Los f¨®siles de Madrid y Barcelona
A veces no hay que viajar a tierras remotas para descubrir los restos m¨¢s valiosos del pasado; los ¨²ltimos hallazgos paleontol¨®gicos est¨¢n a tiro de piedra de las dos grandes ciudades espa?olas
No, el titular no es un chiste pol¨ªtico, sino la m¨¢s simple y pura de las descripciones. Los f¨®siles son una ventana prodigiosa al pasado del planeta y ocultan claves esenciales sobre la evoluci¨®n biol¨®gica, pero uno se imagina viajando miles de kil¨®metros y pasando las de Ca¨ªn para encontrar uno. Darwin tuvo que someterse a una traves¨ªa de cinco a?os en el c¨¦lebre H. M. S. Beagle para descubrir, en las costas argentinas de Bah¨ªa Blanca, los restos fosilizados de enormes mam¨ªferos extintos, un diente de megaterio, conchas de moluscos y otras maravillas del pasado que empezaron a abrir la luz en su mente. Es cierto que los seres viv¨ªsimos de las Gal¨¢pagos acabaron resultando m¨¢s determinantes, pero el caso es que Darwin no hubiera encontrado ni lo uno ni lo otro de haberse quedado dando clases en Cambridge. Los hallazgos de Lucy la australopiteca y del hobbit u hombre de Flores se asocian en nuestra mente a lugares remotos de ?frica o a islas olvidadas de Indonesia, y esto es parte del encanto rom¨¢ntico de la paleontolog¨ªa. Y, sin embargo, dos art¨ªculos de Materia (1 y 2) nos recuerdan esta semana que los f¨®siles m¨¢s interesantes pueden estar en Madrid o Barcelona, y a veces literalmente delante de nuestras narices.
Este es el caso de los agujeros (madrigueras) que una especie de gusano poliqueto horad¨® en los sedimentos h¨²medos del Delta de Montju?c hace 12 millones de a?os. S¨ª, en la ¨¦poca Montju?c era un delta fluvial, y han sido los procesos geol¨®gicos los que lo han convertido en la famosa monta?a de Barcelona que es en la actualidad. Y de esa monta?a sol¨ªa hacerse traer las piedras el arquitecto Enric Sagnier, entre otros, para levantar en Barcelona sus monumentales proyectos, como el Palau de Justicia, el edificio de Aduanas, los soportales de la Ciutadella y la casa Pascual i Pons. El resultado es que esos valiosos f¨®siles han estado m¨¢s de un siglo delante de los ojos de residentes y turistas, sin que nadie se percatara de lo que eran. En este caso los paleont¨®logos solo han tenido que viajar en el metro. M¨¢s bien ha sido la monta?a la que ha venido hasta ellos.
A los f¨®siles de Madrid no se puede llegar en metro, pero s¨ª en media hora de casi cualquier cosa con ruedas (una hora si hay atasco de salida). El yacimiento del Cerro de los Batallones, en Torrej¨®n de Velasco, al sur de la provincia de Madrid, fue descubierto de chiripa con las obras del AVE a Sevilla. Desde 1991 han aparecido all¨ª toda clase de mam¨ªferos carn¨ªvoros de la noche de los tiempos, porque hace nueve millones de a?os aquello m¨¢s que un cerro deb¨ªa ser una trampa natural, en la que entraban persiguiendo a alguna presa, o atra¨ªdos por la carro?a, y de la que luego no pod¨ªan salir, aumentando as¨ª la carro?a que habr¨ªa de atraer a los siguientes incautos. Una tragedia mioc¨¦nica que se ha convertida en la gloria de los paleont¨®logos del antropoceno. Su ¨²ltimo descubrimiento es un herb¨ªvoro, sin embargo: una jirafa de una tonelada y media y cuatro cuernos, de especial antig¨¹edad en ese g¨¦nero.
Viajar a la jungla sigue siendo m¨¢s rom¨¢ntico, pero a veces se viaja m¨¢s lejos con la mirada adecuada, ?no es cierto?
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