No banalicemos el franquismo
Por lo que cost¨® alcanzar la democracia, es un insulto compararla con la era franquista
Somos millones los espa?oles que conocimos directamente la dictadura franquista. Muchos miles de nosotros no solo sufrimos su represi¨®n gen¨¦rica y colectiva, sino la individual y espec¨ªfica destinada a cuantos nos comprometimos en la lucha por derribar aquel r¨¦gimen y recuperar las libertades. A cuantos sufrimos en nuestras carnes aquella represi¨®n tiene que indignarnos la campa?a desatada por los secesionistas catalanes y sus amigos, presentando algunos incidentes y medidas, consecuencia de su locura rupturista, como un retorno de Franco y sus m¨¦todos.
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M¨¢s all¨¢ del da?o que esta y otras mentiras hacen a nuestro pa¨ªs, esto puede contribuir, parad¨®jicamente, a edulcorar aquel r¨¦gimen ante las generaciones que no lo padecieron y no han podido o no les ha interesado conocerlo. Decir que la actuaci¨®n de las fuerzas de orden p¨²blico que han intentado cumplir un mandato judicial al que activamente se opusieron miles de personas es una vuelta al franquismo supone banalizar lo que realmente pasaba entonces con las manifestaciones en la calle. No se trata de reproducir aqu¨ª un largo listado ¡ªaunque cabe mencionar los tres trabajadores de la construcci¨®n muertos a manos de la polic¨ªa en Granada, all¨¢ por 1970, o los dos fallecidos en las manifestaciones de Baz¨¢n, en 1972, entre varias decenas m¨¢s; por no relatar otras brutalidades no menos sangrientas y mucho m¨¢s numerosas, como los sucesos de Vitoria, en 1976, donde fueron cinco los muertos¡ª para decir que equiparar lo actual a todo aquello es una forma indirecta de lavar la dictadura.
Es penoso contemplar algunas actuaciones de las fuerzas de orden p¨²blico, pero se nota el desconocimiento de c¨®mo se comportan en situaciones equivalentes las polic¨ªas francesas, alemanas, inglesas y, en fin, las de cualquier pa¨ªs con inequ¨ªvoco sistema democr¨¢tico frente a transgresiones de la legalidad. La propia Generalitat hubo de indemnizar a una mujer que con ocasi¨®n de la huelga de noviembre de 2012 perdi¨® un ojo por el disparo de pelotas de goma hecho por los Mossos d¡¯Esquadra.
A cuantos sufrimos en nuestras carnes la represi¨®n del franquismo tiene que indignarnos la campa?a desatada por los secesionistas catalanes y sus amigos
En todo caso hay que destacar un hecho diferencial b¨¢sico: el franquismo nos reprim¨ªa porque trat¨¢bamos de subvertir su dictadura. Sin dejar de lamentar lo que hemos visto semanas atr¨¢s, no puede obviarse que se trataba de hacer respetar la democracia que encarna la Constituci¨®n que, con el abrumador respaldo del pueblo de Catalu?a, nos dimos en 1978.
La campa?a se extiende a la supuesta represi¨®n de la libertad de expresi¨®n. Quien esto escribe sufri¨® seis procesos y sus correspondientes condenas, tres de ellas relacionadas con la libertad de expresi¨®n. Aun hoy resulta duro recordar el doble secuestro del peri¨®dico legal en el que escrib¨ªa ¡ªJuventud Obrera¡ª y ser condenado por injurias simplemente por censurar la inoperancia de los sindicatos del r¨¦gimen ante un determinado conflicto laboral. Como tambi¨¦n lo es verse condenado por ¡°desacato a la autoridad¡± por el mero hecho de enviar al entonces vicepresidente del Gobierno un telegrama pidiendo la libertad de un sindicalista detenido arbitrariamente durante las elecciones sindicales de 1966. Desde esta experiencia personal busco hoy un solo caso parecido y no lo encuentro. Salvo que se entienda por libertad de expresi¨®n arengar a la gente para intentar impedir que las fuerzas de orden p¨²blico traten de evitar un hecho delictivo. Eso es otra cosa.
M¨¦todos franquistas son tambi¨¦n esos otros tres juicios a los que fui sometido ante un tribunal especial, el de orden p¨²blico, por los ¡°delitos¡± de asociaci¨®n, reuni¨®n y manifestaci¨®n, por los que fui condenado a algo m¨¢s de seis a?os de c¨¢rcel. Comparar aquello con lo actual, hablar de la ¡°vuelta de Franco¡±, deber¨ªa abochornar hasta a los que lo han venido pregonando.
Que aun despu¨¦s de la reforma del C¨®digo Penal de 1962 siguiera consider¨¢ndose delito de sedici¨®n el que los empleados p¨²blicos ejercieran el proscrito derecho de huelga y ahora hayamos visto nada menos que al vicepresidente del Gobierno de la Generalitat promoverla p¨²blicamente y anunciar que no se descontar¨ªa nada de los salarios resulta no solo ilustrativo de las diferencias con el pasado, sino esperp¨¦ntico.
Cost¨® mucho conquistar la democracia, a unos m¨¢s que a otros. Hasta lo que estamos presenciando a costa del secesionismo demuestra que nuestra democracia sigue viva. Por eso, aunque solo fuera por respeto a los que m¨¢s sufrieron por alcanzarla, hubiera sido necesario evitar el insulto de compararla con el franquismo.
Juli¨¢n Ariza Rico es miembro del grupo fundador de CC OO.
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