Jared Leto vs. Pablo Motos: la pesadilla de Twitter hecha realidad
Lo que pudimos ver anoche en 'El Hormiguero' fue el encuentro de dos titanes de la verg¨¹enza ajena
S¨ª, ocurri¨®. El actor responsable del mejor Joker de la Historia, ¨¦se que jam¨¢s despert¨® controversia alguna por sus simp¨¢ticos tatuajes, su est¨¦tica en absoluto similar a la de un proxeneta o su interpretaci¨®n contenid¨ªsima, acudi¨® a El Hormiguero para ser entrevistado por el showman m¨¢s popular del pa¨ªs, cuyo estilo de presentaci¨®n solo ha despertado elogios por su perfil bajo, unas preguntas que evitan siempre caer en el chascarrillo f¨¢cil y un nulo af¨¢n de protagonismo.
Lo que pudimos ver anoche en Antena 3 no fue tanto el encuentro de dos titanes de la verg¨¹enza ajena como la danza de dos sacos de punching ball estremeci¨¦ndose. Mientras contemplabas el espect¨¢culo, pod¨ªas sentir las tripas de Twitter rugir.
Contextualicemos. Pablo Motos empez¨® su carrera viralizando unos horripilantes raps por la radio antes incluso de que existiera la cultura de lo viral. Aquellos raps, que eran La Risa de nuestros amigos y familiares m¨¢s inc¨®modos, a los que despach¨¢bamos amablemente con un cl¨¢sico ¡°jeje¡±, le abrieron la puerta a la televisi¨®n, primero como colaborador de La noche con Fuentes y C¨ªa, luego en Channel n?4 y finalmente con su propio espacio, que heredaba a varios de sus compinches en las ondas. Entonces a nadie le molestaba El Hormiguero. Era un late night amable, tan para toda la familia que, al principio, ni siquiera se emit¨ªa por la noche. Pero el cinismo de la era Twitter, el trato a las mujeres o la personalidad de su presentador (intensificada a medida que el ¨¦xito, y sus abdominales, iban creciendo) crearon una corriente contracultural que tend¨ªa y tiende a ridiculizar el formato en oposici¨®n a sus audiencias, por lo generar arrasadoras.
Jared Leto, por su parte, es la clase de artista que siempre hab¨ªa estado ah¨ª pero al que los medios no prestaron demasiada atenci¨®n hasta que gan¨® un Oscar. A partir de ese momento, se convirti¨® en omnipresente debido, en gran parte, a sus omnicagadas. Leto defini¨® por entonces a su personaje en Dallas Buyers Club, mujer trans, como ¡°una criatura gloriosa¡±, gan¨¢ndose un ej¨¦rcito de cejas arqueadas por parte de la comunidad LGTB, que nunca acab¨® de aprobar su interpretaci¨®n, acusada de estereot¨ªpica. Tampoco fueron bien recibidas las noticias, m¨¢s tarde matizadas, de que se hab¨ªa preparado para encarnar al Joker mandando condones usados por correo a sus compa?eros de rodaje. ?Por qu¨¦ iba a hacer eso? ?En qu¨¦ medida le ayudaba a su trabajo? Jared Leto es un tipo que tiene pinta de tomarse demasiado en serio a s¨ª mismo, o sea, de ser un cargante. Y qu¨¦ mejor para un cargante que encontrar un soulmate espa?ol chiquit¨ªn que te r¨ªa las gracias.
¡°Hoy vuelve Hollywood al programa¡±, anunciaba Pablo Motos, como presumiendo de rutina. Leto hizo su entrada ataviado con una especie de pijama kimonesco muy de su estilo. Acud¨ªa a presentar su disco porque todos los hombres intensos son polifac¨¦ticos (minutos antes, el propio Motos hab¨ªa tocado la guitarra en una especie de mano a mano con Pablo Albor¨¢n, para no ser menos). El programa se encarg¨® de recordarnos la faceta musical del invitado con printers que le describ¨ªan como ¡°Le-toca cantar en Espa?a¡± o ¡°Tiene una banda de pel¨ªcula¡±. Como el actor es uno de los socios de Snapchat, el conductor decidi¨® que era buena idea jugar con los filtros de esta aplicaci¨®n con la misma soltura que una abuela marchosa. El resultado era una mezcla entre los momentos de bochorno que puede garantizarte tu cu?ado con el m¨®vil de su hija entre las manos y las partes m¨¢s inquietantes de la tercera temporada de Twin Peaks.
Los paralelismos lynchianos no acabaron ah¨ª. Tras las obligadas interacciones con las hormigas tele?ecas, que tanta confusi¨®n han despertado siempre en los invitados de prestigio (recordemos a Charlize Theron pregunt¨¢ndose qu¨¦ diablos era aquello, si un late night para adultos o un programa infantil en el que hac¨ªan experimentos cient¨ªficos de sexto grado), Motos cogi¨® de la mano a Leto y lo llev¨® por un pasillo penumbroso que recordaba al final de la serie de los picos gemelos. ¡°Entramos en la dimensi¨®n desconocida.¡±
All¨ª le presentaron, por alg¨²n motivo totalmente random, un espect¨¢culo de proyecciones l¨¢ser realizado con tecnolog¨ªa descrita (varias veces) como puntera. Este tipo de momentos son habituales en el programa: sin venir a cuento, hacen al entrevistado una demostraci¨®n en teor¨ªa molona de cosas caras y espectaculares, como cuando visitas la casa de tu compa?ero de oficina m¨¢s plasta y te lleva al garaje para ense?arte ¡°su ¨²ltimo juguetito¡±, que bien puede ser un cochazo o un Scalextric que te hace implorar socorro. Si Antonio Resines visita El Hormiguero nadie afloja la panoja, basta con hacerle cantar un karaoke o que Marron le ense?e unos pasos de breakdance, pero con las estrellas de Hollywood, oh l¨¤ l¨¤, no escatimamos en gastos, ?que vean de qu¨¦ pasta estamos hechos los espa?oles!
Tras esto, Pilar Rubio apareci¨® para asombrarnos a todos abriendo botellas de cerveza con una escopeta de balines (la monda) y Marron hizo no s¨¦ qu¨¦ cosa did¨¢ctica con unas velas y algo de gas. En la cara de Motos pod¨ªa leerse un ¡°qu¨¦, ?te ense?a Jimmy Fallon a hacer cositas tan pr¨¢cticas?¡± Para rematar el show, quisieron rendir homenaje al veganismo de Leto tocando una canci¨®n con instrumentos hechos enteramente de hortalizas. Hab¨ªa una flauta-pepino, una bater¨ªa de melones y un piano-pl¨¢tano. Motos insisti¨® al actor para que probara con sus propios dedos esta ¨²ltima delicia.
Aqu¨ª se acab¨® la juerga. Todos parec¨ªan hab¨¦rselo pasado pirat¨ªsima, porque de eso va El Hormiguero, de ¡°divertirse¡±, de ser el equivalente televisivo a una familia rara que hace noches de trivial todos los viernes. Los graciosetes, los faltones de Twitter y los cr¨ªticos de televisi¨®n asistimos al apocalipsis con iron¨ªas autodefensivas que intentan protegernos de una sobredosis de buenrollismo hipervitaminado. Mientras tanto, la mayor¨ªa de espectadores disfrutan sinceramente del programa, regal¨¢ndole audiencias millonarias. De ellos es el mundo. Nosotros solo somos los amargados que se refugian en la barra mientras alguien, en medio de la fiesta, inicia una temible conga, propone jugar al limbo o tocar el Para Elisa con un piano-banana.
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