¡°?Y t¨² qu¨¦ crees que va a pasar?¡±
La solidaridad constitucional, la preocupaci¨®n y los rumores delimitan una recepci¨®n multitudinaria y contenida en el Palacio de Oriente
El trance del besamanos resultaba embarazoso en palacio a mediod¨ªa del 12 de octubre porque no estaba claro si felicitar a los Reyes o acompa?arlos en el sentimiento, extremos de una recepci¨®n multitudinaria tan sensible al fervor constitucionalista como a la honda preocupaci¨®n de la crisis catalana.
La propia celebraci¨®n parec¨ªa resentirse de un guion temporal perverso. La casualidad ha reunido en 48 horas la declaraci¨®n de independencia de Catalu?a y la Fiesta Nacional espa?ola, de tal manera que la coyuntura no hace otra cosa que agitar la batalla de los s¨ªmbolos. Ninguno tan propicio a la manipulaci¨®n propagand¨ªstica ¡°indepe¡± como un rey de uniforme saludando a los tanques. Era un desfile l¨²dico y una demostraci¨®n de entusiasmo popular y patri¨®tico que hab¨ªa impresionado a la propia reina Letizia ¨C"No recuerdo nada parecido en estos ¨²ltimos 14 a?os", condescend¨ªa su majestad¨C, pero tambi¨¦n id¨®neo al planteamiento aprensivo del soberanismo y a la inquietante escalada del proc¨¦s.
De hecho, la reacci¨®n m¨¢s recurrente, m¨¢s arrojadiza y m¨¢s encontradiza consist¨ªa en preguntar al pr¨®jimo "?qu¨¦ crees que va a pasar?", fuera el pr¨®jimo un obispo, un militar de graduaci¨®n o uno de los muchos exministros socialistas que se ¡°alistaron¡± a los deberes simb¨®licos de la Fiesta Nacional.
¡°No hay margen para un nuevo error¡±, nos conced¨ªa uno de ellos sottovoce. ¡°La gesti¨®n del 1-O les dio a los independentistas un ox¨ªgeno que no ten¨ªan. Aplicarse, puede aplicarse el 155, pero tiene que hacerse quir¨²rgicamente, con mesura e inteligencia. La sociedad catalana es un bid¨®n de nitroglicerina y ser¨ªa muy peligroso agitarlo de manera irresponsable¡±.
Las precauciones no contradicen que hubiera trascendido en los corrillos de la recepci¨®n el corpulent¨ªsimo rumor seg¨²n el cual van a ingresar en prisi¨®n ¡°los Jordis¡±, expresi¨®n coloquial que alude a los dirigentes clonados de ?mium, Jordi Cuixart, y de la ANC, Jordi Gonz¨¢lez, implicados ambos en un delito de sedici¨®n que podr¨ªa privarlos de libertad el lunes.
Sobrevendr¨ªa entonces la sublevaci¨®n de sus huestes en las calles de Barcelona con toda la capacidad movilizadora de las respectivas plataformas. Y se explicar¨ªa por id¨¦nticas razones la consternaci¨®n que este mediod¨ªa solemnizaba y estremec¨ªa la propia recepci¨®n de los reyes. Tan numerosa, tan entusiasta y tan relevante en t¨¦rminos cualitativos ¨Cempresarios como Juan Luis Cebri¨¢n (Prisa) y Jos¨¦ Creuheras (Planeta), ex jefe de Gobierno como Felipe Gonz¨¢lez y Rodr¨ªguez Zapatero, l¨ªderes contempor¨¢neos como Mariano Rajoy y Albert Rivera¨C que parec¨ªa estar consum¨¢ndose un gran ejercicio de autoconvicci¨®n y terapia grupal sobre el destino a la patria. Por eso no quisieron adherirse a la Fiesta Nacional los presidentes de Navarra, Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, como no lo hizo Pablo Iglesias.
Era el contexto supersticioso en que Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, crey¨® oportuno lucir un bolso con la bandera de Espa?a, aunque la indumentaria m¨¢s llamativa, exceptuando las t¨²nicas oscuras de los popes ortodoxos, consisti¨® en el desahogo de Pedro S¨¢nchez. Desahogo porque era el ¨²nico civil sin corbata. Y desahogo porque el l¨ªder socialista era quien m¨¢s presum¨ªa de haber convencido a Mariano Rajoy de una aplicaci¨®n discreta, moderada, del art¨ªculo 155.
Fue el n¨²mero m¨¢gico de la recepci¨®n, la expresi¨®n cabal¨ªstica de una ¡°fiesta¡± contenida en el escr¨²pulo a la crisis m¨¢s grave de la democracia espa?ola. Raz¨®n suficiente para atemperar todas las rivalidades de la pol¨ªtica dom¨¦stica. Se sonre¨ªan incluso Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallard¨®n, tambi¨¦n ellos expuestos a las interrogaciones de la gran quimera: ¡°?y t¨² qu¨¦ crees que va a pasar?¡±.
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