Un mal parto: la tragedia que desgarra a millones de mujeres
Unos dos millones en el mundo viven con fisuras traum¨¢ticas por complicaciones al parir; sufren f¨ªsica y psicol¨®gicamente, sobreviven avergonzadas, marginadas y pobres. Primer texto sobre esta realidad
Una vez, hace muchos a?os, Genet Gebre puso por escrito c¨®mo se sent¨ªa. Laboriosamente fue trazando palabra por palabra. Le costaba mucho escribir. No ten¨ªa pr¨¢ctica. Habl¨® de las l¨¢grimas que caen sobre la tierra seca y que nadie ve; del anhelo de un amor y un hogar; de las margaritas amarillas del Meskel que florecen de noche en Tigray, su regi¨®n natal, iluminando las colinas; de c¨®mo le gustar¨ªa cambiar el aroma de estas por el olor de la orina que cree que le mana de todos sus poros. Perder los brazos o las piernas, escrib¨ªa, no puede ser tan terrible como la cruz que Dios le ha mandado.
La cruz que Dios mand¨® a Genet Gebre, que en la actualidad tiene 32 a?os, son dos f¨ªstulas, unas fisuras con destrucci¨®n de los tejidos que van desde la vejiga hasta la vagina, y a trav¨¦s de las cuales la orina fluye hacia esta ¨²ltima para luego correr por las piernas en un reguero fino pero constante. Se las envi¨® cuando dio a luz a su primer hijo y dejaron que pasase cinco d¨ªas con los dolores del parto.
Genet Gebre no tiene certificado de nacimiento y no sabe qu¨¦ edad ten¨ªa entonces. "Cuando me cas¨¦ a¨²n no me hab¨ªa crecido el pecho", recuerda. El sitio donde viv¨ªa era ¨¢rido y extenso, y hab¨ªa que trabajar mucho. Desde hace generaciones, la gente arranca fatigosamente su sustento a la mezquina tierra. A veces los hombres se marchaban con sus reba?os de camellos y no volv¨ªan en muchos meses.
Gebre no iba al colegio. Nunca ha le¨ªdo un libro, y entonces cre¨ªa que el mundo estaba formado solamente por lo que ella ve¨ªa: monta?as y grandes extensiones. Ella y su esposo cultivaban tef (el "mijo enano"), ten¨ªan unas cuantas cabras y viv¨ªan con la familia de ¨¦l. Les daba para sobrevivir, pero no para hartarse.
Al cabo de un a?o de la boda, Gebre se qued¨® embarazada. Cuando lleg¨® el momento de dar a luz, su suegra y otras dos mujeres mayores del pueblo le dijeron que se pusiese en la tradicional postura en cuclillas. Una de ellas le aguantaba los brazos y otra se apoyaba contra su espalda. La joven pas¨® cinco d¨ªas y cuatro noches en esa postura, intentado empujar al beb¨¦ a trav¨¦s de su angosta pelvis. Gem¨ªa, gritaba, a veces rogaba que la dejasen morir. Despu¨¦s se derrumb¨® porque perdi¨® la sensibilidad en las piernas y se le agotaron las fuerzas. Todo su cuerpo era una masa lacerada. El beb¨¦, cuya cabeza hab¨ªa presionado tantas horas los huesos de la pelvis haciendo que a la madre se le desgarrasen los tejidos, hac¨ªa tiempo que no se mov¨ªa.
Para entender lo que le pas¨® a Genet Gebre hay que hablar de Tigray, la provincia septentrional de Etiop¨ªa que una vez fue su hogar. La regi¨®n es el coraz¨®n del antiguo imperio aksumita y la cuna de uno de los primeros reinos cristianos. Se dice que la capital, Aksum, alberga el Arca de la Alianza con los Diez Mandamientos entregados a Mois¨¦s, y hoy en d¨ªa todav¨ªa hay quien asegura que es descendiente por l¨ªnea directa del hijo que el rey jud¨ªo Salom¨®n engendr¨® con la reina et¨ªope de Saba.
Seguramente las f¨ªstulas existen desde que las mujeres dan a luz. Los investigadores las han encontrado en el cuerpo momificado de una mujer de 2.000 a?os de antig¨¹edad
Son los ecos de un mundo del Antiguo Testamento que resuenan en esta regi¨®n. En los pueblos dispersos entre las ¨¢speras monta?as y las ondulantes colinas, los siglos han pasado sin apenas dejar huella. Por aqu¨ª pasan las caravanas que llevan la sal de la llanura de Danakil, al este del pa¨ªs, a las tierras altas y m¨¢s all¨¢, hasta Sud¨¢n. La tierra se sigue arando con bueyes, los ni?os conducen los reba?os de cabras por los campos y los caminos, y los ficus y los baobabs milenarios son testigos del lento paso del tiempo.
En esta tierra es dif¨ªcil sobrevivir cuando las lluvias llegan tarde ¡ªo no llegan¡ª y la sequ¨ªa arruina las cosechas. Es dif¨ªcil ganar dinero para acudir al m¨¦dico o a un hospital en caso de enfermedad, pues apenas hay. El consuelo llega de los servicios religiosos, del aroma del incienso, de las procesiones, de las liturgias que duran horas. A nadie se le ocurrir¨ªa dudar de la voluntad de Dios, y mucho menos pretender ser due?o del propio destino. Lo que sucede, sucede y nada m¨¢s.
Solo as¨ª se puede explicar por qu¨¦ Genet Gebre dio a luz a su hijo en casa y por qu¨¦ la dejaron padecer hasta que su vida pendi¨® de un hilo. Hasta que todos vieron que, si no recib¨ªa ayuda, morir¨ªa, no la montaron en un burro. Cabalg¨® siete horas hasta la cl¨ªnica en Aksum. All¨ª le sacaron al ni?o del vientre, le dijeron que hab¨ªa sido un beb¨¦ sano y que hab¨ªa muerto debido a que el canal del parto era demasiado estrecho. Luego le explicaron que hab¨ªa sufrido numerosos desgarros internos. Los tejidos se hab¨ªan deshecho, la vejiga estaba da?ada y la uretra triturada, posiblemente por la presi¨®n de la cabeza del ni?o contra los huesos de la pelvis. Ten¨ªa por lo menos una f¨ªstula, tal vez m¨¢s, y no podr¨ªa volver a tener hijos. Ella asinti¨® pero no entendi¨® ni una palabra. Lo que se le qued¨® grabado fue la frase que dec¨ªa que nunca m¨¢s podr¨ªa tener hijos. Eso la privaba de todo su valor y la hac¨ªa inservible para su marido y para la sociedad.
Cuando volvi¨® a levantarse apenas pod¨ªa mover las piernas. Hab¨ªa sufrido graves da?os en los nervios, as¨ª que al principio no not¨® que un chorrito de orina le corr¨ªa por ellas. Solamente lo oli¨®.
Seguramente las f¨ªstulas existen desde que las mujeres dan a luz. Los investigadores las han encontrado en el cuerpo momificado de una mujer de 2.000 a?os de antig¨¹edad, y el m¨¦dico persa Avicena las describi¨® ya en el siglo XI como consecuencia de las complicaciones del parto y del matrimonio precoz. En 1663, Hendrik von Roomhuyse, un cirujano de ?msterdam, consigui¨® cerrar una de estas fisuras por primera vez, y en el siglo XIX el ginec¨®logo estadounidense Marion Sims experiment¨® con esclavas y sutur¨® con ¨¦xito numerosas f¨ªstulas, por lo cual ha sido considerado el padre de esta especialidad quir¨²rgica. Tambi¨¦n en Europa, el parto ha provocado graves lesiones a las mujeres durante siglos, y los alumbramientos que ocasionaban desgarros en la madre acababan con la muerte del ni?o. Desde la introducci¨®n de los partos en instalaciones hospitalarias, de los estudios de obstetricia y de las ces¨¢reas, en Europa y en otros pa¨ªses occidentales las f¨ªstulas obst¨¦tricas son cosa del pasado.
El doctor Ayanachew, uno de los mayores expertos del mundo, considera que el objetivo de la ONU de acabar con las f¨ªstulas para 2020 es inviable
?Tres millones de afectadas?
Con respecto a cu¨¢ntas mujeres siguen padeciendo hoy estas lesiones, no tenemos m¨¢s que conjeturas. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud calcula que son unos dos millones las que tiene f¨ªstulas sin tratar. En un art¨ªculo de 2006, la prestigiosa revista m¨¦dica The Lancet mencionaba la cifra de tres millones. A ellas se les a?aden cada a?o unos 150.000 casos. Casi todas las mujeres afectadas viven en el ?frica subsahariana y en Asia, y casi sin excepci¨®n son mujeres pobres de zonas que apenas disponen de atenci¨®n sanitaria, centros m¨¦dicos u hospitales, o que carecen de ellos por completo. Son mujeres circuncidadas y suturadas, dadas en matrimonio a edad demasiado temprana, cuyos cuerpos todav¨ªa no est¨¢n formados para el embarazo y que est¨¢n malnutridas o sufren desnutrici¨®n.
Etiop¨ªa es uno de los pa¨ªses de ?frica en los que la mortalidad materna todav¨ªa es alta y las lesiones consecuencia del parto, el principal problema ginecol¨®gico. A principios del siglo XXI, en casi ning¨²n otro lugar del mundo murieron de parto tantas mujeres como en Etiop¨ªa.
Nadie ha llevado la cuenta de las que han sobrevivido con graves lesiones. Desde entonces, gracias a la mejora de su sistema de salud ¡ªfinanciada en parte por Naciones Unidas y los pa¨ªses occidentales¡ª, se ha reducido la tasa de mortalidad materna en un 45%, lo cual es un verdadero ¨¦xito. No obstante, en comparaci¨®n con otros pa¨ªses, el n¨²mero de fallecimientos es muy alto, y los logros se limitan en buena parte a las zonas urbanas. En las zonas rurales, la atenci¨®n sigue siendo muy deficitaria.
Naciones Unidas ha declarado la prevenci¨®n de la mortalidad materna objetivo estrat¨¦gico, y quiere reducirla a 70 casos por cada 100.000 partos con supervivencia.
De hecho, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la mortalidad materna est¨¢ en retroceso en todo el mundo. Desde 1990 se ha reducido en un 25%. Sin embargo, los logros con los que se han comprometido los donantes no est¨¢n repartidos equitativamente. En Alemania, cada a?o mueren de cuatro a siete mujeres a consecuencia de las complicaciones en el parto. En los pa¨ªses de ?frica situados al sur del S¨¢hara, la cifra es de 1.000 mujeres por 100.000 partos con supervivencia. La m¨¢s alta corresponde a Sierra Leona, con 1.360 fallecimientos. En Etiop¨ªa, el a?o pasado murieron 676.
No hay estad¨ªsticas sobre las mujeres que sufren lesiones. Para la gente en general, las f¨ªstulas no existen, tal vez porque no constituyen una amenaza para la salud mundial, porque no existen medicamentos para tratarlas y ninguna gran empresa farmac¨¦utica puede hacer negocio con ellas, y porque a nadie le gusta hablar de intestinos desgarrados y de orina y excrementos que se escapan. Y tambi¨¦n porque solo afectan a un grupo marginal de mujeres negras o asi¨¢ticas, pobres y sin nadie que las defienda. El n¨²mero de organizaciones que se dedican a combatir este mal se puede contar con los dedos. Las siguientes cifran muestran hasta qu¨¦ punto es tr¨¢gicamente mala la atenci¨®n a las embarazadas en Etiop¨ªa: en Alemania, hay un m¨¦dico por cada 226 pacientes; en Etiop¨ªa, uno por cada 33.500.
En Alemania, cada a?o mueren de cuatro a siete mujeres a consecuencia de las complicaciones en el parto. En Etiop¨ªa, el a?o pasado fueron 676
El marido de Gebre se llev¨® a su mujer a casa al cabo de una semana. El flujo constante de orina a trav¨¦s de la vagina y a lo largo de los muslos le provocaba irritaciones y le reblandec¨ªa la carne, que no tard¨® en empezar a oler a podrido. La suegra dec¨ªa que una mujer que no pod¨ªa tener hijos era una verg¨¹enza y no serv¨ªa para nada, y que si apestaba no pod¨ªa convivir con ellos. El marido no sab¨ªa qu¨¦ hacer. No era un mal hombre, y al cabo de unas semanas se alist¨® como soldado y desapareci¨®. No hab¨ªa pasado ni una semana cuando la suegra ech¨® de casa a su nuera.
Segunda oportunidad
De lo que sucedi¨® a continuaci¨®n, Gebre hace tan solo un parco resumen, como las fotos fijas de una pel¨ªcula. Las primeras horas que siguieron al repudio camin¨® muchos kil¨®metros sola por una llanura hasta el pie de una cordillera. Todo era viento, arena, desesperaci¨®n y un cansancio mortal. Con gusto se habr¨ªa suicidado, pero no sab¨ªa c¨®mo y le faltaba valor. Luego vinieron semanas viviendo en una cueva, acurrucada, sin poder soportar su propio olor. Rezaba. Cuenta que unas almas caritativas la encontraron y que otras se encargaron de que la trasladasen al Hospital Hamlin para F¨ªstulas de Addis Abeba. Tambi¨¦n entendi¨® por fin qu¨¦ le hab¨ªa pasado y qu¨¦ son una f¨ªstula ves¨ªculovaginal, un tejido necrosado, la vagina y la uretra. Hasta entonces nadie le hab¨ªa explicado nada concerniente al cuerpo.
Desde hace m¨¢s de 40 a?os, el hospital Hamlin es un faro de esperanza para las mujeres de Etiop¨ªa que han sufrido lesiones a causa del parto. El matrimonio australiano formado por Catherine y Reginald Hamlin lo fund¨® en 1974. Como ocurre con muchas personas en el mundo occidental, cuando, siendo unos j¨®venes m¨¦dicos, llegaron a Addis Abeba a mediados de la d¨¦cada de 1950 invitados por el Gobierno Et¨ªope y abrieron una maternidad, los ginec¨®logos desconoc¨ªan el problema de las f¨ªstulas. Ver c¨®mo estas convert¨ªan a las mujeres en apestadas los conmovi¨® profundamente, y cuando acab¨® su contrato se quedaron y se convirtieron en pioneros de esta cirug¨ªa obst¨¦trica. En los 45 a?os de vida del hospital se ha tratado gratuitamente a 50.000 mujeres. Al principio solo las operaban, pero poco a poco se vio claramente que, para curarlas, era necesario un enfoque integral. Lo primero era la cirug¨ªa ginecol¨®gica, luego la terapia para la mente y el cuerpo y, a continuaci¨®n, la educaci¨®n. Aprender a leer, a escribir, a contar, a coser y a bordar. Con el tiempo, a esto se a?adieron los microcr¨¦ditos para que las mujeres pudiesen organizar su propia vida cuando recibiesen el alta.
Reginald Hamlin muri¨® hace tiempo, pero su esposa Catherina cumplir¨¢ 93 a?os dentro de poco. Delgada y bien erguida, esta mujer de cabello gris sigue recorriendo cada d¨ªa el jard¨ªn del hospital. Ha recibido el Right Livelihood Award, conocido como Premio Nobel Alternativo, y los et¨ªopes le han otorgado el t¨ªtulo de emayye, "madre de todas las madres".
Con los partos en instalaciones hospitalarias, los estudios de obstetricia y las ces¨¢reas, en Europa y pa¨ªses occidentales las f¨ªstulas obst¨¦tricas son cosa del pasado
Catherine Hamlin ya no es capaz de acordarse de c¨®mo se llama el vecino de enfrente, pero recuerda con todo detalle los primeros tiempos del hospital, que por aquel entonces estaba en las afueras de Addis Abeba, y la procesi¨®n de desventuradas que sub¨ªan por las colinas en direcci¨®n a las puertas de la cl¨ªnica. Flacas y encorvadas, muchas ya apenas pod¨ªan andar. Al principio llegaban a centenares en burro o a pie, solas o acompa?adas por sus padres o sus hermanos. "Muchas llevaban a?os viviendo en el m¨¢s absoluto aislamiento", cuenta Hamlin. Ella y su marido operaban d¨ªa y noche. "Entonces no hab¨ªa especialistas en cirug¨ªa de f¨ªstulas obst¨¦tricas".
A Genet Gebre hubo que estabilizarla antes de poder tratar la f¨ªstula. Recibi¨® sesiones de fisioterapia y alimentaci¨®n rica en vitaminas; habl¨® con los psic¨®logos y llor¨® una y otra vez por todo lo que hab¨ªa perdido: su marido, su casa, su salud. Despu¨¦s de muchas semanas, lleg¨® la primera operaci¨®n seguida por la convalecencia. A continuaci¨®n, una segunda operaci¨®n. Nueva convalecencia y tercera intervenci¨®n. Viv¨ªa en Addis Abeba y trabajaba aqu¨ª y all¨¢ como asistenta, cocinera o limpiadora. Volv¨ªa al hospital. Pasaron 12 a?os y 20 operaciones sin curaci¨®n. A los pocos d¨ªas, la f¨ªstula se abr¨ªa, tal vez porque los tejidos estaban demasiado desgarrados y los orificios eran demasiado grandes. Al final, Gebre se rindi¨® a su suerte y aprendi¨® a esconder h¨¢bilmente la bolsa para recoger la orina debajo de la falda.
"El 75% de las pacientes ya no sufren incontinencia cuando salen de aqu¨ª. Les parece que les han regalado una segunda vida. Ver la felicidad que esto les proporciona es la motivaci¨®n de nuestro trabajo. Pero no todas las pacientes se pueden curar ni todas las f¨ªstulas se pueden suturar. Con los a?os hemos ido mejorando la cirug¨ªa, pero hay lesiones tan graves que el arte de la medicina topa con sus l¨ªmites".
El 75% de las pacientes con f¨ªstulas ya no sufren incontinencia cuando salen de aqu¨ª. Les parece que les han regalado una segunda vida Doctor Ayenachew
Fekade Ayenachew es director m¨¦dico del hospital Hamlin desde hace cinco a?os y tiene fama de ser uno de los cirujanos de f¨ªstulas obst¨¦tricas m¨¢s eminentes del mundo. Para ganarse esta reputaci¨®n hace falta saber algo m¨¢s que suturar estas lesiones. Junto con los otros m¨¦dicos africanos, as¨ª como con compa?eros occidentales, Ayenachev busca nuevas maneras de reemplazar los tejidos destrozados y formas diferentes de drenaje urinario. En el hospital Hamlin, cuando la uretra est¨¢ destrozada, trasladan los conductos urinarios intactos al intestino. Tambi¨¦n realizan trasplantes con el fin de reactivar los esf¨ªnteres y sustituir los tejidos.
A las consecuencias de las f¨ªstulas, Ayanachew las denomina el "paquete de la f¨ªstula", y en ¨¦l se incluyen, adem¨¢s de las heridas vaginales, las lesiones de los nervios de las piernas, las infecciones renales, la desnutrici¨®n, los traumas y las depresiones.
El m¨¦dico considera que el objetivo de la ONU de acabar con las f¨ªstulas para 2020 es inviable. "Podemos darnos por satisfechos si en 2020 el mundo presta atenci¨®n a este tema. Las f¨ªstulas obst¨¦tricas no figuran en ning¨²n orden del d¨ªa. Las estad¨ªsticas indican que el 10% de las mujeres no podr¨¢n dar a luz por v¨ªa vaginal y que necesitar¨¢n ayuda. Si queremos acabar con ellas tenemos que implantar una atenci¨®n prenatal integral; necesitamos comadronas y maternidades con m¨¦dicos competentes, y tenemos que dejar de estigmatizar a las mujeres afectadas".
Actualmente, Genet Gebre vive en Desta Mender, una unidad externa del hospital Hamlin situada a unos kil¨®metros de Addis Abeba. Desta Mender son dos palabras en am¨¢rico que significan pueblo de la esperanza. En el continente africano, Etiop¨ªa incluida, hay muchos sitios que se pueden nombrar as¨ª. Esperanza en el futuro, en la paz, en la raz¨®n, en la suerte y en la alegr¨ªa. Esperanza en la supervivencia. Para Gebre, Desta Mende se ha convertido en esta ¨²ltima. "Si me hubiesen curado, habr¨ªa vuelto a mi pueblo, pero en ese mundo una mujer incontinente no tiene ning¨²n valor".
Este podr¨ªa ser el amargo final de esta historia. Afortunadamente, no lo es, porque al deterioro f¨ªsico se opone la curaci¨®n psicol¨®gica. En Desta Mender se construy¨® una docena de casitas. En unas cuantas viven las pacientes operadas que todav¨ªa no se atreven a volver a sus pueblos. En el complejo hay trabajadores sociales que se ponen en contacto con los alcaldes de los pueblos de procedencia de las mujeres. Les dicen que tienen a una paciente de f¨ªstula y les piden que vuelvan a aceptarla en la comunidad. Facilita las cosas el hecho de que dispongan de dinero ¡ªun microcr¨¦dito¡ª y de que en Hamlin les hayan ense?ado corte y confecci¨®n para que puedan mantenerse solas y no tengan que reincorporarse a la comunidad como miembros dependientes.
Y luego est¨¢n las mujeres como Genet Gebre, que ya no tienen ning¨²n sitio adonde ir. Son 22. Para ellas, Desta Mender tiene campos de cultivo y gallinas, colmenas y bancos bajo los ¨¢rboles. Un caf¨¦ min¨²sculo, gestionado por Gebre con unas cuantas mujeres m¨¢s, les proporciona unos ingresos de alrededor de 60 euros al mes aunque no tenga demasiados clientes. Desde que se enter¨® de que ahora en Hamlin son capaces de sustituir los tejidos rotos, ella est¨¢ pensando si arriesgarse a una ¨²ltima operaci¨®n, pero el temor a que tambi¨¦n esta esperanza se frustre le impide dar el paso. "Durante muchos a?os pens¨¦ que no pod¨ªa llevar la carga que Dios me hab¨ªa mandado, pero aprend¨ª a hacerlo. Cada a?o que pasaba se iba volviendo m¨¢s ligera".
Este reportaje es la primera parte de un proyecto que ha sido financiado por el Centro Europeo de Periodismo (EJC, por sus siglas en ingl¨¦s) a trav¨¦s de su Programa de Becas para la Innovaci¨®n en la Informaci¨®n sobre el Desarrollo (www.journalismgrants.org).
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Crianza hijos
- Mortalidad materna
- Salud materna
- Madres
- Mortalidad
- Etiop¨ªa
- Padres
- Hijos
- Parentesco
- Maternidad
- Pedagog¨ªa
- Embarazo
- ?frica subsahariana
- Familia
- Derechos mujer
- ?frica
- Reproducci¨®n
- Infancia
- Especialidades m¨¦dicas
- Relaciones g¨¦nero
- Demograf¨ªa
- Mujeres
- Educaci¨®n
- Medicina
- Sociedad
- Actualidad
- Mamas & Papas
- Planeta Futuro