto. Urge aumentar la Ayuda Oficial al Desarrollo y las medidas por la justicia fiscal porque hay regiones exportadoras, como la centroafricana, donde los vol¨²menes de fondos que se detraen a trav¨¦s de la evasi¨®n de impuestos superan el total de Ayuda recibida.
Due?os, en masculino, porque mientras que las mujeres cultivan la mayor parte de los alimentos del planeta, ellas y las ni?as suman el 60 % de las personas infraalimentadas. Existen grandes desigualdades en el acceso a la propiedad de la tierra y los conflictos relacionados con los recursos naturales se caracterizan por la utilizaci¨®n de las mujeres como arma de guerra.
Hace falta un cambio. La educaci¨®n est¨¢ amenazada por el modelo de explotaci¨®n de recursos naturales y consumo desmedido, pero tambi¨¦n es el camino. Es esencial para la adecuada gesti¨®n de los recursos naturales, la preservaci¨®n del medioambiente, la construcci¨®n de la paz y el cumplimiento de los dem¨¢s derechos humanos. 2700 adolescentes participantes en el programa de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa Global, Red Solidaria de J¨®venes, se forman y act¨²an con otras redes de Am¨¦rica Latina para conseguirlo. ¡°Somos agentes de cambio porque tenemos mucha energ¨ªa, nos ayudamos mutuamente y tenemos empat¨ªa para solucionar los problemas actuales¡±, explican mientras ponen en marcha proyectos de reforestaci¨®n, instalaciones de reciclaje o conocimiento de grupos de consumo en su localidad.
No hacen falta due?os, sino personas capaces de regir sus vidas por los valores del respeto a los derechos humanos.
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