¡®Proc¨¦s¡¯ en Manhattan

Peter Mayer es el decano de los editores del mundo y en este momento, cuando escucha canciones de Chavela Vargas, est¨¢ siendo homenajeado en Fr¨¢ncfort, adonde fue desde hace medio siglo. Pero esta vez no ha ido, le pesan los 82 a?os y algunos achaques. Fue siempre, como presidente de Penguin y despu¨¦s. Ahora preside en Nueva York y Londres la editorial que fund¨® su padre. Este mediod¨ªa habla de Espa?a, de sus amigos de todas partes, y de Catalu?a. Ah, Catalu?a, ¡°?qu¨¦ dir¨ªa Carmen Balcells?¡±

Es, en Manhattan, una conversaci¨®n habitual si saben que eres espa?ol. Catalu?a est¨¢ en todas las bocas; Daniel Fern¨¢ndez, de la CUP, que lo dijo hace tres a?os, y Anna Gabriel, su compa?era m¨¢s visible, lo dijo ahora: ¡°Somos independentistas sin fronteras¡±. Pues tienen raz¨®n: no es que hayan inventado una oeneg¨¦, como periodistas sin fronteras; son independentistas sin fronteras, que tambi¨¦n puede ser una orquesta punk. Lo que pasa es que cuando lo dijo Daniel Fern¨¢ndez sonaba a que estaban pisando tierra, la nostra terra, y en este momento lo que dijo Gabriel suena a suelo del limbo.

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Proc¨¨s. Es lo que se escucha en Manhattan en cuanto te metes, otra vez, en el barullo catal¨¢n. Pensabas que ibas a olvidarlo al cruzar el charco, y resulta que junto a la estatua de Col¨®n, en el Columbus Day, sigue el tema calentando el motor de la conversaci¨®n mundial. Te habla de ello el gran editor, se refiere a ese asunto el vendedor de Moleskine y te interroga por lo mismo una chica que vende polos y cuyo novio es de Costa Rica. Los que acuden a un encuentro con Fernando Aramburu en el Cervantes para hablar de Patria ya no saben de qu¨¦ patria se habla; se ha convertido la patria, aqu¨ª, en una especie de disfraz espa?ol triling¨¹e. La patria espa?ola, la patria catalana, la patria vasca. Neruda advirti¨® contra el uso de la palabra patria, tan horrible como ascensor. Pero por un rato largo aqu¨ª, en la conversaci¨®n, parece que s¨®lo existe una patria y ¨¦sta es catalana. ?Qu¨¦ pasar¨¢ con la patria catalana?, preguntan, como si uno llevara un periscopio. Se habl¨® tanto en los medios desavisados de ac¨¢ de que Espa?a era la mala de la pel¨ªcula que ahora la perplejidad causada por la marcha atr¨¢s s¨²bita de Puigdemont se ha convertido en mueca y la mueca en burla, porque lo que ya no es sin fronteras no ha sido el independentismo de Fern¨¢ndez & Gabriel sino, con perd¨®n, el gatillazo del president.

Uno de los que me preguntan pide m¨¢s precisi¨®n: ?qu¨¦ es lo que ha hecho? Y encuentra su propia respuesta: ¡°Coitus interruptus?¡±. M¨¢s o menos, le digo. El que vende molesquines pregunta por el final de la pel¨ªcula. ¡°Pero, ?qu¨¦ va a pasar?¡± Lo que ¨¦l ha visto es la fotograf¨ªa y despu¨¦s la otra fotograf¨ªa. En la primera una multitud se muestra abrumada por el triunfo de la independencia; en la otra, comenta el vendedor de la legendaria libreta, ¡°la gente ya no entiende nada y llora¡±. Ahora sale Anna Gabriel hablando de los independentistas sin fronteras como si ansiara un remake.

De momento, se queda aqu¨ª una reflexi¨®n de Mayer con Chavela Vargasde fondo: ¡°Pero, ?a d¨®nde van esos p¨¢jaros fuera del nido de Europa?¡± Sonaba Un mundo raro en el coraz¨®n de Manhattan. ¡°Y si quieren saber de mi pasado/ es preciso decir otra mentira¡­¡± Todo est¨¢ en las canciones, y hasta el Proc¨¦s est¨¢ en Manhattan.