Desde el terreno
Trabajadores humanitarios nos cuentan sus experiencias en entornos marcados por desastres naturales o conflictos Siria | Sierra Leona | Banglad¨¦s | Yemen| Fotogaler¨ªa: centinelas por el mundo
Por Didier Verg¨¨s (ACH) Trabajan all¨ª donde salvar vidas es urgente. Suelen dejar sus experiencias y sentimientos aparcados en un segundo plano para darles todo el protagonismo a quienes ellos siempre se?alan como "los importantes": las v¨ªctimas, la poblaci¨®n, los vulnerables. Aqu¨ª, en primera persona, hemos seleccionado cuatro testimonios, con esa parte m¨¢s silenciada, desde la primera l¨ªnea de la emergencia en Siria, Yemen, Banglad¨¦s y Sierra Leona.?
SIRIA: La doble estrategia para salvar vidas
Miembros de M¨¦dicos Sin Fronteras hablan de las dificultades del trabajo en una situaci¨®n de conflicto y los retos de la gesti¨®n en remoto de los proyectos de la organizaci¨®n desde Turqu¨ªa
Queda poco en pie del sistema de salud sirio tras siete a?os de guerra.?Los ataques indiscriminados sobre la poblaci¨®n civil y las instalaciones m¨¦dicas han aumentado en las ¨²ltimas semanas y son ya m¨¢s de 13 millones las personas que requieren de asistencia humanitaria y, de ellas, alrededor de cinco millones viven en zonas asediadas por los enfrentamientos y de muy dif¨ªcil acceso. En este contexto, M¨¦dicos sin Fronteras (MSF) ha elaborado un modelo de trabajo descentralizado, que combina la intervenci¨®n directa en Siria con el apoyo en remoto desde Turqu¨ªa. El objetivo final es proporcionar una estabilidad a los hospitales que les permita, en la medida de lo posible, continuar abiertos.
Debido a los ataques, buena parte de las instalaciones m¨¦dicas se han visto obligadas a establecerse en lugares bajo tierra, en lo que se conoce como la bunkerizaci¨®n del cuidado sanitario. En alg¨²n momento previo a este fen¨®meno, en MSF llegamos a instalar un hospital dentro de una cueva. Pero ah¨ª tambi¨¦n llegaron las bombas. Todo esto ha afectado, sin duda alguna, a la calidad de la atenci¨®n m¨¦dica que dispensamos. Basta con pensar en las condiciones m¨ªnimas de aire y ventilaci¨®n que necesita cualquier quir¨®fano para darse cuenta de que estas ser¨ªan muy dif¨ªciles de alcanzar en un lugar bajo tierra.
MSF inici¨® su respuesta en Siria con la implementaci¨®n directa de la atenci¨®n m¨¦dica a trav¨¦s de la presencia de su personal en las comunidades. Desde 2011 hasta 2014 tuvimos personal internacional sobre el terreno, pero tras el secuestro de varios de nuestros compa?eros, nos vimos obligados a evacuar a todos los trabajadores que no fueran sirios. El riesgo de que volviera a ocurrir algo similar era demasiado alto.
A medida que la guerra se recrudec¨ªa y el acceso a la poblaci¨®n por parte de nuestro personal se reduc¨ªa, muchos de nuestros programas tuvieron que evolucionar, a partir de 2015, hacia el modelo descentralizado. Tras superar profundos obst¨¢culos consecuencia de un contexto extremadamente vol¨¢til en el que las emergencias absorb¨ªan todos nuestros recursos, esta estrategia empieza a dar buenos resultados en el mantenimiento y la mejora de la calidad de hospitales como el de Al Salama, en el distritito de Azaz, en el norte de Siria.
Los pacientes que acuden a nuestros hospitales no quieren pasar mucho tiempo ingresados. Temen que estos sean de nuevo alcanzados por un ataque a¨¦reo
A trav¨¦s de una f¨®rmula de gesti¨®n compartida hemos logrado mantener operativo el hospital durante todo este tiempo. El personal sirio est¨¢ en contacto permanente con los trabajadores internacionales fuera del pa¨ªs y en cada departamento del hospital hay una persona encargada de coordinar la relaci¨®n con los equipos. As¨ª, varios compa?eros sirios cruzan cada d¨ªa la frontera hacia y desde Siria.
Adem¨¢s, nuestro apoyo se traduce tambi¨¦n en donaciones de equipos m¨¦dicos y f¨¢rmacos esenciales, formaci¨®n a distancia para el personal dentro del pa¨ªs, veh¨ªculos para poder prestar servicios de ambulancia y apoyo financiero para cubrir los gastos de funcionamiento de los centros.
La principal dificultad a la que nos enfrentamos est¨¢ en el acceso a una poblaci¨®n que requiere de asistencia sanitaria y ayuda humanitaria urgente. Y los civiles, en muchos casos, est¨¢n literalmente atrapados. La falta de movilidad tambi¨¦n afecta a nuestros equipos sirios dentro del pa¨ªs que, al igual que la poblaci¨®n, no pueden desplazarse libremente para intervenir donde m¨¢s necesarios son.
Siria es un pa¨ªs en cuya guerra intervienen potencias regionales e internacionales, actores estatales y no estatales, que combaten en m¨²ltiples frentes en constante cambio. Desde el equipo de coordinaci¨®n al otro lado de la frontera padecemos las limitaciones propias de este tipo de conflicto para contactar con nuestros equipos all¨ª. Esta falta de proximidad pasa factura, m¨¢s si tenemos en cuenta que nuestros trabajadores humanitarios internacionales ni siquiera pueden ya visitar regularmente el hospital de Al Salama o llevar a cabo formaciones presenciales.
La falta de personal sanitario en algunas especialidades tambi¨¦n nos est¨¢ obligando a contratar diariamente a m¨¦dicos. Algunos trabajan en m¨¢s de un hospital, gestionados cada uno de ellos por organizaciones diferentes y con protocolos diversos, lo que supone todo un desaf¨ªo para armonizar la atenci¨®n m¨¦dica y mantener los mismos est¨¢ndares.
Los pacientes que acuden a nuestros hospitales no quieren pasar mucho tiempo ingresados. Temen que estos sean de nuevo alcanzados por un ataque a¨¦reo. De hecho, es muy frecuente que las mujeres que dan a luz pidan el alta antes de tiempo con los consiguientes riesgos potenciales para su salud y para la del beb¨¦. Su miedo est¨¢ de sobra justificado.
La virulencia de la guerra impide que el personal sanitario, los medicamentos y los materiales m¨¦dicos lleguen a las personas que lo necesitan; especialmente a los desplazados que se asientan en campos informales dispersos por todo el pa¨ªs o en zonas bajo asedio. Como resultado de todo esto, el riesgo de que se produzcan nuevos brotes de enfermedades infecciosas es cada vez mayor, el n¨²mero de casos de dolencias no transmisibles no cesa de aumentar, la salud materno-infantil se deteriora a marchas forzadas, las vacunaciones escasean y los traumatismos y los problemas de salud mental se agravan.
Enfermedades como el sarampi¨®n, la poliomielitis y la desnutrici¨®n, ausentes casi por completo del mapa sanitario sirio antes de la guerra, est¨¢n cada vez m¨¢s presentes. Y a esto hay que a?adir la escasez de trabajadores sanitarios capacitados y de centros m¨¦dicos que se encuentren operativos. Al menos seis de cada 10 hospitales han sufrido da?os graves o han sido completamente destruidos desde el inicio de la guerra. Aun as¨ª y a pesar de todas las dificultades, el hospital de Al Salama no ha dejado de funcionar desde que lo pusimos en marcha en 2012.
Este relato ha sido escrito por Muskilda Zancada,coordinadora general de MSF para Siria y est¨¢ basada en Turqu¨ªa, y el doctor Nizar Abdulkadir, supervisor m¨¦dico en el hospital de MSF de Al Salama, en Azaz (Siria).
SIERRA LEONA: Perd¨ª todo lo que tengo, pero soy afortunado
Las inundaciones y deslizamientos de tierra ocurridos en Sierra Leona el pasado mes de agosto dejaron al menos 500 muertos y 3.000 personas perdieron su hogar
Mohamed dice: "Mi familia y yo somos afortunados". Algo que no parece muy normal cuando has perdido tu casa y todo lo que tienes en un deslizamiento de tierras. Al menos, la familia contin¨²a junta. Los ni?os estaban de vacaciones y ¨¦l se hab¨ªa ido de casa para recogerlos cuando lleg¨® el desastre en Sierra Leona. "Cuando volvimos no encontramos nuestra casa, ni siquiera pudimos reconocer el lugar donde estaba. Perdimos todo lo que ten¨ªamos".
En Freetown, la capital del pa¨ªs, conocemos a cientos de personas como Mohamed. Sus casas y sus tierras est¨¢n ahora cubiertas por un parche de desnuda tierra roja. Al menos 500 personas murieron en las inundaciones y deslizamientos de tierra del pasado 14 de agosto. Las familias han perdido su sustento, las madres han visto c¨®mo sus beb¨¦s eran engullidos por una ola de barro y agua. Como dijo el presidente inmediatamente despu¨¦s de esta tragedia, la naci¨®n entera est¨¢ de luto.
En los tres a?os que llevo trabajando en Freetown para Unicef, he debido conducir por la zona de Regent cientos de veces. La monta?a Sugarloaf es una de las dos mayores colinas que se elevan sobre la capital. La ciudad se ha ido extendiendo a su sombra, a medida que llegaba m¨¢s gente desde el campo en busca de educaci¨®n y trabajo. Aquella noche, las precipitaciones hab¨ªan sido muy fuertes, como suelen serlo durante la temporada de lluvias (durante los meses del verano europeo). Yo llegu¨¦ a la oficina antes de las siete de la ma?ana, y estaba ya muy claro que algo tr¨¢gico hab¨ªa ocurrido. El uso generalizado de WhatsApp en Sierra Leona implica que la informaci¨®n ¡ªy algunas im¨¢genes terribles¡ª se propag¨® muy r¨¢pido, mostrando aguas crecientes, coches sumergidos y cuerpos.
Escuch¨¦ a personas preguntarse en voz alta: "?Por qu¨¦ siempre nosotros?"
Cuando, horas m¨¢s tarde, llegu¨¦ al epicentro de los desprendimientos, ya estaban sacando cuerpos y rescatando a los supervivientes. Hab¨ªa personas angustiadas, que acababan de enterarse de que hab¨ªan perdido a alg¨²n ser querido. La escena era un recuerdo terror¨ªfico de la epidemia de ¨¦bola de 2014 a 2016. Las mismas ambulancias, los mismos voluntarios embutidos en trajes de protecci¨®n y m¨¢scaras, las sirenas.
Algunas personas eran las mismas que ayudaron a derrotar al ¨¦bola. Al menos la experiencia adquirida en esa lucha, que nos llev¨® a todos al l¨ªmite, serv¨ªa para algo. Ten¨ªamos art¨ªculos de ayuda disponibles ¡ªproporcionados por el Gobierno de Reino Unido¡ª que nos permitieron dar respuesta inmediatamente a las v¨ªctimas, sin necesidad de esperar a que llegara la ayuda internacional.
El Gobierno de Sierra Leona se dio cuenta enseguida de la magnitud del problema e hizo un llamamiento de ayuda internacional. A trav¨¦s de la Oficina de Seguridad Nacional supimos d¨®nde podr¨ªamos servir de apoyo para las 3.000 personas que hab¨ªan perdido sus hogares: proporcionando agua potable a los desplazados, sobre todo para prevenir las enfermedades que se transmiten a trav¨¦s del agua en mal estado tras un desastre de este tipo, como el c¨®lera; y protegiendo a los ni?os, especialmente a los que quedaron separados de sus familias o hab¨ªan perdido a uno de sus padres o a ambos.
Distribuimos m¨¢s de 600.000 litros de agua e instalado sistemas para almacenar la lluvia, as¨ª los afectados por el desastre no est¨¢n a mereced de los camiones cisterna, que a veces no pueden llegar a los hogares m¨¢s aislados. Los cientos de cuerpos enseguida desbordaron el dep¨®sito de la ciudad, por lo que apoyamos la prevenci¨®n de infecciones y la cloraci¨®n del agua para reducir el riesgo de enfermedades. A trav¨¦s de uno de nuestros aliados, la zona fue desinfectada tras la jornada de enterramientos masivos organizada por el Gobierno.
Este desastre natural ha sido duro para Sierra Leona, sobre todo al estar tan reciente la epidemia de ¨¦bola. Escuch¨¦ a personas preguntarse en voz alta: "?Por qu¨¦ siempre nosotros?". Y hay historias terribles de familias enteras arrastradas por el agua. Quienes se ocupan de la salud mental en Freetown tienen que dar apoyo a gente que no ve ninguna esperanza de futuro.
Es dif¨ªcil, pero estamos haciendo lo que podemos con el Gobierno para ayudar a la gente a empezar de nuevo. Como parte de ello, hemos empezado a transferir ayuda en efectivo a 1.900 familias a trav¨¦s de pagos electr¨®nicos. Entre ellos est¨¢n Mohamed y su familia. Estamos intentando que los afectados que viven en barrios de zonas especialmente vulnerables a las trombas de agua repentinas se muevan. Rehabilitaremos las escuelas da?adas por las inundaciones. Pero para muchos afectados, el simple sonido de la lluvia les devuelve la tragedia.
Este relato ha sito escrito por John James, especialista de comunicaci¨®n de Unicef Sierra Leona.
BANGLAD?S: El pa¨ªs donde los ni?os no sonr¨ªen
Para miles de menores?rohingya pasar hambre no es una opci¨®n y huir se ha convertido en un juego
La situaci¨®n que vive Banglad¨¦s, no es una emergencia como las otras. Nada parecido a lo que haya visto antes. No pas¨® un hurac¨¢n por aqu¨ª, no lleg¨® un cicl¨®n, no vivimos un terremoto. Es algo mucho peor, por aqu¨ª pas¨® la gran temible e inexplicable indiferencia para miles de familias rohingya, una minor¨ªa musulmana que huye de Myanmar.
La carretera multicolor resulta indefinible. Puestos de venta, edificios y llegamos al mar. Con el azul del cielo y el embarrado del mar, aparece la playa m¨¢s larga del mundo. El Golfo de Bengala nos recibe con mil gamas de color entre banderas agujereadas por el viento y esos flotadores que consiguieron pasar a una segunda actividad y decorar ahora los peque?os puestos costeros. Antes iban a la mar y ahora la gente de la mar viene a ellos.
El pueblito costero de Cox's Bazar con su mar, la arena, el olor a sal, la brisa¡. Un c¨²mulo de ingredientes para que la ma?ana empiece bien. Puede nacer un d¨ªa soleado y al terminar la tarde piensas que vas a morir de calor o puedes tener un d¨ªa de lluvia y al llegar la noche no saber ni c¨®mo puedes lavar el pantal¨®n lleno de barro. Como en cada emergencia, los extremos de la cuerda no conocen de t¨¦rminos medios.
Me conformo con saber que en alg¨²n lugar del coraz¨®n existe la esperanza de no ser otra generaci¨®n perdida
Son madres, padres, abuelos, ni?os y ni?as, familias completas, familias divididas por las persecuciones, los que han podido llegar y los que dejaron la vida por el camino o los que no pudieron emprenderlo a tiempo para huir simplemente por nacer en el lado equivocado de un pa¨ªs. Unos pocos de ellos est¨¢n aqu¨ª, tan solo unos pocos que han sufrido opresi¨®n, asaltos, humillaciones, testigos de asesinatos¡. Unos pocos, son algo m¨¢s de un mill¨®n, en un punto donde se confluye un aut¨¦ntico mar de pl¨¢sticos que ahora se llama su hogar. Unos palos de bamb¨², unos toldos y unas esteras para el suelo son ahora su nueva casa a la espera de que la Indiferencia pase de largo y pongamos la vista en algo m¨¢s importante que sus casas de colores en medio del monte: sus propias vidas y su dignidad.
Jugar, cantar, bailar¡ es parte de nuestra vida y de nuestros sue?os, de sembrar lo que puedes ser como persona en el futuro. Pero aqu¨ª la realidad es muy diferente. Pasar hambre no es una opci¨®n, huir es un juego de ni?os, los ni?os y ni?as no tienen ganas de sonre¨ªr, porque en realidad la vida no les sonr¨ªe a ellos. Usan botellas de pl¨¢stico y les ponen cuatro tapones como ruedas. Algunos afortunados comparten un bal¨®n, aunque desde que he llegado aqu¨ª solo he visto tres en 15 d¨ªas. Otros juegan a ayudar en casa a subir agua, a llevar sacos de arroz que ocupan m¨¢s que ellos, a llevar palos de bamb¨² de tres metros de largo en sus peque?os hombros.
Me conformo con saber que en alg¨²n lugar del coraz¨®n existe la esperanza de no ser otra generaci¨®n perdida, que se mueve por los campos sin saber que suceder¨¢ ma?ana. Me conformo con que un ni?o nos sonr¨ªa al d¨ªa, me conformo con poco en esta ocasi¨®n y nunca me hab¨ªa sentido as¨ª. Pero aqu¨ª, en tierra de nadie, con unos peque?os habitantes cuyos ojos no tienen un halo de esperanza, me conformo con saber que cada d¨ªa puedo decirles desde mi coraz¨®n algo similar a las despedidas de la pel¨ªcula de Las normas de la casa de la sidra ["Buenas noches, pr¨ªncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra¡±], algo como: ¡°Hasta ma?ana, pr¨ªncipes y princesas rohingya, habitantes de un pa¨ªs llamado Mundo".
Este relato ha sido escrito por Sara Escudero, delegada de Emergencias de Cruz Roja.
YEMEN: Esfuerzos por ayudar en la peor epidemia de c¨®lera del mundo
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud calcula que, hasta el 22 de octubre, el n¨²mero de posibles casos de c¨®lera en Yemen hab¨ªa superado los 862.000, lo que convierte la plaga en la peor de que se tiene noticia en el mundo
Fuera hace m¨¢s de 45? cent¨ªgrados. Escucho a Samira, una mujer embarazada que vive en la ciudad de Abs, situada en la gobernaci¨®n de Hajjah, al norte de Yemen. La ciudad ha padecido con dureza el ataque de la actual epidemia de c¨®lera.
Samira me cuenta su experiencia cuando su marido contrajo la enfermedad hace unas semanas. El hombre empez¨® a vomitar y a sufrir diarrea poco despu¨¦s de llevar a un pariente infectado a un hospital p¨²blico. Aunque tom¨® enseguida sales de rehidrataci¨®n oral, fundamentales para evitar el avance de la deshidrataci¨®n, su estado sigui¨® empeorando.
"Estaba muy preocupada y no sab¨ªa bien c¨®mo protegerme del c¨®lera mientras cuidaba de mi marido enfermo. Por suerte, hab¨ªa algunos voluntarios de Oxfam que respondieron a mis preguntas y me aconsejaron qu¨¦ hacer", explica.
Pero Samira y su esposo no se fiaban del tratamiento disponible en el hospital p¨²blico y decidieron ir a una cl¨ªnica privada. Al cabo de unos d¨ªas, el hombre se recuper¨®, pero los costes del tratamiento han deteriorado a¨²n m¨¢s su situaci¨®n econ¨®mica, que ya era precaria. Antes de mudarse a Abs, Samira trabajaba como maestra en Taiz y llevaba varios meses sin cobrar. Actualmente, su marido tampoco tiene ingresos.
La confianza en las opciones de tratamiento disponibles es crucial cuando las familias tienen que decidir si enviar a uno de sus miembros enfermo al hospital, y en ¨²ltimo t¨¦rmino, salva vidas cuando se produce una epidemia de c¨®lera. Las tradiciones, los h¨¢bitos y el acceso a la medicaci¨®n son igualmente importantes. Por ejemplo, unos d¨ªas m¨¢s tarde me encuentro con nuestro equipo de salud p¨²blica en la gobernaci¨®n de Amran, donde hasta el momento hay m¨¢s de 84.000 posibles casos y se han registrado 170 muertes.
La gente me cuenta que tiene que vender los pocos bienes que posee, como las joyas o las dagas tradicionales, para llevar a un familiar enfermo al centro de tratamiento. Otros se endeudan.
Intentamos aprender a motivar mejor a la gente para que rehidrate desde el primer momento a los familiares enfermos y los env¨ªe a un centro de tratamiento si su estado no mejora. Ambos factores son muy importantes para reducir la epidemia y evitar que siga propag¨¢ndose.
No tardamos en darnos cuenta de que, en algunas zonas, al principio la gente se conf¨ªa a los remedios naturales. En algunos casos, a los pacientes les han ido bien. En otros, han retardado la rehidrataci¨®n eficaz, con el riesgo de que se agravase el estado del enfermo.
Los remedios naturales se suelen administrar cuando se trata de dolencias menos graves, como fiebre, dolor de est¨®mago, diarrea o dolor de cabeza. Sin embargo, desde que el c¨®lera hizo su aparici¨®n, un n¨²mero cada vez mayor de afectados es consciente de la importancia de tomar sales de rehidrataci¨®n oral (SRO). Weam, agente para la promoci¨®n de la salud p¨²blica de Oxfam, me cuenta que en el pueblo ha habido cuatro casos de c¨®lera, y que un hombre muri¨® a consecuencia de la enfermedad.
"Por eso los habitantes del pueblo tienen miedo de contraer el c¨®lera e intentan hacer todo lo que pueden para evitarlo", asegura. No obstante, muchas veces las sales de rehidrataci¨®n oral no se venden en el sitio, o la gente ni siquiera tiene dinero para pagar el transporte que los lleve al mercado.
Tambi¨¦n sabemos que tanto en la gobernaci¨®n de Amran como en la de Hajjah, se podr¨ªa haber salvado m¨¢s vidas si el tratamiento se hubiese podido acercar m¨¢s a las comunidades afectadas. Por ejemplo, en el pueblo de Al Wadi, cerca de la ciudad de Jamer, en Amran, la gente me cuenta que tiene que vender los pocos bienes que posee, como las joyas o las dagas tradicionales, para llevar a un familiar enfermo al centro de tratamiento. Otros se endeudan.
Ya a principios de junio de este a?o, cuando el centro de tratamiento de M¨¦dicos Sin Fronteras en Abs recib¨ªa diariamente m¨¢s de 400 avisos de nuevos casos, el equipo me cont¨® que necesitaba ayuda urgente para instalar puntos de rehidrataci¨®n oral en los que la gente pudiese acceder r¨¢pidamente al remedio, y desde los cuales se la pudiese enviar a recibir m¨¢s tratamiento si era necesario. Pero la respuesta ha sido lenta debido a las dificultades para obtener los permisos aduaneros para traer suministros del exterior, a la falta de art¨ªculos fundamentales en el mercado local, y a las contradicciones en los tr¨¢mites de autorizaci¨®n para transportar el material a trav¨¦s del pa¨ªs.
Adem¨¢s, llegar a las comunidades m¨¢s afectadas sigue siendo todo un reto. Por ejemplo, en el distrito de Haradh, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n ha huido a causa del conflicto en marcha, pero todav¨ªa quedan casi 50.000 personas que necesitan socorro urgente. Sin embargo, el riesgo de que la distribuci¨®n de ayuda, as¨ª como otras clases de asistencia, sean blanco de los ataques a¨¦reos es demasiado alto como para poder proporcionar apoyo directo. Esto dificulta enormemente obtener autorizaciones de seguridad o permisos de viaje a la zona.
En otras regiones solamente se permite la entrada tras largas negociaciones con diferentes partes, e incluso as¨ª, el acceso no siempre est¨¢ garantizado. Nuestros equipos intentan idear soluciones imaginativas y ayudar lo mejor que pueden. Por ejemplo, colaboran estrechamente con el Ministerio de Sanidad para identificar profesionales de la salud locales a los que se podr¨ªa involucrar en la intervenci¨®n contra el c¨®lera. A continuaci¨®n, esas personas reciben formaci¨®n en un lugar accesible para que fomenten las medidas preventivas cuando vuelvan a sus comunidades. Adem¨¢s, se les entregan sobres de cloro para potabilizar el agua, as¨ª como equipos de an¨¢lisis para comprobar la calidad del agua tratada.
En Yemen, el agua escasea, y la falta de acceso a agua potable es la principal fuente de contagio en la actual epidemia de c¨®lera.
Me encuentro con Mohamed, uno de los voluntarios de Oxfam, en Bani Hassan, un campo de desplazados internos del distrito de Hajjah. Me cuenta que hace cinco a?os ya colabor¨® con nuestra organizaci¨®n en Haradh, pero que luego tuvo que huir de los combates. Desde que estall¨® el c¨®lera, una de sus principales tareas consiste en comprobar la calidad del agua. "Me aseguro cada d¨ªa de que el agua suministrada por la red se pueda beber sin peligro. Compruebo la calidad del agua de los dep¨®sitos colectivos y de algunas casas". Le pregunto si la gente consiente que entre en las tiendas a analizar el agua. "Aqu¨ª la gente me conoce muy bien y conf¨ªa en m¨ª".
En algunas de estas zonas inaccesibles, la gente tiene tel¨¦fono m¨®vil y hay cobertura, as¨ª que nuestro equipo de salud p¨²blica ha creado un grupo de WhatsApp con una extensa red de voluntarios. Estos colaboradores suelen mandar fotos para dar testimonio de sus actividades y/o informar de nuevos casos. Nuestros equipos se comunican con ellos diariamente para responder a diversas consultas, hacerse cargo de notificar el caso a las unidades epidemiol¨®gicas de los distritos, y ofrecer el asesoramiento t¨¦cnico indicado seg¨²n los factores de riesgo sanitario que favorezcan la propagaci¨®n de la epidemia.
Esta ha sido la tercera vez que he viajado a Yemen para prestar apoyo al programa humanitario de Oxfam. En 2011, nuestro equipo de salud p¨²blica se centr¨® en la cada vez m¨¢s alta tasa de malnutrici¨®n, consecuencia de la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica y de los crecientes niveles de pobreza. Volv¨ª al pa¨ªs en 2015, pocos meses despu¨¦s de la intensificaci¨®n del conflicto, y mi trabajo tuvo que ver con el acceso al agua, la higiene y las instalaciones sanitarias en Taiz, una zona muy afectada por los combates, a ra¨ªz de los cuales m¨¢s de 100.000 personas permanec¨ªan privadas de la ayuda que tan desesperadamente necesitaban. Dos a?os despu¨¦s, la situaci¨®n ha vuelto a empeorar con la mayor epidemia de c¨®lera del mundo, que ha venido a a?adirse a la devastaci¨®n de la guerra en el pa¨ªs.
Eva Niederberger es asesora para la promoci¨®n de la salud p¨²blica de Oxfam.
FOTOGALER?A: Los centinelas
La observaci¨®n y recogida de datos sobre el terreno es una de las formas m¨¢s eficaces para prevenir y anticipar posibles emergencias. Un tratamiento y an¨¢lisis sistem¨¢tico de la informaci¨®n recogida en el terreno puede indicarnos el nivel de vulnerabilidad de un grupo de poblaci¨®n, advertir de un posible deterioro y alertarnos de cu¨¢ndo son necesarias poner en marcha medidas para evitar que la situaci¨®n se agrave hasta convertirse en una crisis o emergencia.
En Acci¨®n contra el Hambre hemos desarrollado una metodolog¨ªa de sitios centinela para la vigilancia y alerta temprana, que permite hacer un seguimiento del impacto que han tenido los eventos, tanto clim¨¢ticos como econ¨®micos, en la preservaci¨®n y estabilidad de los medios de vida de la poblaci¨®n.
Es una herramienta fundamental para anticipar desastres y, en particular, las crisis de tracto lento, basada en el an¨¢lisis y el seguimiento de indicadores que pueden ser modificados de acuerdo a la prioridad de la comunidad y a los medios de vida que se quiere vigilar. Indicadores ordenados en torno a tres pilares: disponibilidad de alimentos, acceso a alimentos, consumo y aprovechamiento biol¨®gico.
Este relato ha sido escrito por Didier Verg¨¨s (ACH).
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